El siguiente, es un relato desde adentro: un día en la vida de una enfermera. Anécdotas como esta se cuentan por miles. Las compartimos para dar voz a aquello que los medios de comunicación silencian: la realidad del sistema público de salud.
Jueves 6 de agosto de 2015
A raíz de los sucedido en el Hospital Neonatal, y el trato que se le dio en los medios queremos combatir un sentido común que cala hondo, y que dicta que cada vez que ocurre un evento adverso con usuarios del sistema de salud público, la culpa es de los trabajadores.
Como nosotras convivimos con las condiciones terribles de trabajo hay situaciones que se naturalizan o suponemos que todos las conocen.
Pero, ¿qué significa cuando hablamos de falta de personal, falta de insumos, falta de infraestructura, falta de mantenimiento? Significa, que al recibir la guardia mi compañera me avisa, que no hay más vacuna antitetánica, o tal o cual antibiótico, ni agua oxigenada para las curaciones. Que sólo somos dos enfermeras para atender, un paciente grave que está en el shock room, 4 internados en las camas frías, y los 6 consultorios de guardia. Cada paciente, con la complejidad que tienen (sondas vesicales, sondas nasogástricas, etc.), controles de signos vitales, medicación a administrar, confort e higiene que requieren, lleva como mínimo dos horas de trabajo cada uno. Si te tocaron 5 pacientes es fácil deducir que no darás abasto en una guardia de ocho horas para hacer todo. Pero ¿y si tenes que atender a 6 pacientes...? ¿u 8...? ¿o 9...?
A pesar de todo, uno respira hondo y empieza a trabajar. Los nebulizadores no funcionan, no hay sábanas para los ingresos, ni para cambiar a los dos o tres pacientes, que se orinaron en la cama, vomitaron o se mancharon con sangre. No encuentro al camillero para que lleve a otro paciente a rayos. Una mujer grita desesperada, trae a su hija con una hemorragia, corremos, mi compañera se queda con los médicos que la valoran, yo corro a preparar una el suero. La médica me dice que es un aborto incompleto, que le alcance la caja de legrados, pero la madre no sabe el diagnóstico y la paciente no quiere que le contemos. Hablo con ella, le pido que salga con la excusa de que debe hacer la ficha con el secretario. El sangrado es abundante, la paciente se puede shockar, necesita oxitocina, veo que sólo quedan cuatro ampollas, uso tres y queda una sola ¿que haremos si viene otra urgencia como esta?, mejor no pienso y sigo. Al final todo sale bien. La doctora y mi compañera se quedan higienizando a la paciente (sabe que somos dos y nos ayuda). Yo llamo por teléfono a las chicas de la limpieza, hay sangre por todo el pasillo y el consultorio. Mi compañera me dice:" ¿miraste la hora que es?". Son las ocho de la noche, sin que nos demos cuenta pasaron 6hs! Pero falta todo, la medicación de las 20Hs, reponer los materiales. Con la urgencia de la chica de la hemorragia, no hicimos los controles de glucemia y los pacientes ya están cenando, bueno ahora le cuento al médico. Si puedo, se acumularon las indicaciones de los consultorios, hay como tres inyectables para hacer, después tres ingresos, y un paciente que se va de alta y tengo que cerrar el informe, y me faltan los balances. Y me doy cuenta que no merendé, ni fui al baño, con razón me duele la cintura. No sé cómo, pero entre mi compañera y yo a las corridas terminamos. Llega el otro turno, les contamos las novedades y les decimos: "chicas, no hay sábanas, ni agua oxigenada, queda una ampolla de oxitocina, no funcionan los nebulizadores, no hay clindamicina".
Y este no fue de los peores días, sólo otro turno en la guardia del Rawson. ¿Qué te podes accidentar?, Sí claro. ¿Que se nos resiente la salud? por supuesto. Que estás expuesto a cometer errores, obviamente.
Pero, ¿y si además tenés que salir corriendo de ahí a una clínica, a trabajar otras ocho horas?, ¿y si además sos precarizado (contratado por años, monotributista, etc.)? Mal pagos, ni decirlo, porque eso somos todos.
La demanda hacia el sistema público de salud aumenta exponencialmente. A medida que cada vez hay más trabajadores desempleados o con precarizados, sin mutual. Pero no se hace mantenimiento de los hospitales. Se rompen los aparatos y así quedan. Se cuartea una pared y así queda. Salvo que pase algo groso como cuando se incendió la terapia por un cortocircuito, ¡y resulta que no había salida de emergencia! (¿ustedes lo leyeron en algún diario?)
Nuestro patrón
Los trabajadores estatales provinciales trabajamos para el Estado. El Ministro Fortuna firma las circulares internas. El secretario de Gobierno dirige las paritarias truchas de cada año. Las partidas presupuestarias para liquidar nuestros salarios, se discuten en la Legislatura. Hasta el más caído del catre sabe, que por lo tanto nuestro patrón actual es el Gobernador de la Provincia.
Por ello, lo hacemos responsable y le reclamamos, porque el estado de nuestros hospitales y las condiciones en que trabajamos responden a decisiones políticas del gobernador y sus ministros. Los directores de hospitales son títeres, que cambian según la ocasión. Después las cosas siguen igual o peor. La situación es tan caótica, no hay ningún plan de salud, solo el desguace, y desmantelamiento progresivo, en favor de la Medicina Privada.
El nivel de hartazgo y frustración por estas condiciones de trabajo llega a tal punto que se produjeron luchas emblemáticas como la del verano de 2013/14, en que llegó a haber dieciocho hospitales de Córdoba Capital e interior de paro, con una adhesión de todos los niveles profesionales y administrativos. Sin descuidar las guardias mínimas urgencias, emergencias y pacientes internados. Esto fue tan contundente que el gobierno tuvo que abrir el diálogo. Un tiempo después trabajadores del Hospital de Niños recibieron notificación de que se los imputaba por las tomas. Entre las conclusiones y balance que hicimos posteriormente, consideramos que la pata floja de la lucha fue no sumar a los usuarios.
La salida es la organización de los trabajadores, en conjunto con la población, denunciando la desidia del gobierno y exigiendo que se garantice una Salud Pública eficiente y de calidad. Pero además, los trabajadores tenemos que empezar a tomar la política en nuestras manos, por eso en estas elecciones me presento como candidata a diputada nacional por Frente de Izquierda y los trabajadores por la lista 1A “Renovar y fortalecer el Frente”, porque nuestras candidaturas tienen que servir para fortalecer las peleas en nuestros lugares de trabajo y que los trabajadores tomemos la política en nuestras manos.