Miles de niños, niñas y adolescentes salen a trabajar diariamente hace décadas, pero recién el año próximo se realizará el primer relevamiento geográfico de la provincia. En casi 30 años de peronismo aún no sabemos cuántos niños, niñas y adolescentes trabajan. Una problemática que se agudiza con la pandemia.
Sábado 12 de junio de 2021 00:17
Ilustraciones de Pawel Kuczynski
Entendemos que la problemática del trabajo infantil no puede desentenderse de la situación socioeconómica de las familias trabajadoras y sectores populares. Al respecto, en la provincia de Buenos Aires los últimos datos del INDEC muestran un ascenso exponencial de la pobreza en los partidos del Gran Buenos Aires. Establece que hay un 51% de pobres y un 15,2 % de indigentes, pero esa cifra es mayor cuando hablamos de pobreza infantil: en el conurbano llegó al 72,7 % a fines del 2020 superando el promedio nacional del 65%.
El caso de los casi 3000 niños y niñas desalojadas junto a sus familias de las tierras de Guernica, ya adelantaba el doloroso número que hoy se ve expresado en estas cifras.
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En ese marco hace unas semanas atrás el Gobierno de la provincia declaró que realizará un “relevamiento geográfico” que permita detectar dónde se encuentran las infancias y adolescencias que trabajan en la provincia. Esto que fue presentado con bombos y platillos da cuenta que en 40 años de peronismo (y un mandato del macrismo), y con crisis económicas de por medio, como las del 2001, nunca existió la intención política de realizar un relevamiento sobre la situación de los niños, niñas y adolescentes que trabajan en nuestra provincia. Dejándoles a los empresarios vía libre para la explotación infantil y para que comprendan a “toda la familia” como una unidad productiva para sus intereses.
Han pasado 13 años desde la promulgación de la ley 26.390 de Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente, y 18 años desde la creación de la Comisión Provincial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (COPRETI) que funciona desde el 2004 en el ámbito del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires. Sí, a casi 20 años de esta comisión, recién el año que viene se realizará el primer “relevamiento geográfico”.
Vayamos unos años atrás en el tiempo:
La tardanza en el relevamiento geográfico y la falta de políticas reales para erradicar la explotación laboral infantil no es gratuita para quienes la padecen. En el transcurso de todo este tiempo hubo y hay casos emblemáticos que lo demuestran.
En el año 2010 Ezequiel Ferreyra de 6 años muere de un tumor cerebral por trabajar con agrotóxicos en la localidad de Pilar, en la empresa avícola Nuestra Huella S.A., un gigante exportador de huevos y proveedor de los grandes hipermercados del país. Allí Ezequiel, con tan sólo 4 años, comenzó a manipular venenos con elementos cancerígenos. Junto a su familia, que habían traído de Misiones con promesas de un futuro mejor, trabajaban en condiciones de esclavitud, con cerco electrificado incluído. Cientos de familias eran esclavizadas en las 70 granjas ubicadas en Pilar, Zarate, Campana, Exaltación de la Cruz y Córdoba. Al día de la fecha, aún siendo de público conocimiento estos datos, los dueños de la empresa gozan de impunidad.
Si retrocedemos unos años más nos topamos con la crisis del 2001. Miles de familias expulsadas del mercado laboral se vieron obligadas a viajar en los trenes blancos desde el conurbano a la capital para cartonear y sobrevivir. Hacia el 2005 un 50 % de dicha población eran menores, y un 32 % de la totalidad tenían menos de 14 años, según la OIT UNICEF, 2005.
Lejos de tener una política que garantice trabajo genuino para los adultos responsables y naturalizando la práctica del cartoneo hoy en día muchas familias de La Carcova, en José León Suarez, recurren a revolver la basura del Ceamse legalmente 1 hora por día.
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Según la Fundación Educar, Integrar y Crecer, la mitad de los niños están en riesgo de trabajo infantil y la situación empeora en las niñas, que además de cartonear se hacen cargo de las tareas domésticas.
Los empresarios de los rubros textiles y comerciales también se benefician de la explotación laboral infantil. El mercado central es un mundo aparte, dicen. Allí el trabajo infantil está presente a la vista de todos. En 2016 una niña de 11 años nos relataba que trabajaba más de 10 hs. por 250 pesos al día.
Mientras siguen en funcionamiento unos 15.000 talleres clandestinos en el Gran Buenos Aires, según la Fundación La Alameda más de 100 marcas fueron denunciadas por utilizar mano de obra esclava y trabajo infantil en talleres clandestinos. Todas marcas conocidas como Soho, Kosiuko, Montagne, Cheeky y Awada (de la esposa de Macri y su familia), entre otras.
La reconocida feria La salada en Lomas de Zamora, fue denunciada en el año 2015 por proveerse de talleres clandestinos que además del trabajo esclavo tenían menores trabajando junto a sus familias. Ese mismo año un niño de 13 años es rescatado de un taller textil en La Matanza, allí trabajaba junto a su madre y otros 14 trabajadores en condiciones de hacinamiento. Dos años antes, una niña de 14 años trabajaba 11 horas de jornada diarias en la localidad de José C. Paz en un comercio y se transformó en la primera denuncia penal. ¿Cuántos niños más están siendo explotados laboralmente en el territorio bonaerense?
Con la pandemia la situación se agrava para las infancias y adolescencias en el conurbano. Hablamos con ellos.
En el AMBA un 47 % de adolescentes no cuenta con internet fijo o computadoras según la UCA y la Defensoría del Pueblo. Por su parte el Observatorio de la Deuda Social Argentina a fines del 2020 afirmaba que el 31% de los hogares con niños no tienen conexión a servicios de internet. Hoy la falta de servicios de internet y dispositivos significa no poder acceder a la educación. En el marco de una situación socioeconómica que golpea fuertemente a las familias trabajadoras y pobres.
Muchas de estas infancias y adolescencias ven sus trayectorias educativas interrumpidas y son empujados por la realidad social a salir a trabajar dejando sus estudios en un segundo plano.
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En primera persona, Juan de 14 años un niño que vive en un barrio pobre de José C Paz nos comenta que« “ayudo a mi mamá, tengo chanchos, gallinas, patos. Les doy de comer, les doy agua.. con la escuela maso, es difícil"» .
Por otro lado Lucas, un niño de 8 años que pertenece a una familia numerosa, reconoce que el ingreso familiar proviene de una estrategia de supervivencia familiar: «”Yo ayudo en la casa, a limpiar, ir a cartonear"»
En la provincia de Buenos Aires recién el año que viene se podrá tener una visión clara sobre la explotación laboral infantil en el territorio. Estos datos son necesarios para detectar y confirmar experiencias como las mencionadas, que estuvieron a la vista de todos los gobiernos peronistas que han gobernado la provincia.
Para frenar el trabajo infantil en estos momentos de crisis, se debe restituir la IFE de 40.000 pesos como sostiene el Frente de Izquierda. La pelea por un trabajo genuino para todas las familias trabajadoras y sectores populares de nuestro país. garantizar la educación y espacios de juego se hacen urgentes políticas de Estado que dejen de beneficiar a los grandes empresarios textiles, del campo, del comercio y la larga lista que se beneficia de su existencia, pero también de las grandes empresas de telecomunicación para brindar el derecho elemental a la educación y dejar de ser cómplices de quienes se enriquecen a costa de la vida y la infancia de millones en la provincia.