En un nuevo aniversario de la Primera Guerra Mundial compartimos este artículo de análisis y aproximación al pensamiento militar de Friedrich Engels.
Martes 27 de julio de 2021 20:00
Ilustración: Mariano.
La Primera Guerra Mundial (PGM) marcó un antes y un después en la propia historia de las guerras en general. En la memoria de las masas y en la opinión pública de entonces, todavía predominaba el modelo de las “guerras clásicas”. Es decir, conflictos entre Estados que se libran entre ejércitos de militares profesionales, en teatros de guerra delimitados y sometidos a ciertos límites o regulaciones.
Además la PGM terminaba con la movilidad más característica de las guerras clásicas e irá incorporando la estática y la desgastante "guerra de trincheras", donde se destruyen, en grandes cantidades y en forma acumulativa, recursos humanos, tecnológicos y económicos. Tal como ocurrió en la Batalla de Gallípoli, la península considerada la llave para ingresar a Turquía y forzar al Imperio Otomano a rendirse, que se transformó en un teatro de batalla estático. En los ocho meses que duró la ofensiva Aliada, la batalla dejó un saldo total de 250.000 bajas por cada uno de los dos bandos. En la popular película Gallipoli se ve reflejado con claridad lo brutal de estas operaciones militares, mostrando el camino de los soldados que tras atravesar medio globo no llegaban a dar 10 pasos al salir de las trincheras.
En ocasiones, tras estas batallas, el bando triunfante avanzaba unos pocos kilómetros de terreno. Para superar las trincheras se crean los tanques, los aviones de bombardeo y se emplean por primera vez las armas químicas y los gases venenosos.
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La batalla de Marne
La batalla de Marne, de la cual hablaremos a continuación, es considerada por muchos historiadores un punto de partida de la “guerra de trincheras” [1], algunos autores le ponen límites a esta definición tan tajante aunque en lo que sí coinciden es que esta batalla marcó el inicio de la “guerra moderna del siglo XX”. [2]
Se desarrolló del 6 al 12 de septiembre de 1914, englobada en lo que se conoció como “Batalla de las Fronteras”. El desenlace de la misma significó la primera gran derrota del ejército del II Reich, que había logrado grandes avances al inicio de la PGM. Aunque el ejército alemán fue parado en seco, el desgaste y el costo en vidas fue enorme para ambos bandos, la cercanía con los puestos de suministros sería determinante para la victoria Aliada.
Varias muestras de teatralidad como la llegada de soldados franceses en taxis parisinos le dieron un condimento de heroísmo y hazaña utilizados por el alto mando francés como un recurso de propaganda.
La predicción científica de Engels
Precursor en muchos terrenos, Friedrich Engels desarrolló una importante obra sobre temas militares. En un libro de hace unos años dedicado a su obra, el mayor del ejército norteamericano Michael Boden lo llamó “el primer Clausewitz rojo”. Razones no le faltaban, aunque hay debates respecto a quién tuvo más influencia sobre Engels, si Carl von Clausewitz o el general napoleónico Antoine-Henri Jomini. Lo cierto es que el coautor del Manifiesto Comunista sentó las bases para una comprensión del fenómeno de la guerra desde el punto de vista del materialismo histórico.
El “general”, como era apodado por sus amigos y compañeros, expuso hacia principios de la década 1860 una serie de escritos y folletos (en los que se destaca “Po and Rin” y “Savoy Nice and the Rhine”), en los que plantea cuál es la posible mejor estrategia defensiva que debería tomar Francia ante un ataque por el Este. Allí retoma la necesidad de la defensa de París, ya que la centralidad de Francia hacía que la caída de su capital implicara un descalabro del imperio. Engels se anticipó a ver la debilidad de que Bélgica sirviera como tapón ante una invasión alemana.
El alto mando militar francés había tomado la medida de centrar su fuerza en fortalecer en tres anillos a París, para Engels esta sola medida de defensa era incompleta. La defensa de esta forma era pasiva, un escudo y llevaría a una gran debilidad para Francia. Engels proponía audazmente defenderse ofensivamente en la frontera belga, además de fortificar París. Consideraba lo siguiente: “El ejército debe pasar a ocupar una posición final en la línea Oise – Aisne, sería inútil para el enemigo un avance más allá, puesto que el ejército invasor llegado desde Bélgica [que anticipa iba a ser invadida] resultaría demasiado débil para actuar contra París solo. Detrás del Río Aisne, en comunicación con Paris libre de intercepciones- o en el peor de los casos, detrás del Marne con su ala izquierda en París-, el Ejército francés del Norte podía tomar la ofensiva y aguardar la llegada de las demás fuerzas”. [3]
Sigmun Neuman, en “Conceptos Militares de los Revolucionarios Sociales” plantearía: “cincuenta cinco años después [de la exposición de Engels] llegaron en taxímetros los poilus (soldados franceses), cumpliendo la profética predicción de Engels con respecto al milagro de Marne". [4]
Desde lógica de Engels, no se debe pensar la defensa como un estado permanente, sino con la voluntad de reagruparse y volver al ataque. En la misma sintonía se encuentra el militar Carl Von Clausewitz, cuando plantea que “Las defensas que pasan por ser las mejores son aquellas que utilizan la mayor cantidad de medios activos, es decir ofensivos, pero esto depende de la naturaleza del terreno, de la composición de las fuerzas militares, y aun del talento del general”. [5]
El interés de Engels en estos asuntos no era puramente intelectual, estaba completamente ligado a la conquista del poder por la clase trabajadora como cuestión práctica. La combinación entre el análisis de la guerra como fenómeno y la utilización de la teoría militar para abordar los problemas estratégicos, tácticos y hasta técnicos de la revolución le fue característica.
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[3] Earle, Edward M., “Creadores de la Estrategia Moderna”, Círculo Militar, Buenos Aires, 1968, p. 29.
[4] Earle, Edward M., “Creadores de la Estrategia Moderna”, Círculo Militar, Buenos Aires, 1968, p. 29.
[5] Albamonte, Emilio; Maiello, Matias, Estrategia socialista y arte militar, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2017, Ediciones IPS.