Cuando decimos que el 8A queremos que la tierra tiemble, no exageramos. La lucha por el aborto legal atraviesa un momento histórico. No vamos a dejar que lo arrebaten. Este 8 de agosto seamos millones.
Sol Bajar @Sol_Bajar
Miércoles 25 de julio de 2018
Cuando decimos que el 8A queremos que la tierra tiemble, no exageramos. La lucha por el aborto legal, que impulsamos hace décadas, se masificó y atraviesa un momento histórico que no vamos a dejar que nos arrebaten. En el Senado las iglesias y los sectores más reaccionarios maniobran para cercenar el derecho de las mujeres a no morir por abortos clandestinos y que sea el Estado el que garantice gratuitamente la interrupción voluntaria del embarazo. Es una cruzada para perpetuar el sometimiento de las mujeres pobres y las jóvenes a la ruleta rusa de la clandestinidad.
El 13J colmaron Congreso las mujeres que perdieron a alguna hermana por aborto clandestino; las que acompañaron a clínicas truchas a sus amigas (o a usar misoprostol, con miedo por si no sale bien y hay que ir al hospital); las que hipotecaron sus ahorros para pagar un aborto en una clínica privada “segura” que hoy sale más de 20 mil pesos; las hijas de quienes por primera vez se animaron a contar que ellas también habían abortado; las trabajadoras obligadas a abortar en la clandestinidad para no perder su empleo, porque si están embarazadas las despiden; las jóvenes que ya no soportan que la Iglesia les diga lo que tienen que hacer con sus vidas y su sexualidad; las que nunca abortaron pero no quieren más muertas. Ese día, la acumulación de injusticias marcada en el cuerpo de las mujeres se transformó en un verdadero tsunami, ya no hay vuelta atrás.
Que sepan la cúpula de las iglesias, que con el dinero del Estado militan activamente por el aborto clandestino, que no vamos a parar hasta que se practique de manera legal. Que esa juventud que pide a gritos la separación de la Iglesia y el Estado, denuncia la educación confesional en las escuelas, rechaza los manuales de “buena conducta sexual” de quienes pueden dar cátedra de pedofilia y exige Educación Sexual Integral, ya abrió los ojos y no se detiene.
Que sepan Michetti, Vidal, Carrió, Larreta y los senadores del PRO, las distintas variantes del peronismo y la UCR, que los cientos de miles que nos movilizamos el 13J junto a nuestros compañeros varones no vamos a quedarnos expectantes. Si en las calles arrancamos a los diputados la media sanción, el 8A vamos a ser millones, porque no olvidamos que esos mismos partidos durante 12 años de gobiernos kirchneristas nos negaron la ley.
Que sepa la corporación médica PRO aborto clandestino, que desató un lobby feroz y busca imponer la objeción de conciencia institucional, que no vamos a parar. Que escuchen que también vamos a decir ¡fuera las manos de la Iglesia de la salud y la vida de las mujeres!
Que sepan las conducciones gremiales, que defienden un modelo sindical en el que apenas tenemos representación, que no vamos a dejar que decidan por nosotras. Que vean los que están atornillados a sus sillones hace décadas y convocan a paros sin continuidad ni plan de lucha, dejan pasar el ajuste y el pago de la deuda, que la lección de cómo luchar ya la dimos con las movilizaciones por Ni Una Menos y por el aborto legal.
¡Que aprendan de nosotras! Esa fuerza que comenzó protagonizada por la juventud y se extendió a las artistas, se propaga en los sindicatos y lugares de trabajo, en la bronca por el rechazo de la conducción de la CGT a incluir la práctica del aborto legal en sus prestaciones, luego de manifestar junto a sectores del PJ que las mujeres promueven una “cultura del descarte”. En las trabajadoras de la CTA-A que cuestionan que su dirigente, Cachorro Godoy, se haya reunido con la jerarquía de la Iglesia y con María Eugenia Vidal, y se niegue a cambiar la fecha de las elecciones que convocó para el mismo 8A cuando habría que convocar a un gran paro ese día. En las docentes que reclaman que esta vez la conducción de CTERA y SUTEBA, gremios con mayoría femenina, no hagan como el 13J y convoquen a asambleas, paro y movilización. En la ex multinacional recuperada por sus trabajadorxs MadyGraf, donde la Comisión de Mujeres impulsó una masiva asamblea contra el ajuste, el FMI y por el derecho al aborto, que votó una columna de mujeres trabajadoras y amas de casa, para movilizarse el 8A junto a jóvenes y estudiantes. Esa fuerza puede extenderse aún más. Exijamos junto a nuestros compañeros que las centrales y sindicatos se pongan al servicio de nuestra lucha.
Que sepan las universidades que el reclamo de que se levanten las actividades para movilizarse, planteado desde varias secretarías y algunos centros de estudiantes conducidos por la izquierda, esta vez será mayor.
Que sepan las conducciones de federaciones y centros de estudiantes, muchos de ellos centros de “servicios” y “cáscaras vacías” que impiden que surja un fuerte movimiento estudiantil, que desde abajo el estudiantado hace historia, para que cada aula sea una asamblea por el aborto legal y haya paro educativo.
Que la marea verde colme los lugares de trabajo y estudio con asambleas y movilizaciones, exigiendo paro, cese de actividades, asueto, micros, para garantizar la participación el día que se vote el proyecto de ley en el Senado. El movimiento de mujeres, así como el movimiento obrero y estudiantil, tienen un gran desafío: inundar las calles el 8A para que se apruebe la ley que ya tuvo media sanción de Diputados ¡Sin modificaciones, sin maniobras y sin cambios! ¡Seamos millones!
El 13J los y las diputadas tuvieron que escucharnos. Hoy, ante esta nueva embestida contra nuestro derecho decimos:
Iglesia, senadores: ¡no jueguen con nuestras vidas! Aborto legal y gratuito ya, e inmediata separación de la Iglesia y el Estado.
Gente que NO y gente que SÍ
El Frente de Izquierda incluye en su plataforma política, desde su inicio, el derecho al aborto, que han defendido en el Congreso diputadas como Myriam Bregman, Nathalia González Seligra, el diputado Nicolás del Caño, y las legisladoras y legisladores provinciales, Noelia Barbeito, Raúl Godoy, Laura Vilches, Alejandro Vilca y Natalia Morales, el legislador porteño Patricio del Corro y Christian Castillo, entre otros, que desde que asumieron en sus bancas en representación del PTS en el FIT han impulsado esta lucha sin especulación.
Nuestras diputadas y diputados son los únicos que, por unanimidad, votaron a favor de la legalización, sin la excusa de la “libertad de conciencia” utilizada por los demás bloques para justificar su rechazo o sus “dudas”, como hacen hoy en el Senado, en base al cálculo electoral. Incluso aquellos que dicen que votarán a favor, como el FpV, no dicen ni “mu” en las audiencias. ¿O acaso escuchaste a CFK –que sostuvo que apoyaría la ley después de impedir que se apruebe durante años– decir algo contra los que se niegan a aprobarlo o enfrentar el lobby de las iglesias? No denuncian a quienes votarán en contra y siguen buscando una alianza con esos mismos senadores del PJ para el 2019. Las y los referentes del FIT, por el contrario, están al frente de la pelea por la legalización del aborto, tal como nos comprometimos en la campaña electoral, en nuestras bancas, en la lucha, siempre.
Feminismo socialista
Somos una agrupación internacionalista que existe en Chile, Brasil, Uruguay, Bolivia, Costa Rica, Perú, Venezuela, México, Estados Unidos, el Estado Español, Alemania, Francia e Italia.
Sectores del imperialismo y las clases dominantes hacen demagogia con nuestra causa para evitar que distingamos entre enemigos y aliados. Mujeres como Ángela Merkel o Christine Lagarde no nos representan: quieren imponer su ajuste contra nuestras familias.
Saben que si el movimiento de mujeres une sus demandas a las de la clase trabajadora, nuestra fuerza será imparable contra el capitalismo que legitima y reproduce el patriarcado. Peleamos por poner la fuerza de las mujeres al frente de la lucha para terminar con este sistema.
En Argentina esto se traduce en la pelea para que el movimiento de mujeres se proponga, junto a la conquista del aborto legal y la separación de la Iglesia y el Estado, aportar a que se levante la clase obrera, mover los cimientos de los sindicatos, para derrotar ajuste y el acuerdo con el FMI e imponer el no pago de la deuda. Para que la crisis no la paguen las familias trabajadoras, los sectores populares y las mujeres con la doble carga del trabajo doméstico, sino los capitalistas.
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Queremos terminar con todas las formas de opresión y explotación. Porque mientras 8 millonarios sean propietarios de una riqueza equivalente a lo que tienen para sobrevivir 3500 millones de personas, no hay posibilidad de que conquistemos la igualdad, emanciparnos ni liberarnos del patriarcado. Por eso luchamos por una revolución socialista, que organice la sociedad sobre otras bases. ¡Es por eso que luchamos por el pan y por las rosas! ¡Sumate!
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