Para nadie es un secreto que el Estado de Israel está cometiendo un genocidio y limpieza étnica en Palestina, a lo que las personas LGBTIQ + no debemos ser ajenas; puesto que la historia de nuestra comunidad ha estado marcada con persecusión, represión y opresión. Que estos lazos de solidaridad nos lleven a marchar para avanzar en nuestros derechos pero, también para levantar la voz contra el genocidio en Palestina.
Sábado 8 de junio de 2024
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A finales del mes de junio, como todos los años, salimos a marchar alrededor de todo el mundo para conmemorar el día del orgullo de la diversidad sexual; este año nos encontraremos con la particularidad de que en todo el mundo, incluyendo países centrales y no centrales como America Latina, la juventud se levanta en solidaridad con el pueblo palestino, siendo blanco de represión por parte de los distintos gobiernos cómplices e incluso por parte de las mismas autoridades universitarias, como por ejemplo en los casos de persecusión por parte de autoridades universitarias de Estados Unidos a estudiantes movilizados en solidaridad con el pueblo palestino, o como la represión que hubo frente a las embajadas de Israel en México y Costa Rica, con la complicidad de sus respectivos gobiernos. La comunidad LGBTIQ+ tiene la tarea estratégica de solidificar los lazos con la causa de la liberación del pueblo palestino; porque la comunidad entiende de una historia de represión y opresión pero además; porque tenemos un enemigo en común, el imperialismo.
El Estado de Israel se ha presentado como un aparato político “progresista” en tanto que se muestra, entre otras cosas, como “gay friendly”; pero en realidad, es una fachada para tapar políticamente la colonización y el estado de apartheid que han estado imponiendo sobre Palestina desde hace más de setenta años. En contraste, el discurso de la derecha es que la comunidad LGBTIQ+ no puede apoyar la causa palestina, porque el pueblo palestino es homofóbico, bifóbico y/o transfóbico. El imperialismo hace uso de la lucha de la comunidad LGBTIQ+ cuando les conviene y cómo les conviene, a esto se le conoce como pinkwashing. Israel ha empleado descaradamente el pinkwashing pero también, este fenómeno se hace presente en la marcha del orgullo; en el cuál inundan la marcha de carrozas de empresas que obtienen ganancias a partir de la publicidad que les brinda vestirse de nuestros colores, mientras que explotan a sus trabajadores. Este uso corporativista de la marcha resulta en un debilitamiento en la discusión política y por lo tanto, un debilitamiento a la hora de defendernos de ataques como a los del proyecto de ley que pretende prohibir las mal llamadas “terapias de conversión”; la mercantilización de la marcha es un obstáculo que impide que esta sirva de plataforma para luchar por derechos como el cupo laboral trans o la ley trans. El pinkwashing no puede ser un impedimento para que salgamos a marchar para defendernos de los ataques a nuestra comunidad, para exigir nuestros derechos, y para aliarnos y solidarizarnos con otros sectores de explotados y oprimidos, la clase trabajadora.
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La máscara “gay friendly” se cae cuando vemos a los sectores más conservadores apoyar el genocidio en Palestina. Como dijimos, la retórica de la derecha es que la comunidad no puede solidarizarse con el pueblo palestino porque son sectores antagónicos, pero la derecha igual puede atacar nuestros derechos, por lo que también sería erróneo verla como un posible aliado. Como en el caso de la derecha francesa que defiende el genocidio en Palestina, a la vez de que se encuentra impulsando un proyecto de ley que pretende perseguir a trabajadores y trabajadoras de la salud que ayuden a personas transexuales menores de edad a realizar su transición. En Costa Rica, la derecha no es muy diferente, los conservadores avalan el genocidio en Palestina; bloquean el proyecto de ley que pretende prohibir las torturas a personas sexualmente diversas bajo el nombre de “terapias de conversión”; y luego diputados de Nueva República salen a decir en la asamblea legislativa, que las personas sexualmente diversas que apoyan al pueblo palestino, son poco congruentes puesto que el pueblo palestino es homofóbico, cuando el mismo diputado David Segura de Nueva República se ha dejado decir con anterioridad que la homofobia no existe.
Por estas razones y en el contexto en el que vivimos, asumir una amplia solidaridad con el pueblo palestino es de suma importancia puesto que nos ayuda a tejer una alianza ética y estratégica con otros sectores, y que así podamos posicionar solidaridad con la comunidad sexualmente diversa de Francia que hoy está movilizada por los derechos de comunidad transexual de ese país y en contra su gobierno, mismo gobierno contra el cual la juventud también se está movilizando en apoyo a Palestina. Saludamos a la izquierda francesa consecuente que se moviliza en ambos espacios, creando puentes de solidaridad entre ambos sectores.
La solidaridad de la que hablamos no es una en abstracto; la solidaridad de la que hablamos es tan concreta y nos atañe tanto, que incluso activistas transexuales han sufrido de violencia policial, hostigamiento y tortura psicológica por parte de la fuerza pública por su apoyo a la causa Palestina; lo cual incluye amenazas, matoneo, un policía ahorcó a una compañera casi al punto de la asfixia, que hayan encerrado a compañeras en celdas de hombres poniéndoles en riesgo, entre otras cosas. Como podemos ver, tanto en Francia como en Costa Rica, como alrededor del mundo, la lucha por la liberación de Palestina encuentra muchos espacios en común con la comunidad LGBTIQ+.
En este sentido, la solidaridad con las luchas del resto de la clase trabajadora de manera estratégica contra el imperialismo y contra los patrones y empresarios, es precisamente la clave para que nuestra lucha se nutra cada vez más y tengamos las herramientas políticas para fortalecer reivindicaciones como el cupo laboral trans y para defendernos de las terapias de conversión, ya que estamos peleando contra fuerzas políticas similares y cómplices entre sí, si es que directamente no son las mismas.
Finalmente y como parte de la solidaridad entre los pueblos, marchamos y nos solidarizamos junto con la lucha de la comunidad LGBTIQ+ nicaragüense quienes muchas de estas personas se ven imposibilitadas de luchar contra la brutal precarización, represión y persecución en su país de origen, puesto que se ven obligadas a migrar y refugiarse.
Por estas razones, invitamos a organizar un bloque donde podamos exigir estas y otras reivindicaciones y efectivamente, inundar las calles con un orgullo solidario y combativo este 30 de junio en San José para exigir que Costa Rica rompa relaciones diplomáticas con el Estado de Israel, manifestarnos por el cese al fuego en Palestina, por el cupo laboral trans, y la prohibición de las mal llamadas “terapias de conversión”. Además, remarcamos nuestra solidaridad con los y las estudiantes detenidas y perseguidas alrededor de todo el mundo, en las manifestaciones a favor de Palestina; solidaridad con la comunidad LGBTIQ+ que se moviliza en Francia contra los ataques tránsfobos de la derecha; y solidaridad con la comunidad LGBTIQ+ refugiada nicaragüense que demuestran una fuente inagotable de fortaleza, resiliencia y lucha a cualquier lugar que les toque migrar.