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Red Internacional
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Inmigración. Protestas de los internos en el CIE de Barcelona

Dos semanas después de la huelga de hambre y del motín en el CIE de Aluche, más de 70 presos han llevado a cabo una nueva protesta en el CIE de Zona Franca.

Pere Ametller @pereametller

Viernes 4 de noviembre de 2016

La noche del martes se vivió en el CIE de Zona Franca (Barcelona) una nueva protesta de los internos para exigir su libertad. Muy poco antes, el pasado 23 de octubre, 69 presos se pusieron en huelga de hambre en el mismo centro. El 19, los internos del CIE de Aluche (Madrid) realizaron un motín con las mismas exigencias.

Sin duda, no es casualidad tanta continuidad en las protestas. El encarcelamiento en los CIE’s es puramente racista y las condiciones de los internos, tratados como presos, no mejoran. Los centros de internamiento son verdaderas cárceles para los inmigrantes.

La protesta en el CIE de Zona Franca empezó cerca de las nueve de la noche, cuando un grupo de 30 presos arrancaron las mesas para hacer barricadas. Intentaron huir por la cocina pero los frenó la Unidad de Intervención Policial de la Policía Nacional. El motín siguió en el patio donde se sumaron 40 presos más.

Los amotinados tenían intención de defenderse de los antidisturbios de la Policía Nacional que empezaron a cargar duramente contra ellos. A las once de la noche, la mayoría de los internos habían sido encerrados nuevamente en sus celdas. Como informa La Directa, un interno pudo comunicar, por vía telefónica, que después de neutralizar la protesta, la Policía Nacional interrogó y golpeó a numerosos internos que habían sido parte del motín en un espacio libre de cámaras de vigilancia.

Por todo ello, y como ya ocurriera en el caso de las protestas de Aluche, esa misma noche unidades de los Mossos d’Esquadra desplegaron un operativo policial en toda la zona para contener las protestas de los vecinos y diferentes colectivos sociales que se acercaban al lugar para solidarizarse. La policía de Puigdemunt salió en auxilío de la de Rajoy y Fernández Díaz, contra los inmigrantes no hay rencillas entre ellos. Además, en solidaridad a las acciones de los presos, el miércoles por la tarde se produjo otra concentración a las puertas del CIE reclamando por la libertad de todos los internos y por el fin de la persecución contra la población migrante.

En julio de este año, el Ayuntamiento de Barcelona declaró el cierre del CIE por falta de la licencia de actividad adecuada. Sin embargo, al día sigueinte, el centro de Zona Franca que llevaba entonces ocho meses cerrado por obras, fue reabierto por orden del Ministerio del Interior. Más allá de que el Ayuntamiento de Barcelona en Comú se ha pronunciado en contra de su reobertura, el CIE sigue abierto y con más protestas en su interior que nunca.

Por otra parte, la situación para los inmigrantes no solo es criminal en los CIE. En las calles de Barcelona la persecución hacia los “manteros” por parte de la Guàrdia Urbana dirigida por el Ayuntamiento de Barcelona en Comú ha ido aumentando a niveles insospechados para lo que se supone un gobierno municipal “del cambio”. Durante los meses de verano la persecución y criminalización hacia el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes y sus portavoces ha sido indiscriminada y en las últimas semanas la represión hacia los propios vendedores en las zonas de más actividad aprovechando el inicio de la campaña de Navidad, ha sido brutal.

Barcelona en Comú mantiene una política de gestos que no se traduce en hechos respecto al verdadero cierre del CIE y respecto a los “manteros” mantiene directamente una política represiva y criminalizadora. Cabe resaltar que son muchas veces las persecuciones de la Guàrdia Urbana las que hacen que manteros y lateros acaben en los CIE’s, como pasó recientemente con el caso de Issa Seye.

El CIE no es competencia del Ayuntamiento y por eso, aquí sí, se permiten una política de gestos más ofensiva. Siempre se pueden amparar en que legalmente es decisión del Gobierno español. En cambio la decisión de permitir a los trabajadores de la venta ambulante poder vender o reprimirlos depende totalmente del Ayuntamiento. Ahí es donde Barcelona en Comú hace desparecer su política de gestos y aplica la represión más brutal contra uno de los sectores de la clase trabajadora mas desprotegidos y precarios, con la misma intensidad que lo hacían los gobiernos de CiU o el PSC e ICV.

Una prueba clara de esta hipocresia es la participación de la concejala de Ciutat Vella, Gala Pin, en el acto de de aniversario de Irídia, una asociación que que entre otras cosas da cobertura legal a los presos del CIE de Barcelona. Mientras, en el distrito de la concejala, la Guàrdia Urbana volvía a militarizar La Rambla persiguiendo y golpeando a los “manteros”.

Si Barcelona quiere ser realmente una ciudad de acogida debe lucha por el cierre del CIE por encima de las imposiciones legales y por el fin de la represión a los “manteros”, hoy por hoy dos de las muestras más patentes del racismo institucional en la ciudad.