Cada día, docentes de todos los niveles en escuelas privadas nos enfrentamos a terribles condiciones laborales que precarizan aún más nuestras vidas, mientras que bajo la mirada cómplice del gobierno, empresarios y charros, la educación se convierte en un negocio.
Jueves 1ro de diciembre de 2022
Desde el inicio de la educación en línea producto por la pandemia, denunciamos que las y los maestros de escuelas privadas y públicas, vivíamos la precarización de nuestra labor docente. Estas condiciones de trabajo no son nuevas, ya existían previo al encierro con la vuelta a clases presenciales, se mantuvieron.
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¿En qué condiciones trabajan las docentes de escuelas privadas?
En las escuelas privadas, las y los docentes no tenemos estabilidad laboral. Es decir, muchos de nosotros no contamos con contrato, lo cual nos priva de derechos como aguinaldo, vacaciones, seguridad social y acceso a la vivienda.
En caso de tener contrato, éste va de los seis meses al año y concluye cuando termina el ciclo escolar. Si los directivos o dueños de las escuelas solicitan de nuevo nuestros servicios educativos, nos dan un nuevo contrato y esto impide que obtengamos antigüedad y derechos como el de la basificación y sindicalización. Si su decisión es que no volvamos a dar clases en su colegio no hay mayor repercusión, pues el no tener contratos o tener uno con corta vigencia, dificulta reconocer la relación laboral y que el término injustificado de ésta, no tenga consecuencias legales para el patrón.
Además, nuestros horarios no contemplan otras tareas como calificación o preparación de clases, pues al pasar todo el día frente a grupo, ese trabajo lo llevamos a casa en horas que no son pagadas. A esto se suman las citas constantes con madres y padres de familia de todos los alumnos para comentar el avance o dificultades que observamos.
Es sabido que en las escuelas privadas priman las actividades recreativas, festivales y muestras en distintas fechas que también corren por nuestra cuenta: la preparación de los eventos, la decoración y nuestra participación incluso en horas o días no laborales, son parte de la explotación que vivimos.
Al no haber estabilidad laboral y violación de nuestros derechos de manera continua y sin ninguna repercusión, en las escuelas privadas nos enfrentamos a la constante rotación de todo el personal docente. Esto representa una carga laboral extra ya que aquellas horas que quedan sin docentes, son cubiertas por las y los demás maestros sobre la base de que los patrones se guarden en los bolsillos el pago del docente que despidieron y se ahorren el salario de suplentes. Esta rotación juega, al mismo tiempo, como un impedimento para tejer vínculos más profundos y solidarios con nuestras compañeras de trabajo y así buscan desorganizarnos.
Todo esto se vuelve una situación cada vez más dura para las y los docentes, en el marco de que en el negocio de la educación privada se pretende vender como “calidad educativa”, pero ¿qué calidad se puede dar, cuando trabajamos con brutales condiciones de precarización y explotación?
Explotación y violencia patriarcal
El magisterio es un gremio conformado mayoritariamente por mujeres, lo cual no sólo nos expone a condiciones de trabajo precarias, sino también a la violencia patriarcal que azota nuestras escuelas y a nuestro país.
En México se asesinan a más de 11 mujeres al día y el caso de la maestra Mónica Citatlalli nos muestra que no estamos exentas de esta situación, pues nos exponemos día a día a no llegar a nuestros trabajos o volver a nuestras casas.
Este gobierno como los anteriores, que ha permitido que la educación sea una mercancía y no un derecho básico, es el mismo que propicia condiciones de precarización y explotación laboral para la mayoría de nosotras, mientras que perpetúan las condiciones de vida que sirven como caldo de cultivo para que la violencia se extienda y tenga como último escalón, el feminicidio de nuestras hermanas, compañeras y alumnas.
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¿Cómo enfrentarnos a esta situación?
Es claro que la lucha contra la violencia y la precarización, no pueden ser una tarea sólo de las mujeres y maestras. Es necesario unirnos con nuestros compañeros docentes así como con el conjunto de la comunidad educativa y la clase oprimida a la que pertenecemos. Basta de creer que nuestras vidas le importan a los directivos y los dueños de los colegios, pues lo único que hacen es privilegiar sus ganancias a costa de nosotras y de la educación de nuestros niñes.
Es urgente construir la unidad entre docentes de escuelas privadas y públicas, sindicalizados y no sindicalizados, pues el enemigo no es otra maestra o maestro, sino los patrones en complicidad con el gobierno y la burocracia de la SEP y el SNTE, que nos niegan los derechos más básicos.
Tenemos que recuperar los sindicatos para incorporar a los sectores que hoy no están aún organizados y que unifiquemos las demandas entre sí, así como con otros sectores para golpear con un solo puño a quienes nos oprimen y explotan.
Si tú eres docente de escuela privada y vives situaciones como las que describimos en esta nota, te invitamos a enviar tu denuncia para publicarla de manera anónima en La Izquierda Diario México.
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