El gobierno busca a como de lugar sepultar la propuesta de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, sobreponiendo la propuesta de flexibilización del gobierno de 41 horas. Por su parte, se excusan en la "productividad" como una forma de justificar su proyecto ¿Qué hay detrás de esto?
Miércoles 14 de agosto de 2019
El debate sobre la reducción de la jornada laboral se mantiene candente. Y es que frente al gran impacto generado por la propuesta de rebaja de 45 a 40 horas por parte de la diputada del Partido Comunista (PC), Camila Vallejo, el gobierno – a través del ministro Monckeberg- ha tenido que ocupar cada resquicio posible para contraponerle su propuesta flexibilizadora de 41 horas, con la reacomodación de horarios.
Y sin duda, una de sus más recurrentes excusas ha sido que la propuesta de la reducción a 40 horas de trabajo con el mismo goce de sueldo, afectaría directamente la productividad en las labores, lo que según el ministro, tendría costos importante, una artimaña barata para defender los intereses empresariales, y un cruel régimen de explotación sustentado en la flexibilidad laboral.
“Incluso los más zurdos, los más de izquierda, todos estos países se van a flexibilidad porque tiene que ver con la productividad”, señaló Monckeberg, quien debió reunirse con su partido Renovación Nacional (RN), para convencerles de apoyar la propuesta del gobierno, luego que la semana pasada se generara un enfrascamiento al interior de Chile Vamos, donde distintos sectores se mostraron dubitativos frente a la discusión.
La trampa de la productividad para desviar el centro en el régimen de explotación
Sin duda uno de los argumentos característicos utilizados por distintos sectores políticos, para la viabilidad o no de un proyecto político, es la productividad, donde muchas veces se toman como ejemplo la realidad de países neoliberales, en los que el estado ha conseguido asegurar derechos como educación, salud, o la misma situación laboral. Sin embargo tanto en la argumentación de Vallejo “menos trabajo mayor productividad” o la del gobierno “mayor flexibilidad mejor productividad” desvían el centro del debate, solamente a través de afectar las ganancias y privilegios de los grandes capitalistas, se podrán conquistar los derechos del conjunto del pueblo trabajador. El cuestionamiento al régimen de explotación resulta estéril sino tiene una proyección mayor, como acabar con la desocupación actual, donde en ciudades como Valparaíso y Antofagasta alcanzan casi el 9%. O la pelota que le ha arrojado el gobierno a los inmigrantes, culpándolos de la complicada situación que pasará la economía del país en lo pronto, justificándose en la aprobación de la ley migratoria.
Trabajar 6 horas, 5 días a la semana y con repartición hora entre ocupados y desocupados
Desde el Partido de los Trabajadores Revolucionarios (PTR), organización de izquierda y anticapitalista, proponen luchar por la reducción de la jornada laboral, trabajando 6 horas, durante 5 días a la semana, sin afectar el salario, y donde se puedan repartir las horas entre ocupados y desocupados, resquebrajando la naturalización de la cesantía y el desempleo, con el que los empresarios dividen a la clase trabajadora, mientras se llenan los bolsillos a costa de su trabajo. Y a su vez, sin ingenuidad, ni cayendo en voladores de luces, ya que se reconoce que la única forma en que todos, todas y todes, puedan trabajar, será atacando las ganancias de los grandes empresarios, para acabar con las extenuantes jornadas, que afectan a miles de trabajadores, tanto en su salud, vida social, y familiar. Lo que está en cuestionamiento no es la “productividad”, sino los millones que se embolsan los capitalistas a costa de lo que produce el trabajador o la trabajadora, y por tanto el régimen brutal al que le condenan.