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Red Internacional
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ESTADOS UNIDOS. Reaparece Obama en medio del primer revés de Trump

La crisis desatada por el decreto de Trump que prohíbe la entrada de refugiados y ciudadanos de países de mayoría musulmana no cesa. Reaparece Obama y los demócratas intentan capitalizar el momento.

Celeste Murillo

Celeste Murillo @rompe_teclas

Martes 31 de enero de 2017 13:32

Imagen: Reuters

La crisis desatada por el decreto de Trump que prohíbe la entrada de refugiados y ciudadanos de países de mayoría musulmana no cesa. Las protestas se extendieron durante el fin de semana en los principales aeropuertos, donde miles de personas se acercaron a manifestarse contra las políticas xenófobas y solidarizarse con las personas detenidas.

Las repercusiones se multiplican al tiempo que crece la crisis política, con divisiones entre los republicanos, obstáculos para nombrar figuras clave del gabinete y críticas de empresarios.

El sábado 28, una jueza de Nueva York bloqueó la orden ejecutiva de Trump, en respuesta a una demanda de un organismo de derechos humanos, ACLU (Unión para las Libertades Civiles en América). Este fue el primer cuestionamiento de la constitucionalidad de la medida.

El lunes 30, la fiscal general interina, Sally Yates había ordenado al Departamento de Justicia de Estados Unidos que no defienda en los tribunales la orden ejecutiva de Trump. La medida de Yates dejó al desnudo las divisiones al interior del ministerio de Justicia.

Yates, nombrada por la administración Obama para evitar la acefalia hasta el nombramiento del nuevo fiscal general, dijo que, “mientras yo sea la fiscal general en funciones, el Departamento de Justicia no presentará argumentos en defensa de la orden ejecutiva”. Antes de que terminara el día, Trump la relevó de sus funciones por “negarse a hacer cumplir una orden diseñada para proteger a los ciudadanos de Estados Unidos”.

El mismo día, Trump designó a Dana Boente, actual fiscal del distrito Este de Virginia, hasta que el Senado confirme la nominación de Jeff Sessions, su elegido para el cargo. Mientras se profundiza el repudio a la medida, que llegó hasta Hollywood y Sillicon Valley, Trump no ahorró en epítetos para presionar la confirmación de Sessions, hoy bloqueada por los senadores demócratas.

¡¿Cuándo nos darán los demócratas nuestro Fiscal General y el resto del gabinete?! ¡Deberían avergonzarse! ¡Y se preguntan por qué Washington no funciona! Arremetió Trump desde su cuenta de Twitter.

Dentro del partido Republicano también se oyeron voces contrarias a la manera en que Trump decidió e implementó la medida. El diputado de Virginia y aliado de Trump, Dave Brat, confirmó la incomodidad de los legisladores republicanos, que no fueron consultados antes del anuncio. Una de las principales preocupaciones fue la no previsión de las consecuencias. Lo último que desea el partido Republicano es mostrar una Casa Blanca impulsiva y que no mide el alcance de sus decisiones.

Capitalizar la oposición, ¿querer es poder?

Desde las primeras manifestaciones contra el decreto antimusulmán de Trump, el partido Demócratas ha intentado capitalizar la crisis sin avivar demasiado la bronca con las medidas de la Casa Blanca. La senadora Elizabeth Warren estuvo presente en las protestas del aeropuerto de Boston, también estuvieron presentes en otras protestas el senador y ex precandidato Bernie Sanders.

La diputada Nancy Pelosi, líder de la minoría en la Cámara Baja, y el senador neoyorkino y líder de la minoría demócrata en la Cámara Alta Chuck Schumer participaron de actos y manifestaciones. Con discursos sobre los “valores” y el “espíritu” de Estados Unidos, esconden la constante que existe en las políticas antiinmigrantes del Estado imperialista. Más allá de los modos, ambos partidos han aplicado, siempre que fuera funcional a los intereses de Estados Unidos, políticas xenófobas.

Pero si hay un dato que confirma la voluntad de los demócratas de capitalizar la crisis es la reaparición de Barack Obama, la figura más popular que tiene el partido. Contra los usos y costumbres de la política estadounidense, que indican que el presidente saliente se mantiene al margen de la política durante un tiempo prudencial para que la nueva administración se instale en Washington, Obama publicó un comunicado de prensa a través de su vocero.

Obama dijo sentirse “alentado por el nivel de participación en comunidades de todo el país”. Respaldó las manifestaciones: “Los ciudadanos ejerciendo su derecho constitucional a reunirse, organizarse y hacer que sus voces sean escuchadas por sus representantes electos es exactamente lo que esperamos ver cuando los valores estadounidenses están en juego”. También se pronunció sobre las comparaciones con su administración: “el presidente está fundamentalmente en desacuerdo con la noción de discriminación contra individuos debido a su fe y religión”.

Cuando no se cumplen dos semanas del gobierno de Trump, la crisis abierta amenaza con dejar cicatrices más profundas. Aunque controla ambas cámaras y se prepara para avanzar en su agenda conservadora, el partido republicano no consigue cerrar filas de forma contundente detrás de Trump. El partido Demócrata todavía no se recupera de la derrota electoral cuando ya debe pensar en recomponer su dirección, que salió muy desprestigiada de las primarias, cuando se confirmó el sabotaje al candidato favorito de la base de partido, dejando a Bernie Sanders como una de las figuras con mayor apoyo. La posibilidad siempre cierta de divisiones en el partido republicano, y las dificultades de los demócratas para capitalizar fácilmente los traspiés de Trump (por la falta de figuras populares como Obama), evidencian que la crisis del bipartidismo será protagonista también en la era Trump.


Celeste Murillo

Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.

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