Una gran cantidad de posibles candidatos presidenciales viene surgiendo en la interna del Partido Socialista. Al final toda la pelea interna es por quien defenderá mejor el legado los 30 años.
Miércoles 30 de diciembre de 2020
Desde Insulza pasando por Elizalde hasta Narváez representan posibles cartas presidenciables para el Partido Socialista. La interna, que viene siendo ampliamente discutida en el escenario político nacional, tiene mucho que ver con las diversas respuestas de salida que hay para la crisis política que se abrió en octubre del año pasado.
Desde los grupos más conservadores como Insulza se ha promovido un giro hacia lo que fue la “concertación”, la política de consenso y los “acuerdos” con la Derecha y la DC. Por otro lado, figuras como Elizalde han buscado un acuerdo más hacia la “izquierda” reivindicando los llamados hacia un polo “socialdemócrata” donde ahora ultimo entraron el Partido Liberal y descolgados de Revolución Democrática.
En este escenario irrumpe una carta de militantes socialistas que proponen a Paula Narváez (exministra) como carta presidencial, lo llamativo de la carta es que cuenta con el apoyo de Bachelet, una suerte de “boleto ganador” teniendo en consideración la popularidad de la expresidenta dentro del sector.
Pero independientemente de los apoyos o algunas diferencias, todos los actuales candidatos representan una continuidad con lo que fue la herencia de los últimos 30 años.
El Partido Socialista en su conjunto defendió este sistema económico que heredamos de la dictadura, ya en los 80 se volvieron un partido neoliberal tras su proceso el proceso de la “renovación socialista” con Jorge Arrate a la cabeza.
Es un partido que participó de las privatizaciones de las empresas públicas, sus militantes son directores en las AFP, están en el negocio de la educación privada, sus parlamentarios recibieron financiamiento a través de SQM, etc.
Fue durante el gobierno de Bachelet que se asesinó a Matias Catrileo, Jaime Mendoza Collio o Rodrigo Cisternas, son estos gobiernos los que estuvieron dispuestos a cargar con la represión para enfrentar las demandas del pueblo trabajo y los pueblos originarios.
Ahora, todas estas figuras intentan posicionarse como algo “diferente” que escucharon la voz de la rebelión de octubre, pero tras estas máscaras están las mismas caras neoliberales de siempre, los mismos políticos al servicio de los grandes capitales del país, los mismos intereses para conservar los privilegios de unos pocos.
