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Red Internacional
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Cataluña. ¿Qué gobierno propondrá la CUP?

La CUP afronta estos días un debate interno clave. Sus 10 diputados son imprescindibles para que JxSí pueda tirar hacia adelante su hoja de ruta. Deberá optar por mantener y profundizar la política de mano extendida o levantar una hoja de ruta propia basada en la independencia de clase y la movilización social.

Santiago Lupe

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN

Viernes 2 de octubre de 2015

Cuando la CUP aprobó los documentos de su candidatura para el 27S -CUP-Crida Constituent- nadie hablaba de un gobierno de concentración. En ellos se exponía que pelearían por un “gobierno de ruptura nacional, social y democrática”. Todo acuerdo parlamentario quedaba supeditado a la aprobación de los puntos de su hoja de ruta.

Entre ellos estaban la declaración unilateral de independencia -en caso de ganar el plebiscito- , la desobediencia de las leyes españolas que atentasen contra la soberanía del pueblo catalán, la apertura de un proceso constituyente con participación popular o un plan de emergencia social que partiera del no pago de la deuda y otras medidas radicales necesarias.

Suponían un cierto distanciamiento en el discurso de la política de mano extendida. Incluso planteaban la necesidad de apelar a la movilización y la huelga general si el Estado central se decidía a abortar el proceso. La ambigüedad de la fórmula de “gobierno de ruptura” era el punto más débil. La no definición de su carácter de clase o que éste debía ser impuesto por medio de la movilización y no fruto de las elecciones, dejaban abierta la puerta a retroceder a la línea de “unidad nacional”.

Era lícito preguntarse si la experiencia con el bloque soberanista dirigido con Mas había convencido a la CUP de la necesidad de promover una hoja de ruta propia desde la izquierda anticapitalista.

Lamentablemente en la campaña se impuso la misma “real politik” llevada adelante por los tres diputados de la CUP desde 2012. Las encuestas mostraban que los diputados de la CUP iban a tener que abstenerse o votar a favor para que JxSí tirara adelante con su hoja de ruta. Los cabezas de lista de la CUP empezaron a “concretar” la fórmula de “gobierno de ruptura” en la propuesta de un “gobierno de concentración” basado en la desobediencia y la aprobación de un plan de emergencia social.

Estos dos puntos se fueron también descafeinando. La desobediencia se fue reduciendo a leyes como la Ley Wert o el recurso contra la Ley de Pobreza Energética. Se aceptaba que el gobierno de concentración sería el encargado de negociar con el Estado español. De la movilización y la huelga general ni rastro. El plan de emergencia social ya no hablaba del no pago de la deuda. De hecho, en los últimos días ya han dejado claro que eso no sería una condición. ¿Se puede aplicar un plan de emergencia social sin dejar de pagarla? Grecia y la claudicación de Syriza demuestran lo contrario.

Llegó el 27S y los resultados fueron de los más complejos posibles: 62 diputados de JxSí, 63 de Cs, PSC, PP y QSQEP y 10 de la CUP. ¿Podrá ser investido Mas? ¿Será posible un acuerdo entre CDC, ERC y CUP? La presión es cada día mayor sobre la CUP. La imputación de Mas por el 9N la incrementa. Y ésta se comienza a notar en sus nuevos diputados.

En la noche electoral Anna Gabriel mandaba un mensaje contundente "en este proceso no hay nadie imprescindible y hay que decirle a Mas que él tampoco es imprescindible". Toda una bomba que le congeló la sonrisa a Mas.

La CUP insiste en que no se puede reducir la discusión a quien será el próximo president. Lo importante es qué hará el nuevo govern. Pero, como hemos visto, el programa del gobierno que estarían dispuestos a apoyar se va rebajando poco a poco. Y sobre la cuestión de la investidura sucede lo mismo.

Han ido proponiendo distintas fórmulas. El martes, Baños en Els Matins de TV3 se mostró partidario de una figura de consenso que estuviera limpia de corrupción, recortes e implicación en casos de violencia policial.
El jueves, Anna Gabriel abría un poco más la mano en una entrevista en Catalunya Radio. La CUP podría aceptar una especie de gobierno “más coral y menos presidencialista”. En él debería haber tres o cuatro nombres con un peso similar y fuerte presencia de mujeres. No quiso dar nombres, tampoco detalló el programa. A Mas ni lo incluyó ni lo excluyó. Pero dejó claro que la CUP “no pide la muerte política de Artur Mas”, justamente el máximo representante de la corrupción, los recortes y los casos de represión policial en Catalunya.

Pero el que más lejos ha llegado ha sido el ex-diputado Quim Arrufat. En una tertulia de Catalunya Radio este jueves ha declarado que "hay una fórmula muy fácil de conseguir para que la CUP vote a Mas como president: se cierra en banda CDC y JxSí, se hace presión contra la CUP durante dos meses, se llega hasta el final. Y como que la CUP, antes que hacer descarrilar el proceso, estará al lado del proceso, pues se impone Junts pel Sí". Luego ha aclarado en un twit que lo decía como “un supuesto de fin del proceso, no como una opción planteable”. El problema es que la concatenación de hechos que Arrufat enumera como “supuesto” es el plan evidente de CDC y ERC y ante éste el ex-diputado ya adelanta qué debería hacer la CUP.

En estos días tendrán lugar las asambleas territoriales de la CUP. En ellas se discutirán las propuestas y planes de negociación. El sábado se reunirá su Secretariado Nacional con representante de las 15 asambleas comarcales donde se terminarán de cerrar.

Este debate interno no se realiza en igualdad de condiciones para todas las sensibilidades. Todas las declaraciones de los cabezas de lista y ex-diputados en los días previos son cuanto menos una presión de los hechos consumados que condicionará el debate.

Ya pasó así en julio con la propuesta de “lista unitaria sin políticos”. Presentada primero por Arrufat en el parlament, convertida en el centro del debate del bloque soberanista como “la propuesta de la CUP” y bajada después a las asambleas donde las posiciones en contra quedaron en abrumadora minoría.

Lo que se discuta y apruebe este sábado determinará cómo la izquierda independentista se propone encarar la siguiente etapa. Si se imponen las propuesta gobierno de concentración no sólo se reeditará sino que se profundizará el rol de ala izquierda de la hoja de ruta de CDC y ERC.

Estos dos partidos seguramente harán algunas concesiones formales de radicalidad en lo nacional y tal vez hasta alguna migaja en el plano social. Pero su norte es claro y está anclado en su composición de clase: encauzar el movimiento democrático hacia una vía de diálogo subordinada a los acuerdos que se logren alcanzar con el siguiente gobierno central. Además de seguir gobernando en beneficio de las grandes familias y empresas como ha hecho desde hace 35 años CDC y desde 2012 con ERC como socio.

Es necesario que la CUP opte por no brindar ningún apoyó a JxSí. Esto implica ni votar por Mas ni apostar a un gobierno de concentración con los representantes políticos de la burguesía catalana. Puede que una gran parte de la base del movimiento por el derecho a decidir lo entienda hoy como un retroceso o un palo en la rueda al proceso.

Pero romper definitivamente con la mano extendida sería la única manera de que la previsible decepción con JxSí y el fracaso de su proceso de negociación con el Estado de 18 meses, pueda encontrar un polo político de clase dispuestos a proseguir y retomar la lucha en una perspectiva basada en la movilización social, la conquista efectiva del derecho a decidir y una salida anticapitalista.

Aunque sea más “lentos”, es la única forma de llegar “lejos”.


Santiago Lupe

Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

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