Después de 13 años, Racing Club de Avellaneda volvió a dar la vuelta olímpica. El equipo de Diego Cocca superó varios traspiés y levantó al final del torneo. Con el triunfo ante Godoy Cruz (1 a 0, gol de Centurión) se aseguró el primer puesto y se coronó como justo campeón.
Lunes 15 de diciembre de 2014 07:00
Foto: Télam
Dependía de sí mismo Racing para alcanzar el sueño. Nada importaba lo que pasara en Quilmes entre el cervecero y River, que acechaba al puntero. El plantel, el cuerpo técnico y sobre todo la sufrida hinchada académica hicieron tanta fuerza para cumplir ese sueño, que empujaron a Centurión a alzarse y cabecear una pelota al gol, para terminar con la ansiedad y los nervios, para gritar de desahogo, de alegría y de emoción. Racing Club, campeón del fútbol argentino.
Comenzó el torneo con altibajos. Y los "bajos" fueron muy profundos, sobre todo tras la derrota ante el clásico rival e la 5ta fecha: Independiente lo superaba en el Cilindro y -para colmo de males- Cocca había declarado "prefiero pelear el campeonato antes que ganar el clásico". La Academia era una caldera, DT y jugadores eran cuesionados. Pero con una remonatada fenomenal del clásico frente a Boca Juniors, Racing recuperó la confianza en sí mismo. Tanto que llegó al final del torneo puntero y con su valla invicta (mérito de la defensa y sobre todo de Saja) durante 583 minutos.
Ganarle a Godoy Cruz de Mendoza, en primera instancia, parecía un trámite. Pero había que jugarlo y los 90 minutos que separaban a Racing de su sueño parecían años...
En la primera etapa, la Academia salió a buscarlo con todo y mereció irse al vestuario en ventaja. Las más claras estuvieron en los pies de Bou a los 8 minutos y de Diego Milito a los 9, pero Sebastián Moyano -el arquero tombino- tuvo una actuación brillante y ahogo todos los gritos de gol.
Racing dominaba claramente y el Tomba era un tímido colado en la fiesta ajena.
En el segundo tiempo, Racing dijo basta. Se decidió a quebrar el marcador. Iban apenas 3 minutos cuando Milito ganando la pelota pivoteó abriendo por derecha para Gastón Díaz que se sacó de encima la marca del lateral con una gambeta exquisita y -levantando la vista- envió un centro bárbaro: los marcadores se olvidaron de Centurión que la frenteó picándola abajo. La desesperación del defensor mendocino no hizo más que darle un tono más épico al gol del campeonato. Sí, GOL. Gol de Racing. Las tribunas del Cilindro se venían abajo, la avalancha enloquecida de la hinchada en cada rincón de la cancha fueron la coreografía espontánea que acompañó el abrazo de Centurión con el banco de suplentes, con Cocca, con el alma del pueblo racinguista.
Racing siguió dominando pero Godoy Cruz empezó a animarse, sobre todo con la voluntariosa tarea del delantero ecuatoriano Ayoví. El Tomba se adelantó en la cancha.
Cuando llegó la noticia del gol de River, los nervios lo refugiaron atrás a Racing; no pasó demasiados sustos, pero todos querían que termine. Los minutos parecían eternos. Pero con temple y la gran actuación de Lollo en el fondo y de Milito -el gran protagonista y capitán del campeón- arriba, metiendo y aguantando, Racing llegó al final cuidando ese 1 a 0 de oro.
Cuando el árbitro pitó el final, fue un baño de lágrimas, de risas, todo junto. Una sinfonía de abrazos y gritos de alegría. Difícil entender qué rugían, pero no podía ser otra cosa que un "¡¡Dale campeón!!".
Y vino la entrega de medallas, los pedidos de perdón a Cocca y a los cuestionados del plantel como Bou (que terminó como goleador del equipo) y la idolatría al fenómeno que volvió para campeonar: Diego Milito. Y brilló, más que nunca, blanca y celeste, la Academia Racing Club...