Natalia Zito nos presenta su primera novela, en la cual nos relata los últimos cuatro días previos a la mudanza después de una separación tormentosa. El sabor amargo de lo eterno vuelto efímero y el camino intenso de repensar la vida dentro de un camión lleno de cajas.
Facundo Tisera @facu.tisera.11
Viernes 6 de septiembre de 2019 20:38
Diseño en base a la tapa del libro
Natalia Zito nos trae una novela que se caracteriza por tener una voz de narración potente y absoluta. Se trata del monólogo interior de la protagonista que se enfrenta a la tarea de desmantelar lo que fue el hogar que tenían con su pareja y su hijo. Toda la estructura de la novela está apoyada en los pensamientos de esta mujer que, al tiempo que desarma y sangra, recuerda y llena los espacios vacíos de la casa con situaciones, charlas y escenas que no logra guardar y olvidar en las cajas.
A través de sus pensamientos los lectores vamos reconstruyendo hacia el pasado -sin orden cronológico -fragmentos de su vida, así como también a los personajes que conviven con ella. Podemos pensar principalmente en un tridente compuesto por la protagonista, su ex marido y su madre, sobre el cual se sostiene todo el entramado familiar y el argumento de la novela.
Hay en ese sentido un punto interesante en lo que se refiere a la construcción técnica de los personajes. La autora trabaja sobre ellos mostrándolos (a través de la visión de la protagonista, claro está) y haciéndolos actuar frente a nosotros sin caer en descripciones forzadas o evidentes. Existe una naturalidad en el relato que nos pone de manifiesto la violencia simbólica del ex marido o la severidad de la mirada materna sin que se ponga el eje en ello. La sutileza es todo un logro.
(Hablando de sutileza, hay al respecto del vínculo con la mamá una joya discursiva. La protagonista se refiere todo el tiempo a su mamá como madre, lo cual llama la atención porque es una palabra que queda por fuera del registro de la protagonista. Eso se nota de entrada. La palabra madre hace ruido, genera cierta incomodidad al principio, así como a la protagonista le genera incomodidad su propia madre, ya no simbólica, sino la de carne y hueso.)
Si bien es una novela con una fuerte carga psicológica, hay que decir que en ningún momento busca ser psicológicista. La naturalidad con la que se va desarrollando el hilo de pensamiento, y con él, el argumento, baja a los personajes a tierra y los vuelve palpables y sufrientes. En un texto de este estilo es algo muy difícil de lograr y creo que Zito sale airosa de ese problema. De hecho, la protagonista no genera lástima sino más bien fuerte empatía en sus vaivenes emocionales. La escritura ayuda en ese efecto ya que está cargada de imágenes muy potentes que implican un gran poder de condensación dando un efecto poético, pero sin rasgo de florituras. La protagonista llora, se angustia, se enoja, se siente sola, vulnerable, pero en ningún momento da la sensación de desprotección.
En otras palabras, una novela con una protagonista femenina acorde a los tiempos que corren.