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Red Internacional
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MÚSICA. Quinteto Negro: desde el tango a experimentar con otros géneros y buscar nuevas estéticas

Mientras las discusiones se agolpan en saber si el rock está muerto o no, la música le sigue dando una lección a aquellos portadores del apocalipsis sin retorno. Las muestras día a día están dejando sobradas pruebas de que la reinvención de los sonidos y la dispersión de los géneros cada vez cobran mejor salud. Para ilustrar parte de esta historia que se viene construyendo desde principios de los 2000, se arriba a Quinteto Negro La Boca y su último trabajo Cruces urbanos.

Gustavo Grazioli @Discolo1714

Viernes 18 de mayo de 2018

Esta formación que a través del tango nutre una estética heterogénea, ancla en tópicos que forman un paquete existencial donde se piensa la mixtura del siglo XXI, entre ellos los nuevos emergentes sociales, y la condensación con una política que bajo el manto de la democracia guarda las miserias sociales.

La agrupación nacida en 2008 en el barrio que inspiró a pintores de la talla de Quinquela Martín, fue en busca de un material más pretencioso y convocaron a músicos variopintos (Piti Fernández - Las Pastillas del abuelo- , Chango Spasiuk, Antonio Ríos, La Mississippi o 2 minutos) para participar de esto que han denominado como Cruces Urbanos (Sony, 2018). La presentación oficial de este trabajo la realizaron en La Trastienda y allí mostraron el terreno de la experimentación musical que abordan en el álbum. Para un tanguero ortodoxo puede sonar rara avis, pero ellos desafían y cruzan rap, blues, cumbia, punk rock y ska.

“Este disco disparado desde el tango genera un disco conceptual que apunta tanto a las cuestiones más ortodoxas y conservadoras del campo del tango como a la experimentación con otros géneros, y con esto busca generar nuevas estéticas”, asegura Pablo Bernaba, director y primer bandoneón de la orquesta. Esta forma de trabajar cercana a crear un concepto y salirse del genero, la vienen puliendo desde materiales anteriores. Esa búsqueda de alejarse de la temática más clásica del tango los ha llevado a encontrarse con discos como Álbum Negro o a su apuesta más fuerte Tangos libertarios. Desde ahí impulsaron una estética diferente que se provee de los textos del historiador Osvaldo Bayer y una performance que rescata la idiosincrasia de luchadores anarquistas como Severino Di Giovanni, Simón Radowitzky o Kurt Wilkens.

Esos antecedentes discográficos son la punta de lanza de una forma de trabajo que demuestra que el género (en este caso la estructura del tango) sea condicionante a la hora de pensar un nuevo disco. Su último material es la máxima expresión de esta idea. “Hacemos básicamente discos y temas conceptuales, no es que particularmente importen los géneros; es más, nuestra idea estética es romper las fronteras que pueda haber entre los mismos aunque siempre lo hacemos desde el lenguaje del tango, no lo podemos pensar a la inversa porque está en nuestra esencia”, explica.

Este quinteto que se termina de completar con Damián Pais (2° bandoneón), Sebastián Colavecchia (guitarra), Oscar Pittana (contrabajo) y Guillermo Borghi (piano), con sus diez años de historia a cuestas sigue su camino y no se detienen a pensar si están hablando un lenguaje anacrónico para la industria. Sus intervenciones dentro de este género, que para el imaginario de la ortodoxia tuvo su judas con Astor Piazolla, construyen una bocanada de aire que, pese a los obstáculos históricos, intenta renovar el espíritu del tanguero. “Lamentablemente la palabra “tango” cuenta con el estigma de música de viejos dentro del imaginario popular, el estigma del macho, que son flechas culturales que se siguen alimentando y que le hacen mucho daño al género. Nosotros –como generación, como movimiento- venimos trabajando para mostrar que el tango es otra cosa, pero es difícil, la estamos remando en dulce de leche”, resume Bernaba.

Imágenes paganas

El hecho de trabajar los cruces musicales con distintos géneros y apuntar a lugares conceptuales los sumergió en una búsqueda que le guarda un lugar a las imágenes. Ya en Tangos libertarios la portada la había trabajado el dibujante Miguel Rep, que muestra la figura de un anarquista que viene desde Europa al grito de “E viva l’anarchia”.

Esta vez, hundiéndose en un lodazal más críptico, se dio que el realizador de la tapa de Cruces urbanos sea Ricardo “Mono” Cohen, también conocido por el mundo ricotero como Rocambole. "La idea siempre estuvo latente.
Me gusta el trabajo pictórico de Rocambole, más allá de las portadas de los Redonditos de Ricota. En nuestro caso se dieron dos cuestiones: por un lado el hecho que alguien que está claramente vinculado con otro género musical como el rock refuerza el concepto del CD, y por el otro justo se generó el vinculo a través de un lugar en Boedo donde solemos tocar y donde él suele tener su refugio en Capital. En cuanto al trabajo que realizó para nuestra portada, se manejó con total libertad. Le fuimos pasando las pre-mezclas que teníamos del disco en ese momento y le dio un carácter bien del barrio, retratando un Quinquela Martin con una estética bien característica, que alguna manera establece un puente con la estética de los redonditos con la nuestra”
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