Jennifer era estudiante de la secundaria 24 de San Alberto, en La Matanza. Tenía 17 años y viajaba en el colectivo 96, que sale desde Pontevedra hacia San Justo. Hablar sobre su muerte, en un colectivo, cuando suben a robar, un pasajero dispara y Jennifer termina muriendo, es un debate controversial.

Virginia Gómez @mavirginiagomez
Martes 30 de junio de 2015 15:12
Soy docente en La Matanza, en las escuelas de “los kilómetros” como se dice. Convivo a diario con la vida de decenas de jóvenes que se creen que no tienen ningún futuro, ninguna posibilidad de salir de la situación que atraviesan. Recurrentemente le pregunto a las mujeres con qué sueñan, qué van a hacer cuando finalicen la secundaria, y es difícil encontrar una respuesta. Los jóvenes varones en cambio me responder tres posibilidades: hacerse “chorro” o “transa” como ellos mismos te dicen sin tapujos, obviamente “arreglado con los ratis”. O hacerse “poli” para recibir la beca que les da Scioli y te aseguras una remuneración mejor que el trabajo en cualquier fábrica. O desarrollar sus destrezas futbolísticas y terminar jugando en “Lafe”.
Esos son nuestros jóvenes de los kilómetros, los futuros “ni-ni”, a quines quieren condenar a ni trabajar ni estudiar. Pero sí son la “carne de cañón” de la Policía, que los hace trabajar para sus propios negociados, como lo demuestra el caso de Luciano Arruga.
Como es sabido en La Matanza, y se escucha en los colectivos, la Policía le pediría coimas a los choferes a cambio de que “no le revientes los coches en los kilómetros”. Sí, como leen, la policía le pide a los colectiveros que de sus propios salarios saquen mensualmente la coima para asegurarse que cuando están trabajando, manejando los coches por la Ruta 3 y entrando a los barrios, no suban a robarle. Si pagás no te tocan; si no pagas hacen que te toque, para que sí pagues.
¿Entonces quién mató a Jennifer?
Si nuestros jóvenes tuviesen un futuro de trabajo genuino y estable, de salarios acordes a los costos de vida actuales. ¿Esto hubiese pasado? Si tuviesen derecho a la vivienda única y familiar, becas para estudiar carreras necesarias para la sociedad, si no sufriesen la precarización laboral que beneficia a los patrones, y la precarización de su propia vida viviendo en barrios inundados, de recurrentes cortes de luz, sin cloacas: ¿esto hubiese pasado? No lo podemos saber. Pero sí sabemos que la Policía puede reclutar jóvenes aprovechándose de sus condiciones de vida y necesidades, que termina generando un enfrentamiento de pobres contra pobres. Y sobre la base de su poder, que se asienta en estar amparados por el Estado, extorsiona a los trabajadores del transporte pidiéndole coimas para que no les roben.
La muerte de Jennifer llega en plena efervescencia electoral, donde la única propuesta de los Scioli, Macri y Massa es el fortalecimiento de esa misma Policía que organiza el gran delito, que también amedrenta a organismos de derechos humanos, como la APDH o a los Familiares y Amigos de Luciano Arruga, que mata a un joven victima del gatillo fácil cada 36 hs. Lo que está en debate es si vamos a permitir que se fortalezca su poder de fuego, o si apostamos a fortalecer la lucha y organización de la juventud por sus derechos.

Virginia Gómez
Nació en Buenos Aires en 1982. Es Licenciada y Profesora en Enseñanza Media y Superior en Ciencia Política (UBA). Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en la zona Oeste del Gran Buenos Aires.