Debate. ¿Qué hay detrás de las legalización de la marihuana en México?

Tras un largo debate de más de 12 horas, la Cámara de Diputados de México aprobó en lo general y en lo particular la legislación que regula el consumo, el cultivo y el comercio de marihuana con fines recreativos, y la regresó al Senado para su ratificación.

"Con 250 votos en pro, 163 en contra y 14 abstenciones, se aprueba, en lo particular, dictamen por el que se expide la Ley Federal para la Regulación del Cannabis, y se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley General de Salud y del CPF. Se devuelve al Senado mexicano", informó la Cámara de Diputados en la madrugada de este jueves en redes sociales.

La ley se aprobó en lo general en la tarde del miércoles, pero la discusión se alargó unas diez horas más por la impugnación de parte de la legislación mediante reservas.

Entre varias de esas reservas a la ley, se aceptó la propuesta para el artículo 477 Bis de la Ley General de Salud, para aumentar la pena de 3 a 4 años de prisión y de 80 a cien días multa a quien posea cannabis psicoactivo sin la autorización pertinente.

Algunos legisladores criticaron que varias de las reservas aprobadas buscan "penalizar" todavía más el consumo de la planta.

La iniciativa permite fumar marihuana en casa sin presencia de menores, poseer hasta ocho plantas por domicilio y crear asociaciones de fumadores con un máximo de 50 plantas.

También establece un sistema de licencias para la siembra, el cultivo, la cosecha y la venta de marihuana y derivados con cannabis no psicoactivo en México, donde el uso medicinal de la marihuana ya fue aprobado en 2017.

La legislación amplía de cinco a 28 gramos la cantidad de marihuana que se puede portar, pero prevé multas por poseer entre 28 y 200 gramos, y penas de prisión de hasta 15 años por portar más de 200 gramos. EFE

Así, México será el tercer país del mundo en legalizar el consumo lúdico en la totalidad de su territorio, sólo despúes de Cánada y Uruguay.

Algunos límites

La nueva regulación del cannabis sigue dejando la puerta abierta a la criminalización de los usuarios al exceder el límite de 28 gr en la portación, no se logró establecer la liberación de la planta, con la consecuente posibilidad de siembra de más mota por la policía con fines de extorsión.

Al derecho al libre desarrollo de la personalidad, centro de los debates durante los tres años que demoró la Corte en sentar jurisprudencia en torno al consumo lúdico de cannabis en México [1], junto al derecho al libre acceso a la salud, se suma ahora el futuro incierto de las comunidades que durante la prohibición, en la ilegalidad, han sobrevivido del cultivo del cáñamo por generaciones. Estados asentados en la Sierra Madre Occidental como Sinaloa, en la región de Tierra caliente, Michoacán; también Guerrero en la Sierra Madre del Sur. No son solo tres territorios con cultivo y producción históricos de cáñamo, a la par presentan grandes desigualdades.

De la falta de acceso a la canasta básica y servicios básicos en las casas al abuso contra mujeres, la precarización generalizada de trabajadores, estudiantes, jóvenes, menores de edad, niñas y niños, deserción escolar; se trata de carencias cuasi-endémicas. Sumidos en la extrema violencia suman consecuencias devastadoras en la cuota de feminicidios, homicidios, desaparición de personas, secuestros, delitos sexuales, despojo y extorsión.

Estos cultivadores penden hoy del discurso de Gady Zabikcy Sirot, titular de la Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic), que quedaría como encargada de la regulación del cannabis, y de lo que resuelva en definitiva el Congreso.

Zabicky Sirot presentó el conversatorio Regulación del cannabis en México [2], vía la página institucional de Conadic en Facebook, donde abiertamente asume como compromiso de la comisión el apoyo al desarrollo de las comunidades mencionadas. Aquí, toda vez que el discurso del comisionado tiene un tono humanitario, no punitivo, el control del cannabis por la comisión parecería ir en el sentido expuesto, al menos en los avances del contenido de la ley que han ventilado los medios.

No obstante, la legislación en discusión no es una garantía para que las comunidades de cannbicultores queden libres de la coerción del narco, y deja abierta la gran posibilidad de dejarlos a merced de las empresas depredadoras interesadas en la explotación industrial.

Legalización para el negocio capitalista

Sin soslayar el franco avance en torno a las libertades democráticas en el país, la dirección que ha tomado el proceso, lejos de garantizar plenamente los derechos fundamentales de los consumidores y los enfermos, apunta al servicio de los grandes empresarios.

Es necesario continuar la lucha por el control estatal de todos los procesos en torno al cáñamo, desarrollando el potencial medicinal e industrial de la planta; y luchar por la plena libertad para el consumo adulto y de autocultivo sin fines de lucro; de otra forma, la regulación servirá solo para incrementar las ganancias de los capitalistas.

Algunos antecedentes históricos

El cáñamo fue común en América, desde el Norte, donde se aprovechó como fibra textil y en la elaboración de papel. El Acta de Independencia de los EEUU se firmó en papel de cáñamo, por mencionar la popularidad de su uso, auspiciado por los incentivos a las grandes plantaciones. En México su uso permeó la sociedad a través de la tradición herbolaria, con la proscripción del porfiriato, donde su consumo se relegó a las clases populares, soldados y dentro de la Cárcel de Belén y la Penitenciaría de Leumberri.

Diferentes hechos marcaron la proscripción del cáñamo hasta la Convención Única de Estupefacientes de 1961 de la ONU, que le impone controles internacionales. Hubo motivaciones racistas y discriminatorias, dado que las clases trabajadoras recurrían al uso del cannabis para relajar el cierre de una jornada agotadora, también como remedio contra dolencias diversas como las reumáticas, cólicos y cefaleas. Existe la hipótesis de que los esclavos traficados del África Occidental trajeron y diseminaron por el continente el uso de la planta como estupefaciente, fumándola.

A pesar del endurecimiento de las políticas encaminadas por EEUU, con miras a la intervención del productor vecino sureño de estupefacientes, en 1940 [3]
Cárdenas legalizó el consumo de cannabis, cocaína y heroína dentro del Manicomio General de la Castañeda para suministrar los alcaloides a los consumidores enganchados al hábito. La autoría de tal política sanitaria quedó a cargo del médico Leopoldo Salazar Viniegra, “funcionario (…) de Salubridad, dependencia que en esa época dirigía la política de drogas del Estado mexicano, proponía tratar a los adictos a esta droga como enfermos y no como criminales” [4]. La iniciativa resultó truncada por las presiones de EEUU al amagar suspender el envío de medicamentos a México, estaba en curso la Segunda Guerra Mundial.

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