Una reflexión sobre qué feminismo necesitamos las mujeres trabajadoras y de sectores populares, para conquistar nuestros derechos.

Gaba La Izquierda Diario Antofagasta
Martes 11 de octubre de 2016
Las mujeres y la diversidad sexual hemos sido fuertemente discriminadas y violentadas a lo largo de la historia, y hoy no es la excepción. El capitalismo y el machismo, unidos vorazmente, nos han condenado a trabajar con sueldos bajos, subcontratadas, en condiciones inseguras, bajo presión y siendo punto de discriminaciones, acosos, malos tratos y faltas de respeto.
Consecuencia de lo anterior, es que nos endeudamos para poder financiar todos los gastos del mes, sufrimos accidentes, nos enfermamos física y mentalmente, enfermedades laborales que muchas veces no son cubiertas por las empresas, pero que terminan afectándonos tanto a nosotras como a nuestros hijos, hijas y familia.
La rabia, el cansancio y el dolor que causa todo lo anterior, nos ha llevado a cuestionarnos por qué seguimos siendo objeto de violencia, ya sea económica, física, sexual, psicológica, entre tantas otras, tomando ciertas acciones al respecto.
En nuestras relaciones de pareja hemos avanzado a cuestionar la dependencia y los malos tratos, muchas hemos decidido separarnos de quienes nos violentan, celan o prohíben nuestro desarrollo como personas. Una gran mayoría somos jefas de hogar, lidiando con la crianza de nuestros hijos e hijas, a la vez que trabajamos y nos hacemos cargo de los quehaceres domésticos.
En nuestros trabajos hemos comenzado a organizarnos por nuestros derechos como mujeres trabajadoras, impulsando comisiones de mujeres, como es el caso de la comisión de mujeres del Centro cultural Gabriela Mistral (GAM) y la fábrica Orica en Antofagasta, empresa de explosivos. Mujeres y diversidad sexual trabajadora que se ha propuesto participar de los sindicatos, de las huelgas y movilizaciones como por "No+AFP", donde miles salimos a las calles junto a nuestros compañeros de trabajo por el respeto a nuestra vejez y “por nuestra dignidad”, como nos dirían las trabajadoras de Eulen, empresa de aseo.
Inclusive muchas hemos llegado a la verdad de que es este sistema, donde un puñado de empresarios y millonarios se enriquece a costa de la explotación de una gran mayoría de trabajadores y trabajadoras, el que continua brutalmente sometiendo a las mujeres y la diversidad sexual a las peores condiciones de vida, relegándonos a ser ciudadanas de segunda categoría, con peores derechos, lo que nos deja expuestas a sufrir todo tipo de violencia, la cual este fin de semana quitó la vida de 2 mujeres en manos de sus parejas.
Por todo lo anterior, es que se hace urgente preguntarnos qué feminismo necesitamos hoy para liberarnos y vencer de una vez por todas el conjunto de estas miserias.
El gobierno de Michelle Bachelet junto a la Nueva Mayoría, levanta un Ministerio de la mujer, que nos dice que se preocupan de nuestros derechos, mientras impulsan una reforma laboral que deja sin el derecho a huelga a quienes trabajamos en contratistas y subcontratadas, y nosotras representamos el 70% de este total. Los sectores de izquierda que se ubican como más radicales, o colaboran "críticamente" con la Nueva Mayoría, como Jackson (Revolución Democrática) o de "autonomía" como Boric, no levantan una política hacia la conquista de derechos de las mujeres trabajadoras y pobres, no alientan su organización y la confianza en sus fuerzas, para que emerjan referentes y dirigentas trabajadoras, estudiantes, pobladoras, mapuches, desconociendo que son éstas las que pueden, en alianza con el conjunto del pueblo trabajador y pobre, terminar con la explotación y la opresión.
Sin embargo, hay una tercera voz alrededor del mundo que sí lo cree y se organiza para que efectivamente sea posible. Una voz que se propone arrancar hasta el más mínimo derecho a este estado capitalista pero con la perspectiva de conquistar verdaderamente la igualdad de género y la liberación de la humanidad, la que sólo llegará de la mano de un cambio revolucionario protagonizado por la clase trabajadora y los oprimidos, con las mujeres y la diversidad sexual al frente.
Este es el feminismo de clase, anticapitalista y revolucionario que impulsamos las compañeras de Pan y Rosas, un feminismo que revindica y toma las lecciones de las luchas que han dado las mujeres del altiplano boliviano en la Guerra del Agua hace ya más de 10 años; las mujeres oaxaqueñas en México, quienes el 2006 tomaron el poder de la comuna, organizando la resistencia desde los medios de comunicación bajo su control; las trabajadoras de la textil Brukman en Argentina el 2001, quienes pusieron a producir la empresa bajo su administración junto a sus compañeros trabajadores, resistiendo el desalojo y la represión, en plena crisis nacional; o las profesoras chilenas, que han sido protagonistas de la “rebelión de las bases” en las movilizaciones de estos últimos años, quienes incluso se están proponiendo recuperar el Colegio de Profesores, para que su dirección responda efectivamente a sus derechos y no a sus propios intereses.
Un feminismo que confía en que son estos ímpetus de millones de mujeres trabajadoras, estudiantes y de sectores populares, donde radican las fuerzas de las que dependerá el futuro del movimiento de mujeres de nuestro país, de América Latina y el mundo.