Cuenta la historia de una dramaturga que, en medio de una crisis existencial y creativa, buscará en la música una vía para retomar su camino artístico.
Julio Urquia @discipulodemarx
Lunes 12 de octubre de 2020 18:55
La presentación cinematográfica de Radha Blank nos acerca la historia (casi) autobiográfica de Radha. Multifacética, además de protagonizar la película también escribió el guion, lo produjo y lo dirigió. En enero, el festival de cine independiente de Sundance le otorgo el premio a la dirección dramática y casi en simultáneo Netflix compró los derechos.
Lo escribió una persona negra
Esta ópera prima nos pone frente a una realizadora que parece tener muy en claro qué y cómo lo quiere contar. Divertida y honesta, se ríe y pone en cuestión todos los lugares comunes que representan los temas de los afroamericanos, pero sobre todo se ríe de ella misma. El peso de los años, los proyectos postergados, la pobreza y hasta la angustia existencial se abordan con aplomo desde la comedia.
Así una autora que supo ser una promesa del teatro pasa sus días dando clases a adolescentes y peleando para lograr que su material ingrese en el circuito del teatro comercial donde tal vez sea debidamente reconocido, al menos para pagar el alquiler.
En blanco y negro recorremos las calles del Harlem donde la gentrificación ha dejado su marca. Pero no solo de exclusión y racismo quiere hablar Radha. La presión de la industria en su búsqueda del “erotismo del dolor negro de la mirada blanca” y la necesidad de subsistir pondrán a la protagonista en la difícil situación de adaptarse a las exigencias (“¿escribo un musical de esclavos?”) o ser fiel a su propia voz.
La sugerencia de una obra comprometida en verdad parece responder a las necesidades de tranquilizar las conciencias de los productores mainstream, muy políticamente correctos, pero sobre todo blancos. Tienen buenas intenciones, pero ellos nunca vivieron en Harlem. Ella sabe reconocer solo por el aroma tres tipos de crack. Blank se revela ante lo que llama la “pornografía de la pobreza”, pero está creativamente estancada. Esta pérdida y la música parece ser la vía para volver a ser quien era. Su arte a través de las rimas parece ser más honesto que sus guiones teatrales. Entonces Radha emprende una revuelta personal para encontrar su auténtica narrativa y lograr sentirse representada en su obra.
Con más de dos horas de duración y filmada en 35 milímetros se trata de un film íntimo en línea con el cine de autor. Una banda sonora con jazz y hip hop dan el tono perfecto a una historia que también trata de rescatar parte de lo más destacado de la cultura afroamericana.