El debate acerca de “la izquierda” ha retornado. Reflotan “tradicionalistas” y surgen “innovadores”. ¿Pero es ese el problema político central?
Viernes 7 de julio de 2017
En una columna de reciente publicación en el periódico digital El Mostrador, el ex militante del PS, Roberto Ávila, se queja por el trato recibido de parte del Frente Amplio a otros sectores referenciados en la izquierda.
“Rechazaron de manera excluyente todo ofrecimiento de apoyo (…) La vieja izquierda que escuchó a Allende y resistió a la dictadura, incluso con los fusiles en la mano, no debió ni merecía ser despreciada por quienes tuvieron, como acto fundacional, marchas por la Alameda autorizadas por la Intendencia metropolitana.”
Ávila considera que los 327.613 votos de la primaria del Frente Amplio (FA), constituyen un “pobre resultado electoral” y contrasta este número con el total obtenido por Ossandón en la primaria interna de la derecha: 372.011. Con tono de desprecio, escribe: “El rudimentario Ossandón es electoralmente más que las 12 organizaciones del FA juntas”. Enrostra como un error la ruptura con Alejandro Navarro que según él podría haber aportado 200.000 votos a la primaria del FA y acusa autoritarismo con Mariano Rendón.
Este análisis de las primarias del Frente Amplio, que intenta explicar una votación considerada baja a partir de la poca empatía con sectores de izquierda de raigambre allendista, no soporta la actitud “fundacional” del FA en relación a los referentes tradicionales de la izquierda: “sistemáticos en despreciar y agredir ora a Salvador Allende, ora a Fidel Castro, ora a la Revolución cubana. Un Mayol, que no ha ganado nunca una batalla política, tratando a Allende de ingenuo, fue patético (…) Todo proyecto político reivindica una parte del pasado; reivindicarse a sí mismos como fundadores de la historia conduce a los peores desastres y no es propio de personas inteligentes.”
¿Cómo no notar las heridas que -pese a sus rectificaciones posteriores- dejó la afirmación de Beatriz Sánchez acerca del Gobierno de Allende al que definió como “totalitario”? Error táctico a todas luces notorio, dado que el FA quiere llegar también a cierto “mundo PS” como en su momento se expresó con los guiños de Atria, el apoyo de Veloso a Sharp, etc.
Por su parte, los analistas Carlos y Cristóbal Huneeus, tienen una lectura muy distinta del resultado. En unacolumna escrita para el mismo medio citado, aportan un análisis que contrasta enormemente con el propuesto por Ávila: “La votación del FA no puede subestimarse, porque supera ampliamente la alcanzada por los candidatos de los distintos partidos del conglomerado en las elecciones municipales del 2016, aproximadamente 270.000 votos. El entusiasmo de algunos de los voceros del FA los llevó a cometer el error de plantearse metas muy superiores, lo cual abortó la posibilidad de celebrar el resultado (…)”. También se refieren a la expansión del fenómeno frenteamplista más allá de las ciudades que representan sus tres principales figuras: Punta Arenas, Valparaíso y Santiago, que habrían aportado sólo el 10% de los votos, en claro contraste con lo señalado por Ávila que concentra su atención en el poco peso que tuvo en el FA en las comunas populares.
Mientras Carlos y Cristóbal Huneeus están preocupados estratégicamente de separar a la DC de la disputa en el espacio de la izquierda y situarla en disputa con los sectores expresados por nuevas formaciones como Evópoli o Ciudadanos de Andrés Velasco, Ávila está preocupado por quien hegemoniza la izquierda. Eso influye en la óptica de los análisis.
Lo viejo y lo nuevo en la izquierda
La imagen que construye Ávila de una izquierda allendista que incluso recurrió a los fusiles es interesadamente “nostálgica” y alejada de la realidad. Es algo así como un argumento de autoridad contra los que, apenas, marcharon el 2011 con autorización de la Intendencia (en sus palabras).
Lo que hay de fondo: preocupación por esos 327.613 votos que constituyen el germen de un espacio político. El triunfo de Sánchez sobre Mayol es el triunfo de un sector del FA -más moderado- sobre otro -más referenciado en la izquierda-. ¿Cuál será la nueva relación de fuerzas internas? ¿Cómo queda, por ejemplo, Nueva Democracia que fue quien proclamó a Mayol?
La cuestión es que estos resultados inscritos en una situación nacional compleja y fluida, mantienen vivo también el debate sobre la izquierda. La pregunta es qué tradición y qué política para la izquierda. Porque el allendismo no es la única tradición posible de la cual partir hoy. Los propios combates de la clase trabajadora -como la formación de los Cordones Industriales en 1972-1973- son un patrimonio que es necesario recuperar. Y un programa anticapitalista que al mismo busque transformar a la clase trabajadora en sujeto de transformación es necesario si queremos aspirar a conquistar salud y educación gratuitas. Y para avanzar hacia allá el debate no puede quedar estancado entre "tradicionalistas-allendistas" e "innovadores". Hay cuestiones más grandes en juego. Por ejemplo: el interés de los grandes grupos económicos en mantener intacta la obra económica y social heredada de la dictadura.
El PTR impulsará candidaturas anticapitalistas con el fin de contribuir a la construcción de una gran fuerza política que apunte a cuestionar las raíces de esta vida de miserias, sin derecho ni a salud ni a educación y con sueldos bajos. Por eso impulsaremos campañas: por la nacionalización del cobre y los recursos naturales bajo gestión obrera, para que todo parlamentario gane lo mismo que un trabajador, por una Ley de Emergencia contra la violencia machista.
Juan Valenzuela
Santiago de Chile