La movilización que cientos de estudiantes, mujeres y trabajadores vienen dando en Argentina por el aborto legal, y que conquistó sus primeros pasos, no ha dejado a nadie indiferente.
Desde Chile, reflexionamos sobre cómo esta marea sobrepasa la cordillera y se convierte en tsunami.

Joseffe Cáceres Trabajadora UMCE y vocera de Pan y Rosas Chile
Jueves 21 de junio de 2018
La marea verde
Durante la mañana del jueves que pasó, cientos de jóvenes seguían celebrando con cantos y gritos, reunidos en las afueras del Congreso de Argentina, al término de la vigilia que esperaba los resultados de la votación de la Cámara de diputados sobre el proyecto de aborto legal. Desde el otro lado de la cordillera, mirábamos con alegría quienes levantamos hace años las banderas del aborto legal, libre, seguro y gratuito junto a las agrupaciones Pan y Rosas y Vencer. Hoy, queremos profundizar reflexiones sobre esta histórica experiencia, que nos permitan continuar con más fuerza y decisión la lucha por conquistar este derecho en Chile.
El gran paso que significa este resultado, sin duda es un puntapié hacia la conquista de todos aquellos derechos y demandas que las mujeres y los sectores más empobrecidos de la sociedad -como las trabajadoras y trabajadores, los pueblos indígenas, inmigrantes, estudiantes endeudados- queremos alcanzar. Derechos que un puñado de poderosos nos han arrebatado durante años, manteniendo un modelo de vida salvaje, el Capitalismo. Y es que no solo buscamos hacer de esta experiencia una motivación para seguir luchando, para arrancar hasta lo más mínimo usurpado, buscamos hacer de estos avances una posibilidad de mostrar a miles que una sociedad distinta a la que conocemos, otro proyecto de vida, es posible.
Las 3 causales, un mar tranquilo en Chile
En Chile las cosas son diferentes -al menos hasta el momento-. Si bien con las inmensas movilizaciones que hemos protagonizado, hemos empujado a que se legisle sobre el aborto en 3 causales, esta es una conquista mínima que significó una respuesta insuficiente del Gobierno de Bachelet, y que no responde a nuestra demanda cuando las cifras van desde los 33.000 hasta los 160.000 de abortos clandestinos que se realizan en Chile cada año. Interrupciones del embarazo que se realizan bajo condiciones insegura y de insalubridad, donde son las mujeres más precarizadas quienes se arriesgan a la criminalización o incluso la muerte.
Esto demuestra que la discusión del aborto, como problema principal de la salud pública, tiene un claro carácter de clase, donde el Estado es el responsable de un verdadero crimen. Más complejo aún es cuando nos damos cuenta de que estas 3 causales solo representan el 3% de las razones por las que mujeres decidimos abortar; y que esta conquista se encuentra permanentemente cuestionada por los sectores más conservadores y reaccionarios de la sociedad, quienes, representados por el Gobierno de Piñera y las iglesias, pretenden limitar aún más nuestro derecho con la objeción de conciencia.
En Argentina, mientras tanto, este es aún un escenario abierto, teniendo a Macri representando un Gobierno de derecha con quien Piñera ha estrechado lazos a partir de las importantes similitudes de sus proyectos políticos. Los políticos de la Unión Cívica Radical, Cambiemos, o el mismo PJ, no dudarán en poner freno a lo que arrasó esta fuerte "marea verde", junto a la Iglesia que con su hipócrita moral y el discurso de Bergoglio que asemeja a quienes estamos a favor del aborto con nazismo, preparando que desde el Senado en Argentina no se apruebe esta ley, mientras esconden bajo la alfombra la crisis que vive su institución a nivel internacional por los casos de abuso sexual a menores, tal como pasa con la Iglesia chilena.
Estos primeros pasos del movimiento de mujeres en Argentina no podría haber sido posible sin la movilización de cientos de miles de mujeres en las calles, de la mano de estudiantes y trabajadores, donde incluso decenas de colegios han sido tomados dándole mayor fuerza a esta marea. En esta efervescencia, han jugado un importante rol los parlamentarios de la izquierda anticapitalista que se agrupan en el FIT (Frente de izquierda y de los trabajadores) en donde compañeras y compañeros como Nicolás del Caño y Myriam Bregman, quien también es parte de Pan y Rosas, han puesto sus tribunas al servicio de esta lucha, amplificando desde este lugar la demanda del aborto legal, libre, seguro y gratuito y denunciando la misoginia del Gobierno.
¿Qué tipo de movimiento queremos?
En Chile aún hay mucho por hacer. Desde las calles, y organizándonos en cada lugar de estudio y de trabajo, donde somos las mujeres trabajadoras y pobres quienes perdemos la vida por abortos clandestinos, mientras viven una situación opuesta las hermanas, hijas y nietas de los sectores más ricos de Chile, aquellos sectores representado por los más llamados "por vida" de la UDI, RN y Acción Republicana -movimeinto encabezado por José Antonio Kast- que buscan impugnar el aborto en 3 causales mediante en Tribuna Constitucional, herencia de la dictadura de Pinochet.
La lucha que debemos dar se enmarca en la fuerza y oposición frente a estos ataques y su moral conservadora. Esta oposición se debe mostrar en el parlamento, no porque creamos en el parlamento como un espacio que sobrepase las autoorganización de miles en las calles confiando en nuestra propia energía -que debemos reponer las y los trabajadores y estudiantes-, sino porque miramos con atención cómo parlamentarios del Frente Amplio y la fuerza políica nueva que conforman en Chile, se han remitido desde ese lugar a los términos de las legalidad y de las mínima conquistas, defendiendo del legado de las 3 causales sin exigir el aborto libre y legal a pesar de contenerlo en su programa de Gobierno.
Quienes conforman el Frente Amplio, podrían utilizar su capacidad al interior del parlamento, de sus tribunas y de las federaciones y el Colegio de Profesores que dirigen, por demandas que sobrepasen el marco de "lo posible", como vienen haciendo junto al PC. En cambio, vemos cómo prefieren legitimar, junto a la ex Nueva Mayoría, el vigente Código laboral, el mismo que mantiene el subcontrato y la precarización a cientos de mujeres y trabajadores.
La clave en el marco del desarrollo del movimiento de mujeres en Chile, con tomas en la mayoría de las universidades, debe ser un potenciador de la demanda por el aborto legal, libre, seguro y gratuito, que con potentes movilizaciones en las calles logre enfrentar a los empresarios de la salud y a la moral de las iglesias y la derecha. El movimiento de mujeres no debe permitir la división de las y los trabajadores que el Gobierno busca hacer con su propuesta de aumentar las cotizaciones de los hombres para llegar a la "igualdad de género"; o fortaleciendo los métodos represivos y punitivos como solución a la violencia machista, mientras mantiene a mujeres y hombres en precarias condiciones de trabajo.
Hacer del aborto legal, libre, seguro y gratuito, una demanda y exigencia concreta, movilizadora e impulsada por un movimiento vivo, significa ineludiblemente chocar con los intereses de los grandes empresarios, de los partidos corruptos que están en el parlamento, que sostienen el negocio de la salud y las farmacéuticas; así también como exigir la separación efectiva entre el Estado y la Iglesia, que hoy busca decidir sobre nuestras vidas. Y es que incluso siendo legal el aborto, esto es insuficiente, ya que el Estado debe hacerse cargo de garantizar que sea gratuito y en los hospitales públicos para que no exista restricción alguna y esté disponible para todas las mujeres.
Por esta misma vía, las inmensas fortunas que los empresarios generan a costa de nuestro trabajo, como vemos en SQM y Penta, deben ser expropaidas, pero sin ningún pago ni indemnización. Esto permitiría, con los recursos naturales recuperados, financiar el desarrollo de programas que prevengan el embarazo en los colegios, universidades y barrios, y así mismo, de la provisión gratuita de anticonceptivos en instituciones de salud pública.

Joseffe Cáceres
Trabajadora UMCE y vocera de Pan y Rosas Chile