Un político de extrema derecha políticamente “incorrecto”, que rompe las formalidades y ataca al establishment. Un fuerte discurso antiinmigración. ¿Un Donald Trump británico?
Josefina L. Martínez @josefinamar14
Viernes 24 de junio de 2016
Foto: EFE
Nigel Farage, líder del partido UKIP, ha salido exultante en la madrugada del viernes a festejar el triunfo del Brexit. Es claramente uno de los actores políticos que sale más fortalecido con el resultado del referéndum.
Algunos sugieren que se trata de una versión británica de Donald Trump, o, por lo menos, que expresa un fenómeno similar, un “trumpismo” british. Las similitudes aparecen a primera vista: dos líderes “políticamente incorrectos”, con un barniz populista y un fuerte rechazo a los inmigrantes, dos “outsiders” del establishment político, hombres de negocios, que cuestionan desde la derecha al sistema político bipartidista.
El partido UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido) fue fundado en 1993 por políticos provenientes del ala euroescéptica del partido conservador, que estaban en contra del Tratado de Maastricht. Este tratado, firmado en 1992 y que entró en vigencia al año siguiente, establece las bases de funcionamiento de la Unión Europea. En ese momento Reino Unido logró una cláusula de exención, “opt-out”, para mantenerse fuera de la moneda única.
En las elecciones para el Euro Parlamento en 1999 obtuvo el 7 % y tres eurodiputados (Michael Holmes, Nigel Farage y Jeffrey Titford). En las elecciones europeas del 2014, el UKIP fue la gran sorpresa, ganando el primer lugar y desplazando a conservadores y laboristas. Los tories (de David Cameron) quedaban terceros por primera vez en unas elecciones nacionales, expresión de una aguda crisis.
En 2014 dos diputados tories del partido de Cameron se pasaron al UKIP. Uno de ellos justificaba su decisión diciendo que los conservadores no cumplían con su promesa de “cortar la inmigración”. Esto significó un golpe fuerte para Cameron que, para frenar la amenaza de nuevas deserciones, fue tomando cada vez más el discurso y la “agenda” de la extrema derecha. Además, se comprometió a convocar a un referéndum sobre la permanencia si ganaba las elecciones del 2015.
En las elecciones generales de mayo de 2015, el UKIP logró casi 4 millones de votos, aunque consiguió un solo escaño debido al sistema electoral británico que beneficia a los partidos con mayor presencia territorial. En esa campaña electoral el UKIP prometía “liberar al Reino Unido del control de la UE” y dejar fuera del servicio de salud a los extranjeros.
En un artículo publicado poco después de estos “pases” al UKIP, la corresponsal en Londres de Izquierda Diario, Alejandra Rios, analizaba la carrera política del líder del UKIP: “Farage, que ha cultivado una imagen de hombre común y sencillo de pub, es en realidad un ex agente de bolsa, con una fuerte ideología liberal y de ultraderecha. El caballito de batalla de Farage es el odio a los extranjeros y la burocracia de Bruselas, a quienes considera los culpables de la falta de crecimiento del Reino Unido.”
Esta imagen de “hombre común”, sin formalidades, políticamente incorrecto, gran aficionado al alcohol incluso cuando brinda entrevistas a la prensa, y alejado de los círculos “estirados” del establishment, ha permitido consolidar un discurso “populista de derecha” que ha tocado una fibra de frustraciones, miedo y sentimientos racistas en un sector obrero y popular muy extendido.
Durante la campaña electoral de las últimas semanas Farage aseguró que el referéndum era un duelo entre “"el pueblo y el poder establecido". También dijo que "el poder establecido” estaba “muy, muy asustado con esta votación". Un discurso fuertemente nacionalista marcó toda su estrategia: "Quiero que vivamos con nuestros pasaportes británicos y bajo la bandera británica", proclamó.
Detrás de esta fachada populista de “hombre que se hizo a si mimo”, Farage es un individuo rico que hizo ganancias en las finanzas y tiene bien claros sus principios económicos ultraliberales. Su rechazo acérrimo a la UE, además de la xenofobia y el nacionalismo, está basado en querer acabar con todas las “limitaciones” y controles de las instituciones europeas sobre la economía británica y la City de Londres.
Lo que no oculta es su odio antiinmigrante: sobre el final de la campaña, Farage presentó un cartel publicitario que fue muy cuestionado, por su extremo contenido antiinmigrante. “Un punto de inflexión”, decía, acompañado de una imagen de una larga fila de refugiados.
Farage, con toda su “incorrección política” y su discurso populista xenófobo es, a fin de cuentas, un personaje que emerge cuestionando por derecha la crisis del bipartidismo británico, ese “extremo centro” de conservadores y laboristas que mantuvo una relación endogámica con el establishment en las últimas décadas.
Josefina L. Martínez
Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.