Este próximo domingo 2 de octubre se realizarán las elecciones presidenciales en el país que representa la economía más importante de América Latina. Los resultados, en medio de una enorme polarización social, repercutirán en toda la región. Sobre esto conversamos con el editor de Esquerda Diario de Brasil, parte de la red Internacional La Izquierda Diario, André Barbieri.
Viernes 30 de septiembre de 2022 22:14
Se incorporará Brasil a la denominada "segunda ola" progresista de gobiernos que asumieron el poder con ilusiones de importantes sectores de la población pero que a poco de gobernar mostraron su política de conciliación con el gran empresariado o continuará gobernando la extrema derecha. El imperialismo estadounidense, que se inmiscuyó en la política interna del gigante de América del Sur, cuando entre bambalinas promovió el golpe institucional de 2016, también espera con atención los resultados.
La entrevista fue realizada por Pablo Torres de Ideas Socialistas, el suplemento teórico político de Izquierda Diario Chile.
¿Qué implicaría para la región un triunfo de Lula, teniendo en cuenta la llamada “segunda ola” progresista con Petro, Boric, Castillo, entre otros?
Un triunfo de Lula va a impactar sin dudas en América Latina, teniendo en cuenta que Brasil viene de estar gobernado cuatro años por un personaje de la extrema derecha como Bolsonaro. Es un cambio en la política pendular de América Latina que deja por ejemplo a los Estados Unidos en una situación un poco rara. Porque más allá del reformismo de Lula o de los acuerdos y la conciliación con la derecha y los empresarios para ganar las elecciones, no es un gobierno que vaya a estar directamente alineado a las directrices de Washington.
Mirando la región hoy, este es un problema que tiene Estados Unidos porque no tiene interlocutores directos como había tenido desde el año 2015 con Macri en Argentina, Piñera en Chile o Duque en Colombia. Entonces esto representa un cambio que va a tener un impacto, pero es un mundo que está atravesado por la guerra en ucrania, europa con una crisis política interminable (como en Gran Bretaña, Italia, etc). Entonces estas tendencias y contratendencias van a chocar con lo que presente el panorama en América Latina con estos gobiernos llamados progresistas, porque no tienen como objetivo enfrentar de hecho a la derecha o a la extrema derecha. La cuestión es que por esta política pendular en América Latina, se puede preparar el retorno de estas expresiones de derecha que hemos visto en los últimos años. Por ejemplo en Chile con Boric, en Colombia con Petro o en Perú con Castillo, si miramos la política y programa de sus gobiernos lo que prima es la conciliación de clases con la derecha, lo que va generando un descontento porque las crisis se terminan resolviendo girando a la moderación y negociando con la derecha.
Acá en Brasil el PT y Lula reeditan esa política de conciliación de clases. De hecho la campaña electoral se centró en una discusión de “democracia versus fascismo”, y con ese fin se hicieron acuerdos con la derecha, incluso con sectores bolsonaristas o que años antes apoyaron el golpe con el objetivo de ganar las elecciones.
Mirando el panorama de América Latina donde, como sugirió Pablo Iglesias, habría una imposibilidad de hacer política sin el consenso con la derecha liberal, esto reduce los horizontes emancipatorios del socialismo a los límites permitidos por este sistema capitalista. Esto, como ya se ha comprobado una y otra vez, siempre fortalece y le da más aire a la derecha.
Hay desencanto con la extrema derecha pero también ilusiones con Lula. ¿Hasta cuando estas ilusiones se pueden resolver en la medida en que Lula se está aliando con los viejos amigo de Bolsonaro? ¿Cuál es la situación de la izquierda frente a esto?
Antes de hablar de la izquierda sería importante, para que se entienda, a qué se debe el regreso de Lula, después de haber sufrido una prisión arbitraria en el momento del golpe institucional. Lula cayó preso arbitrariamente por el régimen golpista del 2016 encabezado por el Poder Judicial y ahora es aceptado nuevamente en el seno de este mismo régimen.
Lula estaba en primer lugar en las encuestas de las presidenciales del 2018 y el régimen especialmente encabezado por el Poder Judicial armó un operación terriblemente autoritaria, no sólo para impedir que participe de las elecciones pero también para encarcelarlo y facilitar todo el camino para la derecha, en este caso la extrema derecha, y que gane las elecciones. Fueron elecciones completamente manipuladas en 2018.
Y ahora este mismo régimen está rescatando a Lula para tratar de legitimarse. Este es un concepto muy importante para entender lo que pasa en Brasil. La fórmula presidencial de Lula - Alckmin no es un cálculo electoral para derrotar a Bolsonaro. Es una apuesta del régimen político para re legitimarse después de las operaciones arbitrarias y autoritarias que manipularon las elecciones de 2018, que llevaron a Lula a la prisión y que condujeron a la extrema derecha al poder para aplicar un ajuste más acelerado de lo que el PT fue capaz de hacer.
En el curso de estos últimos años ese régimen sufrió mucho desgaste en la opinión pública por las crisis provocadas por el bolsonarismo. Frente a eso esta fórmula de conciliación de clases del PT es un instrumento útil para que el gran capital evite que la insatisfacción contra Bolsonaro se manifieste de manera independiente y se vuelva contra las reformas ultraliberales que fueron aplicadas.
Esto es importante tenerlo en cuenta porque la “repactuación” del régimen con el PT, que es una novedad si vemos los últimos años, incluye al gran capital que en 2018 estaba políticamente con Bolsonaro. Esto tiene como punto de partida la preservación de los ataques económicos del actual gobierno.
Veamos a Alckmin por ejemplo. Cuando me refiero a Alckmin no estoy hablando de una centro derecha como se puede percibir internacionalmente. El tipo es de derecha, es uno de los principales pilares de las políticas neoliberales que se aplicaron en Brasil en las últimas décadas. Gobernó el estado de San Pablo que es el más rico y el más conectado con el gran capital. Alckmin fue el portavoz del PT y de Lula con las patronales para garantizarle al gran capital que el nuevo gobierno no va a tocar las reformas. Especialmente la reforma laboral que fue aplicada por el ex presidente golpista Michel Temer luego del impeachment a Dilma del 2016.
Yo quería explicar esto. Esta reintegración del PT al régimen sirve a sus intereses para poder re prestigiarse frente a todas las crisis económicas y políticas que hubo en Brasil.
No es que acá se juega un Lula-Bolsonaro solamente. Hay una operación de actores del régimen, del Tribunal Supremo, de los militares, del empresariado. Podríamos preguntarnos: si Lula tenía posibilidad de ganar y lo sacaron, ¿ahora por qué lo traen?
Es importante entender que Lula es el principal factor de contención de la lucha de clases en la historia de Brasil en los últimos 30 años. Lula tiene una relación muy imbricada, desde que era un dirigente burocrático de los sindicatos en el ascenso obrero en Brasil en los 70 y los 80 y tiene en su constitución política la defensa de la gobernabilidad de los capitalistas. Pero el PT representa de alguna manera este símbolo de la clase obrera brasileña que ha constituido su partido después del principal enfrentamiento en un proceso revolucionario como el que hubo en los 70. A la burguesía no le agrada nada esto. Pero por otro lado la burguesía necesita a Lula porque es la mejor contención posible.
Imaginate que en Brasil hay un desempleo enorme, inflación galopante, la pandemia dejó una enorme cantidad de muertos y la crisis económica es muy profunda. Si no hay un político como Lula para poder hacer una transición un poco estabilizadora es posible justamente que haya un estallido. La burguesía brasileña e internacional no quiere poner en riesgo lo que ha logrado, todos esos ajustes y ataques necesitan ser preservados y esos factores reales de poder, incluyendo el imperialismo, no tienen otra figura que Lula.
Y Lula, claro, está dispuesto a este rol. Recordemos que la misma Corte Suprema que puso a Lula en la cárcel en 2018 ha permitido que recuperara todos sus derechos políticos y participara de las elecciones. Porque la situación cambió y las necesidades de estabilización y de contención de la lucha de clases después de la catástrofe del gobierno de Bolsonaro también.
Pero vuelve en una situación muy distinta de los años 2000. No hay boom económico internacional, no hay factores estructurales que empujen los precios de las commodities. Es una situación mucho más difícil, de crisis económica mundial, no hay perspectiva de crecimiento económico en Brasil. No hay posibilidades simples de que la burguesía brasileña logre solucionar los problemas económicos que se vienen agravando.
De hecho Lula va a convivir con una herencia económica de ajustes y ataques que ya dijo que no quiere cambiar. Ya dijo que no va a revocar la reforma laboral ni la previsional y que va a mantener los ajustes, haciendo concesiones en la medida que pueda pero unas concesiones que van a ser muy distintas a las que hizo en sus anteriores gobiernos porque la situación actual es de crisis, de guerras y de polarización geopolítica. Por eso yo hablaba de una probabilidad de mayores convulsiones sociales y de más lucha de clases de lo que hubo hasta ahora. Y desde ahí podemos hablar del rol de la izquierda.
La izquierda en general está muy presionada por el voto a Lula - Alckmin para poder derrotar a Bolsonaro. La mayor novedad es la crisis del PSOL (Partido Socialismo y Libertad) que era visto como el principal partido a la izquierda del PT pero que siempre compartió un programa reformista muy cercano al del PT. Es un conglomerado de varios partidos y corrientes heterogéneas que no tienen una delimitación estratégica con el reformismo y que entró en crisis ahora por su proceso de disolución dentro de la campaña del PT.
El PSOL conformó una Federación partidaria con la REDE, que es el partido de Marina Silva, que apoyó el golpe institucional de 2016 y es enemiga del derecho al aborto y que ahora apoya a Lula. Esta Federación Partidaria que formaron entre el PSOL y REDE significa que durante los próximos cuatro años están obligados a tener el mismo programa y la misma actuación parlamentaria, además de una misma dirección desde el punto de vista organizativo. Es decir que es un giro a la derecha muy grande que puede reconfigurar a la izquierda en Brasil. Este giro ya ha generado rupturas tanto por derecha como por izquierda. Por ejemplo, Marcelo Freixo que es una importante figura del PSOL en Río de Janeiro se fue al partido de Alckmin, mientras que por otro lado hay tendencias a izquierda de distintos compañeros que cuestionan ese giro a derecha.
Nuestra apuesta es que se pueda poner de pie una izquierda en Brasil que enfrente seriamente a la extrema derecha, sin ninguna alianza con la derecha y los empresarios como está haciendo ahora el PT con la alianza de Lula y Alckmin.
Desde el Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT) ustedes están levantando una posición independiente, forman parte del Polo Socialista Revolucionario y presentan candidaturas a nivel estadual. Contanos un poco.
El Polo Socialista Revolucionario fue conformado con algunas organizaciones de la izquierda que están peleando por una política de independencia de clases que sea alternativa al PT y su conciliación con la derecha, y también a la disolución del PSOL.
Es necesario preparar una organización de nuestra clase, de la clase trabajadora, junto a la población negra, las mujeres, la juventud, la diversidad sexual, para enfrentar un posible gobierno de Lula-Alckmin que como ya dije puede volver a fortalecer a la derecha porque se ha comprometido a no revertir ninguna de las principales reformas y ataques.
Estamos presentado un programa anticapitalista que luche contra las condiciones económicas que nos llevaron hasta acá. Peleando por tirar la reforma laboral y previsional como los ataques de los últimos años, esto junto a la reducción de la jornada laboral sin reducción salarial para enfrentar la precarización y la desocupación, en la perspectiva del reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados. También peleamos por el no pago de la deuda pública, la reforma agraria radical que acabe con el problema del hambre en el país.
Estas y otras consignas son parte del programa con el que presentamos nuestras candidaturas como la de Marcello Pablito y Maira Machado en San Pablo, con Flavia Vale en Minas Gerais, con Carolina Cacau en Río de Janeiro, con Valeria Muller en Rio Grande do Sul.
Para la presidencia, desde el Polo Socialista Revolucionario llamamos a votar a Vera Lúcia, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU). Más allá de las discusiones y diferencias que tenemos con este partido, levantamos hoy en común una política de independencia de clase y tomamos como ejemplo al Frente de Izquierda y de los Trabajadores de Argentina para debatir públicamente todas las diferencias que tengamos.
En definitiva para incidir en el futuro proceso de reagrupamiento de la vanguardia, para construir un proyecto político socialista y revolucionario que supere al PT por izquierda es que desde el MRT en el Polo Socialista y Revolucionario, presentamos nuestras candidaturas.
Para ello también impulsamos Esquerda Diario y lanzamos Esquerda en Debate, un programa de entrevistas y diálogos con importantes dirigentes de la izquierda, activistas e intelectuales sobre los rumbos de la izquierda en el país. Y como parte de este esfuerzo, publicamos el Suplemento teórico y político Ideas de Esquerda y numerosas publicaciones de Edições ISKRA.