Con acarreadas de programas sociales y firme control en el ingreso, cientos de legisladoras y funcionarias participan del foro.
Martes 8 de marzo de 2022
*Imágenes de redes sociales de Alto Nivel, El País y del GCDMX
Este 6 de marzo, miles de militantes mujeres del Morena se dieron cita en un controlado encuentro de mujeres por la transformación, organizado por el partido de gobierno a solo dos días del 8 de marzo.
En una auténtica demostración de músculo, el Morena y la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, se jugaron a poner por delante las figuras femeninas del partido, concentrando a funcionarias, legisladoras e incluso trabajadoras precarizadas de programas sociales y de la Secretaria de las Mujeres que fueron obligadas a participar, al viejo estilo del acarreo priísta.
El encuentro encabezado por Sheinbaum, contó con la participación de las otras cinco gobernadoras del Morena: Marina del Pilar por Baja California, Layda Sansores por Campeche, Índira Vizcaíno por Colima, Evelyn Salgado por Guerrero y Lorena Cuéllar por Tlaxcala, además de la presidenta del Senado, Olga Sánchez Cordero.
A tan solo dos días tras haber encabezado una ceremonia para premiar a 50 mujeres policías por su “destacada labor” (sic) de reprimir y en medio de un operativo policiaco escandaloso para la marcha del 8M, Sheinbaum dejó claro que su carta fuerte para el 2024 es el ser mujer, argumento que seguramente utilizará para atraer al voto femenino.
Parece que su discurso no tiene mucha diferencia con los señalamientos misóginos y criminalizadores que también usa la derecha contra los movimientos y protestas sociales, en particular contra el movimiento de mujeres.
A pesar de que Sheinbaum lanzó varios ataques contra los conservadores, recordando los dichos de Fox “las mujeres son lavadoras con dos patas” y la falta de política pública focalizada y paridad en gobiernos previos, la jefa de gobierno guardó un silencio calculado en relación a aquellas políticas de gobiernos neoliberales que la 4T reproduce.
Nos referimos a la militarización del país (asociada al aumento del feminicidio y la violencia), misma que fue reforzada con la creación de la Guardia Nacional por AMLO, y al compromiso de mantener la subordinación política y económica con el imperialismo estadounidense, a través del T-MEC y como vimos en pandemia, negándose a prohibir los despidos y declarando la industria maquiladora y la construcción como actividades económicas esenciales (y así mantener las ganancias de los grandes empresarios nacionales y extranjeros).
Su feminismo es liberal, es para pocas…
Sheinbaum usó este encuentro como acto de pre campaña, sonriendo frente a los gritos de “¡presidenta, presidenta!” que exclamaba el público. Ignorando la veda frente a la consulta por la revocación de mandato, aprovechó para declarar su apoyo (y el de las participantes del Encuentro) a AMLO y su gobierno.
También aseguró que el responsable de la paridad y de seleccionar a mujeres para encabezar y sumarse a instituciones como el Banco de México o la Suprema Corte de Justicia de la Nación fue AMLO, posicionándose desde el feminismo liberal que busca romper “los techos de cristal”.
Ese feminismo que considera que lejos de poder transformar la vida de millones de nosotras, lo máximo a lo que podemos aspirar es que unas pocas mujeres accedan a cargos de poder, como empresarias, presidentas o funcionarias y desde ahí se fortalezca la “voz femenina” es espacios de toma de decisiones.
Nada más falso. Su feminismo liberal es para esas pocas que logran llegar a lo más alto de la pirámide de las empresas y gobiernos capitalistas, mientras se olvidan del sótano donde millones seguimos enfrentando la violencia feminicida, la precarización laboral, y renuncian a la perspectiva de acabar con este sistema de opresión y explotación.
Sheinbaum incluso aseveró que bajo la 4T “el país ha cambiado”. Una afirmación cínica si consideramos que bajo la 4T se ha alcanzado la cifra más alta de asesinatos de periodistas y de feminicidios, mismos que siguen en aumento, al igual que los crímenes de odio y la extensión de redes de trata que empuja la explotación sexual y la desaparición de mujeres y niñas, muchas migrantes.
Por si fuera poco, adelantó lo que sería su línea de criminalización de la marcha del 8M, como declaró el lunes 7 en conferencia de prensa -en síntonía con los dichos de AMLO y Batres-, estigmatizando la marcha y azuzando con la supuesta intervención de grupos “peligrosos y armados”. “La violencia es machista”, declaró, llamando a las mujeres del Morena y a las feministas a mantener una protesta “civil y pacífica” y con las “buenas formas” del feminismo.
Esto busca dividir entre feministas “buenas y malas”, para crear un ambiente que legitime la represión de la fuerza pública contra manifestantes que no protestan bajo sus reglas de civilidad o que expresan un carácter combativo, sin retroceder frente al amedrentamiento de su policía.
Por su parte, los discursos de las gobernadoras se centraron en expresar su apoyo a la “causa feminista” y en transmitir preocupación frente a la situación de violencia y exclusión que viven las mujeres en sus estados.
Salgado aprovechó para recalcar su compromiso y el de su gobierno con “las niñas de la montaña”, pero nada dijo sobre la represión a normalistas por parte de la Guardia Nacional hace unas semanas, ni sobre las múltiples denuncias de violación a derechos humanos (incluyendo abuso sexual) interpuestas contra este cuerpo represivo, que aumento su presencia y operaciones dentro de todo Guerrero.
Cuéllar aseveró que los programas sociales hacen la diferencia para las mujeres, pero olvidó mencionar que el alcance de cobertura de los mismos apenas alcanza cerca del 5% de las mujeres que podrían acceder a los mismos apoyos. Por supuesto, nada dijo sobre la mala fama de su entidad, Tlaxcala, famosa por las redes de trata que ahí operan, coludidas con los cuerpos represivos.
Del Pilar invitó a las niñas a “atreverse a soñar” e invitó a “hacer realidad la agenda feminista”, pero a menos que haya feministas que estén a favor de la represión a migrantes en la frontera norte y sur, hizo oídos sordos a la realidad que viven las mujeres que cruzan por el estado que gobierna, enfrentando tortura sexual, tratos inhumanos, detenciones arbitrarias y deportaciones, así como los flagelos del crimen organizado. También guardó silencio frente a la relación entre la militarización del país y de estados fronterizos, como Baja California, con el aumento del feminicidio.
Sansores mencionó que su gobierno “hace todo lo posible por erradicar la violencia contra niñas y mujeres”, pero no dijo que su estrategia solo deposita en la militarización de la entidad y el reforzamiento del patrullaje policíaco en Campeche como las vías para “combatir” esa violencia, que en muchos casos implica la participación de cuerpos represivos en las agresiones a mujeres.
Para acabar con la violencia tenemos que ser miles organizadas y en las calles
La consigna de pelear por el “empoderamiento femenino” pierde todo su filo si se le despoja de la crítica a la desigualdad social y su base estructural, pues termina reduciendo la violencia y desigualdad a un problema individual, que se resuelve apelando a la voluntad progresista de empresarios y políticos para ceder espacios a afortunadas mujeres.
Si lo que queremos es acabar con la desigualdad social, base de la vulnerabilidad que se cierne sobre las mujeres, necesitamos un feminismo que no sea ajeno a las problemáticas de las grandes mayorías.
La lucha por nuestros derechos -todos ellos-, debe ir de la mano de una mordaz crítica al sistema político y económico que garantiza la riqueza de unos cuantos basada en la explotación mortal de miles de millones. Y hace falta acompañar esa perspectiva de una estrategia que se juegue a buscar herir de muerte al patriarcado y también al capitalismo.
Hoy el movimiento feminista atraviesa una encrucijada: marchar detrás de la política de funcionarios y partidos que buscan preservar el orden existente, convenciendo de que una agenda patronal, empresarial, garante de los intereses imperialistas es más benéfica si la encabeza una mujer.
O forjar aliadxs en los sectores que luchan contra las políticas de precarización y violencia que imponen los partidos patronales y el gobierno, apostando a la movilización y la organización independiente del movimiento de mujeres y de la clase trabajadora para imponer, mediante la movilización revolucionaria que haga volar por los aires este orden capitalista, todas nuestras demandas, incluyendo aquella que busca la emancipación de toda la humanidad en búsqueda de una sociedad sin opresión ni explotación.
Hoy miles nos movilizamos en México y todo el mundo, nos tienen miedo porque no tenemos miedo y peleamos por obtenerlo todo, el pan pero también las rosas.
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