Una crítica común que nos hacen a los socialistas revolucionarios es que criticamos todo, que nuestras propuestas son buenas pero son utópicas, o sea que serian irrealizables.
Jueves 1ro de octubre de 2015 01:00
Una crítica común que nos hacen a los socialistas revolucionarios es que criticamos todo, que nuestras propuestas son buenas pero son utópicas, o sea que serian irrealizables. Y las que mas fantasiosa les parece es cuando decimos que queremos un gobierno de trabajadores y una sociedad sin explotadores ni explotados. El capitalismo domina en el mundo y en nuestro país.
La burguesía (los empresarios, los que poseen grandes extensiones de tierra y los banqueros) es dueña de todo lo que se necesita para producir salvo de nuestra capacidad de trabajo. Ellos ganan fortunas en base al esfuerzo laboral de los trabajadores que reciben a cambio un sueldo menor al valor de lo que producen. En eso consiste la explotación. Bajo este régimen que llaman “democrático” te permiten que cada 2 o 4 años elijas a tu verdugo. Al gobernante que como gerente de los grandes empresarios gobernará el país para su beneficio. Bajo este sistema capitalista solo podrás lograr a veces algunas mejoras y conquistas que son en su mayoría producto de la lucha de masas y no graciosas concesiones de gobiernos y empresarios. Pero ante cada crisis, la burguesía se encargará de sacarte el doble de lo que se vio obligada a conceder en los períodos que la levantó con pala. Incluso en esos períodos, como desde el 2001 en adelante, aumentó la desigualdad, se mantuvo la pobreza en niveles altos y la precarización laboral, se extranjerizaron más empresas y se mantiene la estafa de la deuda pública.
O sea que aún en épocas de crecimiento el capitalismo es explotador. Reproduce miseria en un polo y riqueza en el otro. Lo utópico es pensar que bajo el sistema capitalista se puede ir mejorando siempre. Falso. La crisis mundial con centro en Europa, con millones de desocupados o la crisis social de los refugiados muestran que el capitalismo no va más. Hay que reemplazar el sistema capitalista por otro superior, donde no haya explotadores ni explotados: la sociedad socialista. No se puede mejorar la situación de las mayorías sin atacar los intereses de los poderosos. Por ejemplo, en Argentina hay 4000 terratenientes que poseen más de la mitad de las tierras cultivables.
Ellos venden sobre todo soja al mercado mundial a buen precio. No les interesa la mesa familiar. Si esos campos estuvieran al servicio de la población produciendo alimentos baratos, leche y carne en abundancia, cereales y verduras, se terminaría el hambre de un día para el otro, y una canasta familiar de calidad podría ser accesible a todos. Pero ahí chocan el interés de ese puñado de ricachones con el de los trabajadores y el pueblo pobre. Solo quitándole las tierras y que estas se pongan a producir en base a un plan diseñado democráticamente es que se podrán satisfacer las necesidades de las mayorías. Y la riqueza que sobrará se puede invertir en las necesidades más acuciantes como salud, vivienda y salud. Esto que ejemplificamos para el campo es extensivo a la gran industria, a la explotación del petróleo y el gas, a los bancos.
Por eso el PTS en el Frente de Izquierda propone expropiar a esos 4000 estancieros y estatizar bajo control obrero todo el petróleo y el gas, entre otras medidas profundas. Es por eso que aprovechamos las elecciones para decirle a los trabajadores que deben confiar en su lucha para imponer sus reclamos y que es necesario levantar medidas de fondo del tipo de las que aquí estamos planteando. Somos conscientes que no vendrá por el camino parlamentario con algunos o muchos diputados que podamos conquistar.
Que para lograrlo hay que luchar. Será la fuerza de los trabajadores organizados la que podrá doblarle el brazo a los explotadores. Este programa parte de las necesidades actuales y en la lucha para imponerlo obligará a la clase obrera a tomar cada vez medidas más profundas, será una transición, un puente a una nueva sociedad donde los medios de producción no sean privados sino de propiedad colectiva y por lo tanto no estén al servicio de las ganancias de un puñado sino para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población. En última instancia ese programa se podrá imponer si le arrebatamos a la burguesía el poder político y su dominación económica.
Es lo que queremos expresar cuando hablamos de un gobierno de los trabajadores. Un gobierno basado en asambleas o consejos obreros, donde se ejerza una verdadera democracia de las mayorías explotadas, de ruptura con la burguesía como parte de una lucha internacional contra el capitalismo imperialista, que inicie así la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados. Eso es para nosotros la perspectiva socialista por la que luchamos.
Del programa de transición
“El objetivo estratégico de la IV Internacional no consiste en reformar el capitalismo, sino en derribarlo. Su finalidad política es la conquista del poder por el proletariado para realizar la expropiación de la burguesía (…) La necesidad de lanzar la consigna de la expropiación en la agitación cotidiana, por consecuencia, de una manera fraccionada, y no solamente desde un punto de vista de propaganda, bajo su forma general, es provocada porque las diversas ramas de la industria se encuentran en un distinto nivel de desarrollo, ocupan lugares diferentes en la vida de la sociedad y pasan por diferentes etapas de la lucha de clases. Sólo el ascenso revolucionario general del proletariado puede poner la expropiación general de la burguesía en el orden del día. El objeto de las reivindicaciones transitorias es el de preparar al proletariado a la resolución de esta tarea.”
León Trotsky, 1938.
Carlos “Titín” Moreira
Nacido en Rosario en 1953. Militante en el PST desde los 70, militó en España y Brasil. Fundador del MAS en La Plata y dirigente del PTS. Trabajó en Astilleros Astarsa y Río Santiago. Coordinador de los documentales Revolución y Guerra Civil en España (2006) y Zanon, el hilo rojo (2018).