El 6 de Agosto se estrenó en EE.UU. Vivo, una película musical animada por computadora. De producción estadounidense-cubana nos llega a través de Netflix una fábula contemporánea para niñes en donde un kinkajú cubano, bailarín y músico, se embarca en un sinfín de aventuras para llegar a Florida. ¿Entretenimiento infantil o adoctrinamiento proimperialista “gusano” desde el exilio en Miami para el siglo XXI?
Producido por los estudios de filmación norteamericanos (Columbia Pictures y Sony Pictures), nos llega una historia de animación con un contenido político bastante particular, en un momento bastante particular de las relaciones políticas cubano-estadounidense, que nos invita pensar de qué forma la industria cinematográfica yanqui presenta su visión de Cuba (y su gente) a las nuevas generaciones.
Había una vez en Cuba
La historia se desarrolla en La Habana, Cuba, donde un sexagenario músico callejero llamado Andrés Hernández y su kinkajú Vivo tocan juntos en la plaza. A cambio del show reciben el afecto de los lugareños y unos cuantos pesos (cubanos). Un día después de su show, Andrés recibe una carta de Marta Sandoval, una vieja amiga suya (una suerte de Celia Cruz) informando que se retira de su carrera musical. Marta se fue de Cuba a EE. UU. cuando era muy joven para triunfar en la música. Vivo, feliz con su vida en Cuba, se resiste a ayudar a Andrés y se marcha enfadado. A la mañana siguiente, descubre que Andrés falleció mientras dormía y esa noche, se lleva a cabo un funeral en la plaza, con la sobrina de Andrés: Rosa y su pequeña hija Gabi, que mañana por la mañana volvían a su hogar en Florida.
Vivo decide entregar la carta con la canción de amor a Marta Sandoval, así que se esconde en la caja de los instrumentos musicales de Andrés, que le fue entregada como herencia a la pequeña Gabi. La niña se emociona cuando descubre a Vivo escondido en sus cosas y le explica que nadie la entiende porque es diferente a todos los demás y no quiere ser parte de su tropa de niñas exploradoras las galletas de mar. Finalmente Gabi accede a ayudar a Vivo a entregarle la canción a Marta. Con el pretexto de asistir a una venta de galletas en la ciudad, Gabi y Vivo compran boletos de autobús para llegar al espectáculo de Marta. Es en ese momento en donde son detenidas por la tropa de niñas exploradoras, cuya líder: la única niña rubia de todo el grupo, la detiene al grito de “¡Hernández: ¿dónde está su uniforme?! Gaby intenta dar una explicación, pero las exploradoras se percatan de que Vivo está en su mochila y comienzan a mostrar interés. La líder de tropa le pide los documentos y el pasaporte sanitario del animal junto con la pertinente cartilla de vacunación firmada por un veterinario matriculado. Ante semejante acto burocrático Gabi y Vivo huyen despavoridos de la tropa de niñas exploradoras prolijamente uniformadas para escapar a los pantanos en una balsa rudimentaria.
Los balseros del pantano
En un determinado momento, Vivo se pierde en medio del pantano y comienza a pedir ayuda a los gritos cuando es callado, sutilmente, por una iguana. Vivo grita y protesta ante semejante acto despótico, pero sin darse cuenta una enorme anaconda color verde oliva y con una prominente mandíbula (similar a una tupida barba) llamada Lutador lo atrapa y lo estrangula lentamente. “Este es mi pantano y acá se siguen mis reglas”. Acto seguido aparecen unas ranas que croan sin hacer ruido, una pareja de delfines que juegan con una flor, pero silenciosamente. Un pájaro carpintero golpeado un árbol, pero sin hacer ruido. “Ves” dice Lutador, “silenciosamente”. La vida natural sigue su curso en el pantano, pero sin emitir ruido, sin goce y por supuesto que sin música. La gran Boa etiqueta a Vivo como una “rata ruidosa” que debe “ser silenciada”. Repentinamente Vivo consigue escapar volando con la ayuda de sus nuevos amigos, Dancarino y su novia, que lo rescatan de las garras de la muerte, los nuevos aliados locales de Vivo lo ayudan a huir de la tiranía de la Boa. Acto seguido Gabi y la tropa de niñas exploradoras, intentando encontrar a Vivo, se pierden en la maleza y se topan con Lutador que se las quiere comer, también por “ruidosas”, y es ahí donde el protagonista decide volver al pantano para salvar a sus amigas.
Gabi y Vivo se cuelan dentro de Mambo Cabana, Vivo encuentra a Marta, quien lo reconoce por la foto necrológica de Andrés, y entrega la canción. Vivo decide quedarse en Florida con Gabi y Rosa, y actúan en la ciudad junto a Marta que los acompaña en las funciones que hacen en el muelle. Donde todos son felices por siempre. Fin.
Una historia cubana
Es interesante destacar que la narrativa de la historia se divide en tres periodos generacionales, por un lado está Ándres/Marta (los ancianos) ambos artistas que tuvieron que separarse en su juventud, una se fue a Miami a triunfar y tener éxito, otro se quedó en Cuba para tocar en la plaza de la Habana y tener un éxito humilde y local. El segundo periodo generacional se ubica en Rosa (la adulta) mamá de Gabi (empresaria inmobiliaria exitosa) que también se tuvo que ir de Cuba a vivir a Florida, nunca explican porqué se fueron de la isla, y tiene una obsesión con que su hija se pueda insertar en la sociedad local; es ella la que insiste en que Gabi se ponga el uniforme Scout para “unirse a la tropa”. Finalmente aparece Gabi (la joven) que en este caso es la primera generación nacida en los EE. UU. Y que no consigue adaptarse. Gabi tiene todos los caprichos y juguetes de los niños de hoy (tablets, celulares, computadoras), es fácilmente identificable con su generación. Y además es artista músical, como su tío y su padre. La música es el hilo conductor de la historia. No importa cuanto tiempo pase, generaciones o problemas. La música se mantiene intacta como elemento distintivo.
El otro elemento a destacar en la narrativa de la historia es el lugar geográfico en donde transcurre. Si bien estamos ubicados en Cuba, no hay una sola referencia directa a la historia del país. No hay una sola mención o alusión a la Revolución cubana, para bien o para mal. Dos generaciones se fueron de la isla. Todo el parque automotor que se ve en la película es del años 50. Los cubanos que viven en la isla son más pobres y humildes que los cubanos que viven en Miami. Se ve en cada escena que transcurre en la isla una abundancia de alimentos y frutos en las calles que no se condice con la humildad de sus habitantes, ni con el criminal bloqueo que EE. UU. mantiene sobre la isla hace 50 años.
Podemos decir que el mundo que nos presenta la película no se ven instituciones o problemas político-sociales, además de que está históricamente mutilada (ya que no hay referencias a la historia de Cuba) es un mundo, estéticamente hablando, muy parecido al nuestro, pero hay solo dos valores morales que están presentes a lo largo de la historia: los que aman la música y los que no.
Y es aquí donde entra el protagonista de la historia Vivo (un kinkajú también conocido como “Oso de árbol”); si bien es un animal (que puede comunicarse con Gabi), él representa la juventud o nueva generación cubana. Al igual que Gabi, desentona del resto de sus pares, pero juntos pueden vencer a la adversidad con el poder de la música.
Por un lado Vivo, vence a la Boa-dictador, de mandíbula prominente y color verde oliva, con el poder de la música, por otro lado Gabi es aceptada junto a su nueva mascota por la patrulla de niñas exploradoras, una vez que explica detalladamente cómo llego Vivo a Miami sin papeles y les perdonan los malos tratos y persecución que sufrieron a manos de la líder, Rubia, de la tropa scout.
Moraleja: la música es la clave para mejorar la vida en Cuba y luchar contra los que te quieren silenciar. Y si una tropa uniformada de yanquis te persigue o te trata mal en Miami no es porque son malos, sino porque entrastes sin papeles a su país. Pero si lo blanqueas está todo bien. Y puedes bailar al ritmo de la música para ser feliz.
Adoctrinamiento o entretenimiento
En Vivo podemos apreciar cómo el conflicto existencial del kinkaju cubano pasa por dos cuestiones: 1. hacer música 2. viajar a Miami. Todo el conflicto de la trama pasa por estas dos ideas que al mismo tiempo delimitan el otro elemento esencial del personaje: la solicitación alegórica.
Afirma el semiólogo Umberto Eco en su libro Apocalípticos e integrados que sin Clark Kent, Superman no sería atractivo. Y eso es debido a que los lectores no se sentirían identificados con el superhéroe principal, un extraterrestre que vuela por los aires. Tiene que haber una solicitación alegórica, un razgo que le permita al lector identificarse con el protagonista para que a este le resulte interesante. En este caso la pregunta que nos tenemos que hacer es ¿a quien va dirigida la solicitud alegórica de Vivo?
Como hemos venido desarrollando hasta ahora, este relato animado y el diseño de su mundo transparente donde todo está a la vista, en realidad, está permitiendo el encubrimiento y la expresión subterránea de tensiones reales y problemáticas actuales, para la comunidad cubana (local o inmigrante). En el entretenimiento infantil “es quizás el foco donde mejor se puede estudiar los disfraces y verdades del hombre contemporáneo, porque es donde menos se los piensa encontrar” [1].
Lo cierto es que el personaje principal de la película, Vivo, es claramente identificable con un sector de la nueva juventud cubana, presentada como nueva en el sentido de que ya no tiene lazos (ni simbólicos ni materiales) que la una con el pasado. En el caso de Vivo su único lazo con Cuba era su amigo y mentor Ándres, que falleció dejándolo libre para que viaje a Miami a encontrar ese otro eslabón de su historia que ya no vive más ahí, Marta Sandoval. Vivo y Gabi son los que cierran el círculo generacional que se rompió al separarse los dos ancianos. Pasado y presente se unen en un nuevo presente con la música, siempre como referente. Y como detalle nada menor Gloria Estefan (histórica proimperialista “gusana” de la primera hora) le da la voz al personaje de Marta Sandoval.
El otro dato a tener en cuenta es el aspecto más anti-régimen del film. Que hay que poner en contexto. Desde el pasado 11 de julio se vivió en gran parte de la isla de Cuba una jornada de movilizaciones que derivaron en enfrentamientos y represión, que terminó con centenas de detenidos, entre ellos referentes y activistas de la izquierda cubana. El film no se hizo de la noche a la mañana, se escribió en el 2010 y se produjo en el 2016, estuvo en el freezer hasta agosto del 2021 que fue cuando, oportunamente, vio la luz.
Fantasías animadas de ayer y de hoy
El uso que hace el film en cuestión del reino animal es un recurso estético. Con un mensaje nada sutil, ya que es bastante directo la intencionalidad ideologíca de la historia y sus personajes (con una Boa-Castro o Gloria Estefan participando de la producción de personajes). Los jóvenes cubanos se identifican en la historia con un personaje que no reconoce vínculo con su país, solo con sus relaciones personales más directas, las cuales viven en Miami bajo el “american way of life” (lo cual hay que destacar que en la actualidad se encuentra en decadencia total) o si se quiere: el modo en cómo los EE. UU. se sueña a sí mismo, de forma feliz y pacífica. Sin dar cuenta de la fractura social que produjo la política criminal del bloqueo sobre la isla durante medio siglo.
La industria cinematografica yanqui siempre estuvo en la primera linea a la hora de crear pruducciones animadas para justificar determinados discursos y orientaciones politicas pensando en un publico infantil como lo fueron un gato y un ratón, un pato con uniforme de marino, un tío rico o un kinkaju que se comporta más como gusano que como mamífero.
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