Tras una nueva visita a la Argentina, repasamos la carrera musical de uno de los artistas más vanguardistas que tuvo la historia: John Lydon (ex Johnny Rotten).
Domingo 14 de agosto de 2016
Fotografía: Pablo Piñeiro
Líder de los escandalosos Sex Pistols, aquella mítica banda punk inglesa que estableció los parámetros musicales, estéticos y de actitud de ese efímero género que en 1977 sacudió los cimientos estéticos del rock a partir de un disco revolucionario: Nevermind the bollocks, here’s the Sex Pistols (“Al carajo con los boludos, acá están los Sex Pistols”) definió un antes y un después y partió las aguas del rock como movimiento. El propio Lydon le puso punto final a una situación que intuía lo llevaría a ser fagocitado por el show business. Cerró el último concierto de la primera gira americana (lo que a la postre sería el último concierto de la banda) con un “¿Sintieron alguna vez estar siendo estafados?”, retórica pregunta que interpeló no sólo a los presentes en el Winterland Arena de San Francisco, sino a todo el sentido común del rock’n’roll, y que inevitablemente resuena hasta el día de hoy. La respuesta lo incluía a él mismo.
Así es que antes de que la creatividad del punk alcance su punto de inflexión y con tan sólo 22 años, el joven Lydon ya había formado Public Image Ltd., un combo volcado a expandir hasta límites insoportables los parámetros estéticos del rock en general y del punk en particular: sus dos primeros álbumes, First issue (1978) y Metal box (1979) siguen sonando revolucionarios por la forma en la que sintetizan con una creatividad única la prescindencia de recursos técnicos y la incorporación de disímiles influencias vanguardistas, como el krautrock, el rock progresivo, el dub jamaiquino, las distorsiones chirriantes y la experimentación con la escasez de recursos y las (de)formas.
Esto sin olvidar los desafíos a su público, al que acusaba de haber malentendido su mensaje y haberle vaciado de contenido su propuesta: “nunca escuchaste una palabra de lo que dije / sólo te guiaste por cómo me visto/ ¿no era el interés muy profundo? / debe haber sido el color de mi cabello / nunca supiste bien qué querías / detrás de la imagen había ignorancia y miedo / te escondés tras su máquina pública / todavía seguís los mismos viejos esquemas. Comenzaba el llamado post punk: dos años antes de empezar la década, el rock paría los amados (y odiados) años ochenta de la mano de un geniecillo díscolo e inquieto.
Los caprichos y manías ególatras llevaron a John Lydon a desarmar esta primera versión de PiL y dar un par de pasos en modo transición (lo que incluyó la discutible decisión de tomar clases de canto y volverse más predecible, mañoso y redundante en la forma) hasta redondear un estilo que fue mutando hacia el funk, el metal y el rock más virtuoso a partir de la segunda mitad de los ochentas, pero que a su vez lo vieron amigarse y animarse con las melodías hasta permitirse tener un par de éxitos en los charts, como el himno Rise, Seattle o Don’t ask me. En 1993 terminó esta segunda etapa que lo dejaría alejado de su banda y de la música hasta 2011, con las excepciones de su disco solista Psycho’s path (1997) y las oportunas (y dudosas) reformas de los Sex Pistols.
Radicado ahora en Los Ángeles, llegaría el tan esperado regreso a los estudios con el declaratorio This is PiL (2012), con el que Lydon y compañía recorren lo más destacable de su vasta cosecha discográfica: bases funk y disco, guitarras duras y la implacable e inconfundible rabia de sus cuerdas vocales chillando contra el conformismo, la hipocresía y el modo de vida exuberante y frívolo de occidente, quedarían confirmados con el sólido What the world needs now… (2015) que los cuarenta años de coherencia artística no se ven todos los días. El persistente Juanito Podrido sigue dando fe de tamaño peregrinaje.