Carlos Vergara fue designado por Gerardo Martínez para intervenir la seccional de La Plata luego de la detención del “Pata” Medina. Este lunes, dos colaboradores de Vergara fueron baleados a pocos kilómetros de Rosario. Uno murió.
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Martes 13 de marzo de 2018
Foto: Archivo. El "Pata" Medina horas antes de su detención en septiembre de 2017.
Las noticias sobre los fenomenales negocios y corruptelas de Juan Pablo “Pata” Medina, ex titular de la UOCRA La Plata, llenaron las pantallas y las páginas de los diarios entre septiembre y octubre de 2017. Medina, entonces detenido y desplazado de la conducción gremial, se convertía en uno de los capítulos del ya olvidado “combate a las mafias” que impulsaba el gobierno de Mauricio Macri.
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Poco se supo, en cambio, del interventor que asumió las riendas de la seccional platense en reemplazo del detenido. Se trata de Carlos Vergara, un hombre muy cercano al titular nacional del gremio, Gerardo Martínez, mejor conocido como el buchón del Batallón 601 en tiempos de dictadura.
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Ahora, el nombre y la trayectoria de Vergara aparecen en el centro de la escena luego de que dos de sus lugartenientes fueran baleados en la localidad santafesina de Puerto General San Martín. Uno de los hombres atacados murió mientras que el otro se encuentra internado y herido de gravedad. ¿Un recrudecimiento de la interna sindical? Desde el gremio no aventuran hipótesis, pero el contexto parece apuntar en esa dirección.
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El bombero de Martínez
Antes de ser designado para intervenir el gremio platense, Vergara ya había encabezado otras intervenciones. En 2008, fue enviado a intervenir la sede en Quilmes luego de que los sectores liderados por Juan "El Lagarto" Olmedo se cruzaran a tiros con sus pares de Lomas de Zamora.
En 2013, fue enviado como interventor a la UOCRA Rosario, de la que actualmente es su secretario general. Simultáneamente, fue designado como mediador de la seccional San Lorenzo, a donde se registraron denuncias de irregularidades, protestas y disputas internas que terminaron con la renuncia de todos los miembros de la junta directiva. Ni lerdo ni perezoso, Vergara culminó sus labores mediadoras encumbrándose como titular de la CGT en dicho departamento santafesino. Martínez no tardó en pagar por los servicios prestados: resolvió unificar las seccionales de Rosario y San Lorenzo y dejar a ambas bajo control de su bombero preferido.
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Con estos antecedentes, Martínez, que se alineó fuertemente con el gobierno de Mauricio Macri, decidió enviar a Vergara a la seccional platense. El bombero no fue bien recibido por la tropa del Pata. Pero en aquel momento no se sabían de los desmanejos del ministro de trabajo, Jorge Triaca, en la intervención del SOMU ni de la catarata de cuentas off shore que acumulaban los funcionarios macristas en diferentes paraísos fiscales. Parecía que el “combate a las mafias” era redituable mediática y electoralmente y, por tanto, que Vergara y Martínez contaban con un fuerte respaldo para la faena intervencionista.
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Ahora que la cruzada por la "transparencia” fue metida al congelador por el propio gobierno, no es de descartar que los sectores desplazados de la UOCRA La Plata, que ya tienen en su currículum el haber participado del famoso tiroteo de San Vicente en 2006, hayan aprovechado el momento para saldar cuentas del modo en que suele hacerlo la burocracia sindical peronista.
Cecilia Rodríguez
Militante del PTS-Frente de Izquierda. Escritora y parte del staff de La Izquierda Diario desde su fundación. Es autora de la novela "El triángulo" (El salmón, 2018) y de Los cuentos de la abuela loba (Hexágono, 2020)