El pasado mes de octubre en Estados Unidos se convirtió en el “striketober” gracias a una oleada de huelgas de trabajadoras y trabajadores de la salud, las comunicaciones y el entretenimiento, y hasta núcleos duros como el de la manufactura. ¿Cómo afecta a la clase trabajadora en México?
Viernes 12 de noviembre de 2021
En el país del norte, las condiciones laborales son en extremo anti derechos de los trabajadores, los empleadores han adoptado una estrategia para ir encareciendo la vida laboral poco a poco, haciendo que aquellos que van ingresando como trabajadores nuevos tengan menos derechos que las generaciones anteriores.
Ante esta situación ¿Qué está pasando en EE. UU.?
Las y los trabajadores no se quedaron callados, el Bureau of Labor Statistcs (BLS por sus siglas en inglés) contó alrededor de 12 huelgas en lo que va del año 2021 a comparación del año pasado, donde contabilizó 8. Esto, sin agregar las decenas de conflictos que por involucrar a menos de 1000 trabajadores y/o durar menos de un turno completo, no califican como “huelga”.
En total, alrededor de 100 mil trabajadores sindicalizados ya han estado en manifestaciones o han votado irse a huelga en demanda de un aumento salarial, por reducción de las jornadas laborales, mejores condiciones y beneficios en sus trabajos, así como más horas de descanso.
Además de esto, se ha dado otro fenómeno que se ha conocido como “la gran renuncia” que consiste en que trabajadores no organizados y, sobre todo, los sectores de bajos salarios y peores condiciones han decidido abandonar sus empleos y no volver, lo que ha hecho que grandes empleadores como Walmart y Amazon se vean obligados a aumentar levemente el salario u ofrecer otras compensaciones para retener a sus empleados o para incorporar nuevos. Tan sólo en agosto renunciaron 4.3 millones de trabajadores, un equivalente al 3% de la fuerza de trabajo.
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¿Y en México?
La precarización laboral, que significa el arrebato de los derechos de las y los trabajadores, pasa también en el resto de los países del continente americano, que han sufrido las reformas laborales producto de la aplicación de los planes neoliberales desde la década de 1980. Esto ha significado que las nuevas generaciones tengan contratos más flexibles y vayan perdiendo derechos con respecto a las anteriores.
La pandemia también vino a significar un avance contra los derechos laborales, pues hubo exceso de horario laboral, recortes de salarios o trabajo de horas sin pago, tareas fuera del contrato original, división de trabajadores por salario percibido o por carga laboral.
No es en vano que hayan habido múltiples muestras de descontento por parte de trabajadores de la salud, jubilados, trabajadores estatales, obreras, trabajadores de prensa, que han denunciado también las nulas condiciones sanitarias en pandemia, los contagios y decesos entre trabajadores y sus familias.
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El movimiento que hay en Estados Unidos nos muestra que no solo en los países pobres o en desarrollo, como suelen llamarnos al resto de países americanos, es en donde surgen las pésimas condiciones laborales y el desempleo sino también en países avanzados o en el mismo corazón del sistema capitalista como lo es EE. UU., donde los y las trabajadoras encuentran motivos para protestar, no sólo porque no tienen nada que perder al enfrentar la negación de sus derechos, sino porque tienen todo que ganar para ellos y las futuras generaciones.
Una frase que se repite entre los huelguistas estadounidenses es que no pelean sólo por ellos, sino también por los derechos de hijos, familiares, vecinos, expresando su rechazo a que haya trabajadores de primera y de segunda.
Nos quitaron los sindicatos y el deseo de tenerlos, se han convertido en un derecho que se ha ido empobreciendo. Las patronales (o los empresarios) los difaman frente a los trabajadores como si fueran algo negativo y es que la burocracia sindical al servicio del Estado o de las grandes empresas patronales, en efecto, es un estorbo para las y los trabajadores dificultando su organización. Sin embargo, si todos estos trabajadores que hoy se encuentran desarticulados, luchando en lo individual o por empresa por mejores condiciones laborales o en contra de la explotación, recuperan sus espacios sindicales de manos del charrismo para convertirlos en verdaderas herramientas de lucha por nuestros derechos, podríamos terminar con las condiciones actuales y asegurar condiciones dignas para todas las y los trabajadores, tanto en México como al otro lado de la frontera.
Esto, a partir del impulso de asambleas en cada centro de trabajo junto con la creación de comités de lucha en los que participen tanto trabajadores sindicalizados como no sindicalizados intercambiando ideas para llegar a acuerdos y avanzar de manera conjunta, .
No solo por nosotros que trabajamos ahora, sino también, por el futuro que le espera a nuestra niñez y juventud, por las condiciones de vida que nos merecemos.
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