Arrancó la última tanda de elecciones en la UBA. Los debates que se abrieron durante el conflicto educativo sobre el Movimiento Estudiantil ahora se trasladan a las urnas. Hablamos con Sabrina, candidata por En Clave Roja en la facultad de Psicología

Javier Nuet @javier_nuet
Martes 23 de octubre de 2018
Sabrina tiene veintitres años y hace cuatro estudia Psicología en la UBA. Esta semana es candidata a la vicepresidencia del Centro de Estudiantes de su facultad por En Clave Roja en la lista 6. Desde La Izquierda Diario conversamos sobre el conflicto educativo, sus inicios en la militancia y cómo ve la situación nacional.
¿Qué reflexiones tenés sobre todo el conflicto educativo de los últimos meses?
Creo que lo más interesante para pensar es que no solo fue una lucha por el salario docente sino que trascendió eso y empezamos a cuestionar mucho más profundamente los ataques de conjunto a los trabajadores, a los docentes o a la salud.
Por otro lado también pusimos en cuestión quiénes deciden en la universidad y sobre nuestra educación. Las autoridades salían por los medios a decir que éramos antidemocráticos o violentos por tomar medidas de lucha. Una minoría de dinosaurios que decide qué contenidos tenemos que estudiar y que pone nuestros conocimientos al servicio de una pequeña minoría de la sociedad. Surgió la comisión de democratización, que busca mostrarle al conjunto de les compañeres que tenemos que pelear por una universidad en la que todos podamos decidir: estudiantes, docentes y no docentes. Y que esté al servicio de les trabajadores y las grandes mayorías.
¿Cómo creés que quedó después de eso el panorama para las elecciones?
Creemos que ahora va a haber un balance sobre cómo actuaron las distintas agrupaciones frente al conflicto. Por un lado está el EDI-Franja Morada, que mostró que es la agrupación estudiantil del decano Biglieri y que responde al Gobierno Nacional. Intentaban romper las asambleas violentamente.
También veremos cómo actuó la actual conducción del Centro de Estudiantes, el Impulso, que quiso levantar la lucha cuando había muchas fuerzas para seguir. No quieren enfrentar realmente al Gobierno. Pretenden esperar al 2019 porque responden al kirchnerismo.
Nosotres pusimos en pie una lista de la izquierda en un plenario abierto con estudiantes independientes, que sacaron la conclusión después del conflicto de que la pelea es ahora, de que es el momento de enfrentar al Gobierno junto a los trabajadores y a las mujeres y todos los sectores que estamos saliendo a pelear.
Van a ser elecciones distintas a las que solemos vivir en psico, donde se van a poner todas esas discusiones sobre la mesa.
¿Cuál es la propuesta de "La Izquierda al frente + independientes"?
Nos proponemos refundar el centro desde abajo, para que sea una herramienta de lucha que esté a la altura de las peleas que se nos plantean como Movimiento Estudiantil en un contexto de ajuste, mientras Macri hace acuerdos con el FMI con la complicidad de los gobernadores del peronismo.
¿Hace cuánto empezaste a militar? ¿Qué significa para vos la militancia?
Empecé a militar en el 2016, hace dos años durante el último conflicto estudiantil. La pelea en ese momento era por el boleto educativo, a partir de los primeros tarifazos del Gobierno. Yo no tenía nada que ver con la política. Incluso iba a la iglesia desde muy chiquita.
Se me estaba haciendo difícil pagar el colectivo para llegar, porque vivía lejos. Un montón de compañeres estaban en la misma situación. Empecé a participar de las asambleas y a darme cuenta de que “algo” en este sistema no andaba bien. Me di cuenta de que quería cambiar no solo la universidad sino a la sociedad. Ese fue uno de los motores que me involucró cada vez más. Me llevó a cuestionarme por qué durante tanto tiempo de mi vida me banqué que me hicieran ir a la iglesia. Me sentí oprimida. Era una mujer a la que obligaban a hacer algo que no quería. Por eso hoy digo que estoy siempre con las pibas, nunca con la iglesia.
En ese camino, entendí que había partidos que se organizaban con esas iglesias y otras instituciones para que las riquezas y el poder lo sigan teniendo unos pocos. Entonces decidí organizarme en un partido, el PTS, que pelea con los trabajadores, con las mujeres, pero no solo para las luchas de hoy sino para terminar con el capitalismo y pelear por otro futuro, uno socialista. Un futuro y un mundo en el que valga la pena vivir.
¿Cómo ves este momento del país y al gobierno de Macri?
Creo que es un escenario muy complicado. La derecha avanza no solamente en Argentina sino también en Brasil, donde se fortalece un facho como Bolsonaro. Tenemos que ser conscientes de quiénes son nuestros enemigos, porque Cambiemos no actúa solo, sino que tiene la complicidad de todos los partidos que transan con la iglesia, con los empresarios, con las burocracias sindicales, que no quieren enfrentar el ajuste terrible que se está llevando adelante sino más bien plantean “esperar al 2019”, una estrategia que ya mostró en Brasil que no es ninguna solución y que le abre paso a los reaccionarios. La pelea es ahora y en las calles.
¿Qué rol pensás que pueden jugar los centros de estudiantes?
Tenemos el desafío de recuperarlos para refundarlos de la mano de cientos y miles de estudiantes que vienen demostrando que quieren luchar. Necesitamos ser miles para enfrentar los planes de ajuste. El rol de los estudiantes va a ser fundamental en esta pelea.
Creés que les pibes de tu edad tienen algo por hacer en la situación actual?
Venimos mostrando que apenas empezamos a levantar la voz, como lo hicimos en Córdoba, en Jujuy, acá en Buenos Aires, no incentivamos solamente a más compañeres sino a sectores de trabajadores, como contaban los Astilleros de Río Santiago en La Plata, que decían que ver estudiantes en lucha les había moralizado. Esa alianza es la que necesitamos para enfrentar el ajuste. Es la que tanto asusta al Gobierno y a la iglesia. Por eso no quieren que se profundice y las conducciones burocráticas hacen lo posible para frenarlo. Nosotros tenemos el desafío dar esa pelea porque nos están robando el presente pero también nos quieren robar el futuro.