La exigencia de un protocolo triestamental contra el acoso y abuso sexual se instala por la movilización de cientos de estudiantes el año 2016. ¿Qué significa la actual propuesta que llevó adelante la federación junto a las autoridades para establecer un procedimiento que regule estos casos entre los estudiantes? ¿Es suficiente?

Karla Peralta Díaz Médica en Antofagasta, Pan y Rosas
Lunes 7 de mayo de 2018
Estas semanas se ha instalado el debate y el repudio a la violencia machista en distintos ámbitos por diversos casos horrendos contra mujeres y niñas, tanto a nivel nacional como internacional.Esto se ha visto reflejado también en las universidades del país, donde se han incrementado las movilizaciones contra el acoso y abuso sexual, realizándose incluso tomas por esta temática.
Coincidentemente en estas semanas, las autoridades de la Universidad de Antofagasta (UA) no quisieron quedarse atrás y aprobaron, en negociaciones con la Federación de Estudiantes de la Universidad de Antofagasta (FEUA), un “procedimiento especial de sumario para casos de acoso y abuso sexual, y discriminación arbitraria”.
¿Qué significa esta propuesta de “protocolo” de la FEUA?
A pesar del intento de la federación, actualmente dirigida por las Juventudes Comunistas, por adjudicarse la realización de un “Protocolo Contra el Acoso”, este procedimiento especial, si bien es un avance mínimo, no es un sinónimo.
En primer lugar, sólo corresponde a una modificación del reglamento del estudiante de pre-grado, por lo que solamente regulará las relaciones entre estudiantes. Dejando por fuera la relación jerárquica entre docente y estudiantes, que muchas veces actúa como un medio para llevar adelante acciones de acoso y/o abuso sexual, como los que hoy se encuentran denunciados en la UA.
Por otra parte, no debemos olvidar que la generación de un protocolo contra el acoso y abuso sexual no es una buena idea de la federación de turno producto de las “innumerables reuniones con la autoridad universitaria”, sino, parte de una conquista de las y los estudiantes a través de la movilización y paralización de la universidad durante el año 2016.
Además de esto, nuestra exigencia era un protocolo de carácter triestamental, realizado a través de comisiones abiertas y triestamentales que permitieran además la reflexión y problematización de conjunto sobre este tema. Esto tampoco se cumplió, al contrario, se llevó a cabo en negociaciones cerradas entre la FEUA-SEG y las autoridades de la universidad, sin mostrar ningún avance a los estudiantes, ni abriendo los espacios para discusión y deliberación para crear un protocolo que no sea acorde a lo que las autoridades pueden y quieren dar sino, a la medida de las y los estudiantes, funcionarias/os y docentes.
Es más, hasta el día de hoy, este documento es desconocido para la mayoría de los estudiantes, descansando en los correos electrónicos de los centros de estudiantes, pero sin ningún intento real por parte de la federación de que llegara a los estudiantes de base, sin concretarse en ningún momento las jornadas de discusión prometidas.
¿Qué pasa entonces con las trabajadoras de la UA? Vamos por un protocolo triestamental y la lucha contra la precarización laboral
El hecho de que no sea un protocolo triestamental, deja por fuera a las funcionarias y académicas que podrían verse o que se ven actualmente expuestas a casos de este tipo de violencia de género, imposibilitadas de poder hacer cualquier tipo de denuncia.
La lucha contra la violencia de tipo sexual hacia las trabajadoras, no puede ir desligada de la lucha contra la violencia en el ámbito laboral, debemos dar una batalla por terminar también contra la inestabilidad laboral que afecta en gran medida a las mujeres trabajadoras, ya que, esto se convierte en un freno real a la hora de denunciar, incluso si existiese un protocolo, debido a que es la inestabilidad de sus contratos, como el de a honorarios, y condiciones de trabajo las que generan un temor de arriesgar el puesto laboral, perdiendo el sustento de vida de ellas y sus familias.
La lucha contra el acoso y abuso sexual, y la pelea para acabar con el autoritarismo universitario y conquistar una educación no sexista deben unirse.
Muchas de las universidades donde hoy se han levantado movilizaciones, marchas e incluso tomas, cuentan con protocolos contra el acoso y abuso sexual al interior de su casa de estudio, sin embargo, esto se ve entorpecido con un elemento muy arraigado en el sistema educativo: el autoritarismo universitario.
Las autoridades a nivel nacional han sido el primer freno para que se logre conquistar por parte de las y los estudiantes un protocolo de este tipo, y una vez conquistado son esas mismas autoridades que se oponen a cada movilización estudiantil, posicionándose de esta manera en contra del fin de este modelo de educación sexista, heteronormativo y de mercado, las que la mayoría de las veces tienen la palabra final entorpeciendo las denuncias.
Esto no está lejos de la realidad de la UA, ya que, la propuesta federativa otorga a las autoridades un peso importante, solamente las figuras del Vicerrector Académico, Decanos, Directores de institutos no adscritos a facultad y el Director General estudiantil podrán ordenar instruir un sumario. Esto sumado a que la composición de la comisión que llevará adelante los sumarios es totalmente desigual: 4 representantes de los académicos y 1 representante estudiantil.
Por eso, debemos proponernos terminar con el autoritarismo universitario que entrega el poder a este grupo de personas que no representa realmente a nadie, porque no son electos por la comunidad universitaria, exigiendo la votación de los cargos unipersonales y el paso a un cogobierno triestamental donde estudiantes, docentes y funcionarios podamos decir y no solo opinar.
Debemos discutir en nuestras asambleas de carrera que las comisiones que tomen en sus manos las denuncias deben ser independientes, triestamentales y resolutivas. Junto a la necesidad de una educación no sexista ni heteronormativa y exigir el impulso de jornadas triestamentales resolutivas para debatir acerca de qué salida necesitamos contra la violencia de género en las universidades.
Sin embargo, no podemos pretender terminar con la violencia de género hacia las mujeres sólo a través protocolos contra el acoso enmarcados en las paredes de nuestras universidades. Debemos proponernos la tarea de organizar un movimiento de mujeres que no busque pelear sus demandas de manera aislada, sino que las una a las demandas del movimiento estudiantil y pelee junto a toda la clase trabajadora, los estudiantes, la diversidad sexual y los distintos sectores oprimidos, buscando volcar toda nuestra fuerza a las calles, para proponerse cambiar no solo el sistema capitalista y patriarcal que nos violenta, sino también el orden económico establecido que lo sustenta y que día a día reproduce la violencia hacia las mujeres.

Nancy Lanzarini
Profesora de Lenguaje y Comunicación.