¿Quién se salva en la barca de ALBERTO FERNÁNDEZ y su “CAPITALISMO JUSTO”? | Columna Pato del Corro - YouTube
Con la desaparición física de Quino muchos de sus dibujos volvieron a girar por las redes, a generar charlas y a sorprendernos de la vigencia de muchos de sus trazos y mensajes.
Se ve a un grupo de señores trajeados arriba de la barca, cómodamente sentados, preguntándole al único que remaba. “¿Cómo que no rema más? ¡Me extraña Fernandez! ¿Estamos o no estamos todos en la misma Barca?”
La imagen gráfica casi a la perfección un mensaje repetido una y otra vez en épocas de crisis. Un mensaje en loop eterno, que repiten los grandes empresarios y también la clase política que gestiona para sus intereses.
¿Es muy distinto a lo que se está proponiendo hoy desde el gobierno con una idea de que de esta salimos multinacionales, exportadoras, bancos, grandes empresarios junto a trabajadores y sectores populares? ¿Es muy distinto al relato de un “capitalismo justo” que se propone como una salida? Y para colmo bajo el control del FMI.
Hoy el personaje que rema en la barca de Quino podría ser uno de las o los tres millones de jubilados que cobran la mínima: “¿Cómo que $18.000 no le alcanzan? ¡Me extraña Graciela! En los últimos 3 años usted perdió casi una quinta parte de su jubilación real, pero mire lo que tienen que sufrir los bancos privados, solo ganaron $103.000 millones entre enero y julio de 2020. Acá tenemos que poner el hombro todos”.
Por grotesca que parezca la escena es real. Ganadores y perdedores de la supuesta misma barca.
La situación podría repetirse en otro bote. Bien trajeados podrían estar los titulares de las grandes cámaras empresarias del país, los representantes del Gobierno y de la CGT y la CTA. Podría ser Paolo Rocca, o Marcelo Mindlin el amigo de Macri y referente de Alberto Fernandez, o Hector Magnetto de Clarín. También estarían Andrés Rodriguez, el multimillonario miembro de la Sociedad Rural y del exclusivo Jockey Club, pero que negocia por las y los estatales, junto a Yasky o alguno de los dirigentes de la CTA. Quizás no trajeados, sino vistiendo algún jean gastado, pero sentaditos ahí, entre ellos, como quien no quiere la cosa.
“¿Cómo que $21.600 de salario no le alcanza? ¿De verdad nos dice que un 7% de aumento hasta diciembre le parece poco? ¡Me extraña Gutierrez! ¿Usted sabe el stress que están sufriendo estos grandes empresarios? ¿Sabe lo que es ser parte de ese 0,08% de la población amenazado por el impuesto a las grandes fortunas? ¿Sabe lo que es dormirse todas las noches sin saber si en algún momento de este lustro no van a tener que poner una parte de sus millones de dólares? En un capitalismo justo tenemos que poner todos, sino es una estafa”.
Por grotesca la imagen no deja de ser una representación de las últimas negociaciones salariales.
La escena podría repetirse al infinito en esta Argentina que encabeza el ranking de países donde más ha crecido la desigualdad durante la pandemia. Insisto, este año se siguió desarrollando la desigualdad y lo hizo a una velocidad mayor que Brasil, Chile, Bolivia o hasta El Salvador.
Podríamos pensar en la situación de las familias sin un techo, muchos de los cuales son parte de esos casi cuatro millones de trabajadoras y trabajadores que se quedaron sin empleo en la pandemia. Podría estar Andrés Larroque preguntándole a las familias de Guernica si de verdad no pueden hacer el esfuerzo de ir a un parador o aguantar unos meses más viviendo en las calles, esperando que cumplan una promesa que no escriben en ningún lado sobre unos terrenos que no muestran.
Porque lo que están pidiendo es eso, que pasen 6 meses más con sus hijos a la deriva. Que pasen la navidad sin tener un techo, en una provincia donde lo que crecen son los countrys.
Porque acá el esfuerzo lo están haciendo todos y no se pueden solucionar los problemas en un minuto. Salvo que seas uno de los oligopolios exportadores o un terrateniente. Ahí sí se les pueden bajar las retenciones y multiplicar sus ganancias tan rápido como lo piden. O que seas parte de la Policía Bonaerense cuyos miembros armados rodearon la Casa Presidencial, y ahí también aparece rápido la plata.
Recuerden, el esfuerzo tiene que ser compartido.
Ese es el “capitalismo justo” que nos proponen.
Pero en una cosa estaba equivocado el dibujo de Joaquín Salvador Lavado, o Quino. Quien rema mientras los dueños de todo y su casta de políticos disfrutan no es un hombre solo, es la clase social más numerosa y potente, la clase trabajadora. Que junto con los sectores populares son esos millones que si empiezan a moverse, a organizarse y a sacarse de encima esas burocracias vendidas, pueden cambiar el rumbo.