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Red Internacional
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¿Qué se vota este año en la UBA?

Este año se vota centro de estudiantes, consejo directivo, directores de carreras, y consejeros para las juntas de carrera. Los resultados determinarán la conformación del consejo superior y la elección del (¿Nuevo?) rector de la UBA. ¿Cómo funciona la elección de cada organismo?

Sábado 26 de agosto de 2017

En las próximas semanas habrá elecciones en toda la UBA, y son varios los organismos que renuevan la conducción en la universidad. En primer lugar, los Centros de Estudiantes: Son las herramientas que tienen los estudiantes para organizarse. La agrupación estudiantil o alianza de agrupaciones se hace de su conducción por mayoría automática, funciona con “una persona, un voto” y todos los estudiantes con al menos dos materias aprobadas en el CBC pueden votar. La fuerza ganadora se convierte en la presidencia del centro de estudiantes; la que sale segunda en la secretaría general y luego, por el orden de votos restante, cada agrupación queda responsable de una o más secretarías. En algunas facultades en las que hay más tradición de lucha del movimiento estudiantil, como Filosofía y Letras o Sociales, se conquistó que las elecciones estudiantiles sean autónomas, sin injerencia de las autoridades. Muy distinto a lo que ocurre en algunas como Derecho o Económicas, en las que la conducción del centro estuvo históricamente ligada a la gestión, y entonces son las autoridades las que organizan los comicios.

Por otro lado, los Consejos Directivos, que son los órganos de co-gobierno de cada Facultad, donde se toman la mayor parte de las decisiones que atañen a los contenidos académicos, los concursos y designaciones docentes, la relación de la facultad con el entorno social, etc. Se eligen 16 consejeros. 8 por el claustro de profesores, 4 por el de estudiantes y 4 por el de graduados. En algunas facultades, los claustros de graduados y de profesores votan por anticipado. Es una exigencia histórica que los trabajadores no-docentes, los que garantizan el funcionamiento cotidiano de nuestras facultades, participen en los órganos de co-gobierno; hoy sólo participa, con voz pero sin voto, un representante de los no-docentes en los consejos directivos de algunas facultades.

¿Que profesores integran el consejo directivo? Sólo pueden postularse y votar los profesores concursados que son una ínfima minoría de los docentes que cotidianamente sostienen la educación universitaria. Los “Ad honorem”, y los interinos no participan. El claustro está compuesto por una pequeña minoría que está en condición “regular”. Según el último censo de la UBA, realizado en 2011, eran 2495 en toda la universidad, mientras que los estudiantes eran más de 262 mil.

Además existen las Juntas de Carrera: son órganos de consulta sobre temas específicos de la carrera en cuestión. Facultades como Filosofía y Letras y Sociales mantienen estos órganos con una composición similar a la del consejo directivo: 5 consejeros por cada claustro. Al ser consultivos, las decisiones que toma son elevadas luego al consejo directivo para su aprobación definitiva. Aunque por tratarse de conquistas de las comunidades educativas de dichas facultades, salvo en situaciones muy específicas, lo que las juntas resuelven por mayoría suele aprobarse automáticamente en el Consejo Directivo. Otras Facultades como Derecho, Económicas, Medicina, entre otras, no tienen juntas de carrera sino departamentos designados por las autoridades y sin participación estudiantil.

A su vez, a los directores de carrera los elige el decano de la facultad, con la excepción de algunas facultades como Filosofía y Sociales en donde, como resultado de la lucha del movimiento estudiantil y de la comunidad educativa, son electos en los claustros, con un voto que es directo pero ponderado, es decir, el voto de los profesores vale más que el de graduados y estos a su vez más que el de los estudiantes. Una vez electos de esta forma, los aprueba el consejo directivo. En la facultad de Arquitectura, el director de carrera es designado por el Decano, aunque no todas las carreras tienen director.

¿Por qué hablamos de voto ponderado?

Si tomamos como ejemplo las elecciones obligatorias 2013, en las que se tenía que renovar también el decano, en la facultad de Ciencias Sociales votaron, para el consejo directivo, 14079 estudiantes, 2535 graduados y 213 profesores. Lo que implica que hubo un consejero por el claustro de profesores cada 26 votantes, uno por el de graduados cada 634 votos y uno por el claustro estudiantes... ¡Cada 3520 electores! Una buena ilustración de algo que se repite, en mayor o menor medida, en todas las facultades de la UBA. Un sistema que lejos de ser moderno y democrático, es parecido al sistema establecido en Francia antes de la revolución de 1789, hace 228 años.

Pero esto no es todo. Una vez conformados los consejos directivos de cada facultad y el consejo superior, conformado por los 13 decanos y cinco representantes por cada claustro (que a su vez, son elegidos indirectamente por los representantes de los consejos directivos) se reúne la asamblea universitaria, conformada por 236 consejeros.

Ese organismo es el que define al nuevo rector. Sí, 236 consejeros que eligen por más de 260 mil estudiantes, miles de docentes regulares, ad-honorem y no-docentes. A esa altura, el voto de cada estudiante, que somos la mayoría de la UBA, se convierte en algo completamente insignificante.

Un régimen anti-democrático para garantizar una UBA ajena a los intereses de las mayorías trabajadoras y populares

Este régimen antidemocrático existe, y se explica, para perpetuar un co-gobierno que hoy comparten radicales y afines al gobierno, con peronistas. Nada muy distinto a la realidad. En una reciente entrevista al rector Barbieri realizada por el periodista Julio Blanck, sus declaraciones lo dejaron claro: “Nosotros pertenecemos a un espacio en el que hay de todas las ideologías, y la verdad que, en ese sentido, yo estoy trabajando muy bien con el gobierno nacional.” El mismo que hubiera sido ministro de educación de Scioli, como se cansaron de decir en campaña, hoy no tiene problema tampoco en trabajar en armonía con Cambiemos.

Ni el intento de ajuste educativo anunciado en mayo de 2016, que sólo fue frenado por la enorme movilización de la comunidad educativa, es mérito para que estas autoridades resignen enormes privilegios por los cargos que ocupan hace años en la UBA.

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También han sabido tener sus propios negocios. En los últimos años se vieron varios casos escandalosos. La denuncia contra Yacobitti por la plata del hospital clínicas, que iba a la campaña de Lousteau; La denuncia al ex número dos de la SIDE, Darío Richarte, que terminó renunciando; La denuncia por corrupción a Luis Giusti, decano de la facultad de ciencias económicas y así puede seguir la lista un rato largo. El kirchnerismo, por su parte, votó a favor de la asunción de Barbieri en el consejo superior, para mantener sus esquemas de alianzas en los claustros docentes de las facultades.

La demanda por la democratización de la universidad es un planteo que ha tenido numerosas expresiones en las últimas décadas, con la lucha del movimiento estudiantil como protagonista. Muchas veces también estuvo agazapada detrás de la defensa de la educación pública que se encuentra permanentemente amenazada. Es irrenunciable esta cuestión si queremos desde ahí cuestionar abiertamente el régimen antidemocrático que la sostiene y que vela un debate más profundo e importante: la de la necesidad de cambiar la universidad de raíz, para que sus conocimientos den respuesta a los problemas más sentidos y estructurales de las grandes mayorías trabajadoras y estudiantiles (el problema de la educación, derechos humanos avasallados, salud, vivienda, trabajo) y su acceso verdaderamente universal.