El 18 de abril de 2008 fue desalojada la planta de Mafissa, una de las textiles más grandes de Argentina, ubicada en Olmos (La Plata). Sus trabajadores habían protagonizado 3 años de duros conflictos contra la precarización y por sus salarios, contra una patronal vinculada a la dictadura. Hoy, a 15 años, a través de las voces de sus protagonistas, queremos recuperar una lucha que fue emblema del fenómeno del sindicalismo de base, en este caso con la participación de la izquierda. Ante los nuevos intentos flexibilizadores y la crisis, creemos que pueden ser un aporte a las nuevas generaciones de luchadores y luchadoras.
Video: Redacción La Izquierda Diario La Plata
Salir de la efeméride es estudiar las lecciones que dejó este conflicto para el presente. Hoy estamos de nuevo ante una crisis económica, social y política que afecta a las mayorías trabajadoras. Por eso retomamos las voces de esta lucha, para sacar las mejores conclusiones de una pelea donde la alianza entre la empresa, la burocracia y el gobierno logró despedir a los delegados y activistas que habían desafiado a la dictadura patronal.
Pero los trabajadores vivieron un profundo proceso de politización en torno a sus condiciones de trabajo y los privilegios de sus patrones, donde los más jóvenes “empujaron” y confluyeron con los de mayor antigüedad. El conflicto trascendió la fábrica formando parte de la Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada, y donde “puertas adentro” se recuperó la organización de base y se puso en pie una Comisión Interna con peso de la izquierda, a través de la confluencia entre el activismo y el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS).
A su vez, las mujeres familiares de los trabajadores se organizaron y formaron una Comisión de Mujeres que fue fundamental para el desarrollo del conflicto y en su organización como mujeres trabajadoras. Retomaremos a lo largo de la nota estos puntos para los desafíos actuales. La memoria de esta lucha mantiene sus hilos porque, como plantea un trabajador de la fábrica, ”las ideas no se matan”.
Crónica de un conflicto
La lucha de Mafissa fue parte de un fenómeno nacional, político y sindical que se denominó “sindicalismo de base”. Luego del embate neoliberal sobre la clase trabajadora en los años ‘90 y la devaluación como salida a la crisis del 2001, desde el 2003 comenzó una etapa de recomposición por la creación de nuevos puestos de trabajo con una terrible contracara: La caída del salario real y la continuidad de muchas de las conquistas patronales noventistas, como la tercerización, los contratos precarios y el trabajo sin registrar que golpeaba a más de la mitad de la clase trabajadora. Estas demandas produjeron una serie de luchas y procesos de organización de base, muchos de ellos con un fuerte protagonismo de la izquierda. Algunos de los más emblemáticos fueron la pelea de los metrodelegados en el subte de la Ciudad de Buenos Aires; la huelga del Hospital Garrahan; otras luchas de sectores tercerizados como los ferroviarios; la de los trabajadores del Casino flotante; el enfrentamiento de los despidos en la ex Jabón Federal; la huelga de FATE; y la de Kraft-Mondelez que comenzó ante la falta de condiciones de seguridad e higiene por la gripe A.
Por entonces la provincia de Buenos Aires era gobernada por Daniel Scioli y la presidenta era Cristina Kirchner. Esta pelea se daba en un contexto político en el que el kirchnerismo aprovechaba el “viento de cola” de la economía y había sido reelecto como gobierno, mientras las patronales amasaban fortunas beneficiándose de un modelo económico de exportaciones en dólares y manteniendo trabajadores contratados con salarios de miseria. A ese tipo de empresarios se enfrentaban en MAFISSA: a la familia Curi, una patronal precarizadora y con estrecha relación con los militares en la dictadura (durante la cual desaparecieron 15 trabajadores). La política de la empresa, desde Curi padre hasta Curi hijo, fue la de buscar las maneras de explotar cada vez más a los trabajadores. Longo (2008) cuenta cómo, en 1975, Curi padre cambió el nombre de la fábrica a "Hilandería Olmos" para pasar del convenio de los petroquímicos al de los textiles, porque tenía un salario más bajo. La lucha de los años 2005 al 2008 fue para enfrentar el convenio, igual de precarizador, de Curi hijo.
La pelea comenzó en los años 2005 y 2006. Hernán, trabajador de la fábrica y actual dirigente del PTS, decía en una entrevista realizada por Laura Meyer que “salimos con la bandera del 40% de aumento de salario, no había un solo lugar de la fábrica que no lo discutiera, donde entrabas, veías expresado ese reclamo”. (pp. 171)
Estos dos primeros años los trabajadores protagonizaron distintas luchas por demandas ofensivas: buscaban avanzar en mejores condiciones de trabajo. Ante el surgimiento de un nuevo activismo, la mayor preocupación de Curi era que se denuncie el convenio de trabajo que regía la actividad del sector. Sus pesadillas se fueron haciendo realidad: los trabajadores habían armado comisiones en todos los turnos. Toda la fábrica discutía en qué condiciones quería trabajar, cuántos operarios se requerían por línea, la necesidad de mecanizar ya que había trabajadores que levantaban mucho peso y se rompían. Luego de años de precarización, las primeras luchas mostraron el hartazgo. En el documental Compañeros realizado por Contraimagen, Hernán decía que “nos cansamos del trabajo eventual, de que se nos muera un compañero por año. Dijimos basta de aceleración de los ritmos de producción”.
Un eje de los reclamos de estos años también fue la efectivización de los contratados. Hasta ese momento sólo la mitad eran efectivos y el resto contratados. Estas luchas consiguieron la efectivización de todos los que tenían más de dos años de antigüedad. Un testimonio de la nota En Mafissa esta lucha es histórica expresa: “Si quieren tocar a uno acá vamos a estar todos. Ya sea contratado o efectivo, no queremos que toquen a nadie”. Quedaba marcada a fuego una idea que sería retomada a lo largo de todo el conflicto: “si tocan a uno, nos tocan a todos”. Recuperaban así un lema que habían levantado las fábricas ocupadas en la crisis del 2001, como Zanon y Brukman.
Ante estas primeras luchas, la empresa respondió con 40 despidos. En la nota de La Verdad Obrera Así triunfan en Mafissa de 2006, un trabajador planteaba: “Hace 14 años que estoy en la fábrica. En el 2005 dimos la lucha por aumento salarial y efectivización de los contratados. Por primera vez esta lucha nos unió y no fue como la del ’94, cuando perdimos y quedaron afuera 40 compañeros. Esta vez la patronal y el sindicato quisieron hacer lo mismo, desgastándonos, pero no pudieron”.
La empresa buscaba imponer un nuevo convenio, tan favorable a ellos que hasta pretendía negociar la posibilidad de reincorporar algunos activistas a cambio de que este se aceptara. Pero con las luchas se fue consolidando un nuevo activismo que, a fines del 2006, puso en pie una Comisión Interna combativa contra la inactividad del sindicato: la Asociación Obrera Textil (parte de la CGT).
La patronal no soportó el reclamo de los trabajadores y su organización, por lo que en 2007 apagaron las máquinas declarando el lock out patronal y mandaron telegramas de despidos y suspensiones. Hernán, en la entrevista Jamás esclavos, decía: “los trabajadores respondimos inmediatamente con una gran asamblea donde discutimos que ninguno de nosotros nos íbamos a mover de la planta. Así fue que en esos momentos la fábrica quedó para nosotros”. Los obreros decidieron continuar cumpliendo su turno, con la fábrica parada. Con esta medida, los trabajadores radicalizaron sus métodos de lucha, realizando una permanencia y ocupación de la planta que duró 42 días, hasta que la patronal dio marcha atrás.
Luego de este hecho, los trabajadores obtuvieron un triunfo rotundo: la patronal cedió, reincorporó a los despedidos y volvió a producir. Lo que no aceptaba era que se modificara el convenio de trabajo. Los trabajadores continuaron luchando por su modificación, por lo que a principios del año 2008 la empresa ratificó 103 despidos, 200 suspensiones y, nuevamente, el lock out patronal. Los trabajadores volvieron a ocupar la fábrica por más de dos meses, realizando festivales para ganar apoyo, difundiendo un fondo de huelga que les permitió mantener la lucha, haciendo acampes y movilizaciones.
El intento de los Curi y la AOT de golpear a ese activismo se enmarcaba en la necesidad del gobierno nacional y la CGT de “poner orden” ante el fenómeno del sindicalismo de base, mediante su cooptación y dividiendo a los sectores más combativos. Se preparaba así para momentos de mayor crisis como los que vendrían. Por eso el gobierno provincial de Daniel Scioli actuó abiertamente a favor de la empresa, tanto desde sus ministerios como con la policía.
Luego de dos meses tomando la fábrica, el 18 de abril del 2008, fueron 18 trabajadores los que resistieron 9 horas ante un operativo policial de 700 efectivos, montado por el gobierno provincial. Este cortó los principales accesos para que no se pueda llegar a la fábrica. La policía se subió a varios colectivos de la empresa “Oeste” (la línea que llega a la planta) para requisar a pasajeros y averiguar si iban a la fábrica. Por eso, un sector de trabajadores también realizó un corte en las calles 7 y 50. Mientras tanto, más de 200 personas lograron llegar a la fábrica, ya que la relación con la comunidad era muy estrecha: la mayoría de los trabajadores vivía en los barrios aledaños a la empresa, y desde ahí también recibían mucha solidaridad. Se hicieron presentes en la inmediaciones organizaciones políticas, organismos de Derechos Humanos, trabajadores y vecinos de la zona.
Durante la resistencia, los obreros de Mafissa se encontraban en los techos. Realizaron 9 asambleas y decidieron salir por la puerta principal de la planta y no por detrás cómo pedía la policía. Estuvieron presos durante tres días, mientras que las organizaciones solidarias montaron una guardia y permanecieron frente a Fiscalía exigiendo su liberación. Marcos, trabajador de la fábrica, en la entrevista realizada por La Izquierda Diario publicada en esta nota, dice: “me acuerdo la causa: Coacción agravada en concurso real, daño calificado, resistencia a la autoridad y violacion de la propiedad privada”. Una delegación de obreros ceramistas de Zanón viajó para estar en el reclamo por su libertad.
¿De dónde venía esa furia de los Curi, la burocracia y el Estado? Sin dudas, de ese proceso de organización que durante 3 años había desafiado la dictadura patronal. Había un ataque duro con el objetivo de disciplinar a toda la fábrica con causas judiciales a quienes se les habían enfrentado.
“La experiencia de los “viejos” y la rebeldía de los jóvenes”
Al igual que en el resto del país, en Mafissa fueron los obreros jóvenes quienes dieron el primer “empuje” al conflicto. Lo que sucedía es que con la generación de nuevos puestos de trabajo, los jóvenes que no habían vivido la derrota de los noventa ingresaban a las fábricas: esta generación heredó la derrota pero no la experimentó en carne propia (Varela, 2015).
En Mafissa el peso de la derrota de los ‘90 se sentía en los trabajadores con más años de trabajo: “Siempre nos cuentan los compañeros más viejos que fue terrible entrar a trabajar luego de esas derrotas, después de eso costó mucho convencer a los trabajadores para salir a luchar y sobre todo a los compañeros más viejos.” (Hernán, en Meyer, L. “Jamás Esclavos”, pp. 170).
En un nuevo contexto económico, incorporaron un sector de trabajadores jóvenes que no tenían experiencia, pero que entraron con otras ganas. Algo empezó a moverse y las cosas comenzaron a cambiar. La presencia de esta nueva camada de jóvenes en Mafissa dio “empuje” para iniciar el conflicto.
Así lo expresa un trabajador con 27 años de fábrica en la nota En Mafissa esta lucha es histórica: “Antes vos les decías de hacer una medida de fuerza y no se adherían. Ahora no: los chicos son todos compañeros. El miedo se fue y eso es lindo, es positivo para la lucha que estamos haciendo. Nosotros nos despertamos gracias a los pibes jóvenes, que no compraron nada de la patronal y el sindicato”.
El empuje de los trabajadores más jóvenes, sumado a los triunfos de las primeras luchas, influyeron sobre los más “viejos”, que comenzaron a jugar un rol transmitiendo la tradición de la fábrica. “De a poco se fue gestando una unión inquebrantable entre la experiencia de los más viejos y la rebeldía de los más jóvenes.” (Hernán, en Meyer, L. “Jamás Esclavos”, pp. 170)
La patronal tenía una tradición golpista, precarizadora y anti obrera, pero los trabajadores tuvieron que realizar una búsqueda para poder recuperar su propia tradición. Los militantes del PTS y sus agrupaciones estudiantiles comenzaron a estudiar y a acercarles las peleas que habían dado los trabajadores en los años ‘70 cuando la fábrica se llamaba Petroquímica Sudamericana. “La juventud de la izquierda vino de la Universidad y te hablaba. Como yo nunca fui a la Universidad, mucho de historia no sabía. Menos de la clase obrera. La clase obrera tiene una historia zarpada. Cuando uno se empezó a empapar en eso era… como que nosotros éramos continuación de eso.” (Chino en producción audiovisual de La Izquierda Diario “A 15 años de la lucha de Mafissa: historia y lecciones de esta gran gesta obrera”).
“Nosotros fuimos transmitiendo esta historia, nos metimos muy a fondo con este tema porque tenemos 15 compañeros desaparecidos, que eran obreros y peleaban por las mismas reivindicaciones que peleamos nosotros, que están muertos, los mandó a matar Curi.” (Testimonio Hernan, en Meyer, L. “Jamás Esclavos”, pp. 175)
Esta sinergia entre la energía de los jóvenes con su desconfianza al sindicato y a la patronal, con la tradición que buscaron transmitir las agrupaciones de izquierda y los trabajadores con más años, influyó en las primeras experiencias de lucha y organización en la fábrica.
“Jamás esclavos”
Como parte de la discusión del convenio, además de la precarización del 50% de la planta, los trabajadores también rechazaban los miserables salarios, los ritmos de trabajo y la extensa jornada laboral ya que la empresa los obligaba a realizar horas extras: “El horario rotativo implica semana de mañana, de tarde y de noche. No descansás, no estás en tu casa tampoco. Llegas, dormís y te levantas como un resorte para volver a la planta. Y eso no es vida. No es vida para uno ni para las familias tampoco” (“El cuervo” producción audiovisual “Todos con Mafissa”- Contraimagen).
Con el correr del conflicto esta denuncia contra la patronal comenzó a concretizarse denunciando los niveles de ganancia de la empresa: “A mi me gusta trabajar con los números, me tomé el tiempo de sumar todas las máquinas donde yo estoy. Toda la producción que sacabamos. Y llegamos a la conclusión de que con un turno de 8 horas con la producción que sacaban les pagaba el sueldo a toda la planta de Mafissa” (José, producción audiovisual “todos con Mafissa”- Contraimagen).
En los años 2007 y 2008, universitarios pertenecientes a las agrupaciones estudiantiles del PTS hicieron una investigación sobre el pasado de los Curi, estudiando los archivos de la DIPBA (Dirección de Inteligencia de la Policia de la Provincia de Buenos Aires, cuyos registros hoy son públicos) y el libro de Curi padre “Arriba Argentina” donde festejaba la dictadura y el genocidio de clase. Esta investigación junto a los trabajadores, produjo que la denuncia a la patronal incorporara claramente una “memoria histórica” de sus intereses de clase: “Mientras “el viejo turco”, como le dicen los textiles, saludó fervientemente la dictadura militar, hoy su hijo pretende imponer una dictadura dentro de la planta, sometiendo a los obreros a las peores condiciones de esclavitud, como lo hizo su padre en aquellos años.”
A medida que el conflicto se iba acrecentando y la empresa no daba el brazo a torcer con sus ataques, se fue generando un sentimiento de que ellos tampoco iban a dar el brazo a torcer en las condiciones de explotación que querían imponer. De allí surge el lema “Jamás Esclavos”, que se apropiaron los trabajadores y sus familias.
“Nosotros respondemos exclusivamente a la base”
Para dar estas peleas, los trabajadores encontraron un enemigo de su organización sindical: la Asociación Obrera Textil (AOT) brillaba por su “ausencia”. El sindicato no era visto como un “aliado” sino que estaba ubicado en el campo “enemigo” junto con la patronal. “Tenían un imperio de 30 años. El sindicato siempre trabajó para la patronal, eran otra clase de delegados. Durante 30 años nunca hubo una denuncia.” “Con la anterior Comisión Interna nos habíamos acostumbrado a dejar la dignidad de lado. Por decir, no pucha, yo tengo una familia y tengo que llevar el mango a mi casa.”
Apareció la necesidad de contar con nuevas formas de organización de los trabajadores, y lo primero que se recuperó fue el espacio asambleario. “La burocracia impulsaba el método de la urna. Nosotros decíamos que no, que teníamos que vernos la cara, para ver qué pensábamos cada uno de nosotros. Ese era el método. Ahora tenemos asambleas de 350 compañeros y se pelean por hablar. Nadie se quiere perder las asambleas, todos quieren ser actores de este proceso. Por eso sale el comité de organización de lucha, el comité de prensa, el comité de huelga. Todos quieren ser parte de algo.” (Hernán, entrevista en programa radial Pateando el tablero, 2007)
En 2006 comenzó a surgir en el activismo la idea de formar una Comisión Interna (CI). La fecha en que se debían hacer las elecciones de la CI coincidían con ese momento de los primeros triunfos, el activismo se encontraba fortalecido, por la presión ejercida habían conquistado un 19% de aumento salarial (superando el techo de Moyano que fue de un 17%), mientras que el gremio no había hecho nada. Los trabajadores juntaron 300 avales para presentarse, la directiva del gremio les dijo "ustedes ya dirigen la fábrica". Así se expresaba en la base de la fábrica: “Queremos un cambio ya, yo mismo hablé una sola vez después de 10 años y me echaron y esas cosas no tienen que pasar más. Lo que pasó el día de la elección, desde que estoy yo acá, nunca se vio. Normalmente iba a votar el 3%. Ahora no votaron 40 personas nada más. Participaron todos.”
En septiembre del 2006 lograron presentarse y ganar la CI: “Nosotros ganamos la nueva Comisión Interna de Mafissa en un acontecimiento histórico, donde de 371 trabajadores conseguimos 286 votos contra 84.” (Testimonio Hernan, en Meyer, L. “Jamás Esclavos”, pp. 173)
Muchos de estos activistas tenían una estrecha relación política con el PTS que se había acercado desde el principio a apoyar el proceso y tenía militantes que habían entrado a trabajar a la textil, mientras que otros no contaban con experiencia política previa: “Nunca tuve interés en ser delegado ni nada. Pero mis compañeros me decían que me apoyaban, y bueno, me metí y tengo el apoyo de 600 compañeros detrás mío.” Lo común entre ambos sectores era el sentimiento antiburocrático y de oposición a la patronal: “Nosotros respondemos exclusivamente a la base. Nos querían meter que seamos conciliadores y no, nosotros somos la base directamente.” En la fábrica también tenía peso el Partido Comunista Revolucionario (PCR), y los militantes del PTS confrontaban con esta corriente. La discusión principal era que el PCR tenía una política de conciliación con el sindicato. Por esa razón no fueron parte de la Comisión Interna ya que apostaban a “democratizar” a la vieja burocracia de la AOT. Hubo una disputa permanente entre estas corrientes por la influencia sobre el activismo.
Desde que se pone en pie esta CI los trabajadores profundizaron la pelea por las condiciones de seguridad e higiene, por aumentos salariales y contra la precarización laboral. En el desarrollo posterior del conflicto con la intransigencia de la ofensiva patronal, fue fundamental el accionar de los delegados ligados a la izquierda (PTS), como Hernán, que le dieron también a esta CI un carácter político contra el gobierno, la conciliación de clases y contra una patronal “negrera”, que buscaron la solidaridad de la región y ligarse a otros procesos de lucha.
Hacia el final del conflicto, se enfrentaron directamente a la AOT, quienes realizaron marchas paralelas con gerentes y personal jerárquico y buscaron revocar a la CI mediante una asamblea en Capital Federal donde obligaron a sectores de la base a participar bajo la amenaza de ser despedidos si no lo hacían. Esto llevó a que gran parte de los trabajadores identificaran abiertamente como enemigo al par patronal-sindicato. “La complicidad de los dirigentes de la AOT con la Empresa salta a la vista, en una asamblea trucha en Capital nos han revocado el mandato. También la del Gobierno que ha dejado de recibirnos, a pesar de que no está firme nuestra revocatoria”.
A partir de las discusiones dadas desde sectores militantes del PTS dentro de la Comisión Interna y de la experiencia realizada durante el conflicto en torno a la falta de respuesta del gobierno, es que al par patronal- sindicato se suma como enemigo de los trabajadores la política del gobierno. A esta conclusión se llega principalmente por la falta de respuesta del mismo ante la ilegalidad de la empresa para declarar el lock out patronal. “Sabemos que el gobierno le da toda la libertad a los empresarios para que hagan lo que se les cante y actúe con cualquier tipo de práctica desleal” (Hernan, producción audiovisual “todos con Mafissa”- Contraimagen)., y por la represión que en más de una ocasión vivieron los trabajadores: “hoy nos mandaron [por el gobierno de Scioli] a infantería como siempre en vez de dar respuesta al obrero, lo único que hacen es reprimir.” (Gustavo, producción audiovisual “todos con Mafissa”- Contraimagen).
Frente a la política más dura de la patronal y el Estado, el sindicato buscó dividir la fábrica y convocó a una asamblea para destituir a la CI. El activismo respondió ubicando en una política común al gobierno junto a la empresa y el sindicato. Sin embargo, este tridente “patronal- estado- empresa” logró dividir a la fábrica en dos: con la empresa cerrada y la negativa del gobierno de hacer cumplir la conciliación obligatoria, prometían la continuidad laboral a costa de destituir a los delegados combativos. Pero el activismo resistió este ataque y desarrolló, como se verá adelante, una energía inagotable.
“Hoy es el momento para organizar a muchas compañeras”
Fue en la toma de noviembre de 2007 cuando se organizaron las mujeres, esposas de los trabajadores en lucha, en la comisión de mujeres de Mafissa. En el momento de la permanencia en la fábrica, las mujeres comenzaron a tomar un rol protagónico en el conflicto. Caro, en una entrevista realizada desde la agrupación Pan y Rosas en el 2008, decía: “nos empezamos a organizar cuando nos dimos cuenta que nuestros esposos desde la toma no podían hacer muchas cosas que sí las podíamos hacer nosotras desde afuera”.
Este proceso fue novedoso para ellas, ya que nunca se habían organizado. Lorena, en una charla en Córdoba con la Comisión de Mujeres de Iveco-Gestamp por el día de la mujer trabajadora dijo: “Se nos abrió un mundo nuevo para todas, la mayoría éramos amas de casa y no teníamos idea de cómo organizarnos, pero la peleamos igual (...) La primera vez que hicimos una actividad en frente de la gobernación donde vinieron los medios, cuando llegamos a la fábrica, todos los trabajadores nos aplaudieron. Desde ese momento empezamos a coordinar con ellos todas las acciones que servían para el conflicto".
Tomaron en sus manos importantes tareas de difusión, como escribir boletines, hablar con la prensa, recorrer facultades y ministerios llevando el fondo de lucha, y a discutir con funcionarios para presionar al gobierno provincial de Scioli. En la exigencia al gobierno estas mujeres tuvieron una actitud intransigente. En marzo del 2008 realizaron una huelga de hambre y permanecieron encadenadas en las puertas de la Casa de Gobierno en La Plata, hasta que obligaron al gobierno a dictar la conciliación obligatoria. (Añazco San Martín, 2016)
Pero además de jugar un rol fundamental en la lucha, comenzó a surgir la conciencia de su propia opresión como mujeres trabajadoras. El PTS cumplió un rol importante en acompañar estas conclusiones tan importantes que excedían el conflicto de la fábrica. Claudia decía, el 31 de mayo de 2008, en una entrevista realizada por Luciana Torres: “Quiero ser una gran luchadora. Hoy estoy convencida que es el momento para organizar a muchas compañeras, ya fue eso de que el perro y la mujer son para la casa. Somos nosotras las que más sufrimos esta crisis económica, porque no nos alcanza para el pan o la leche. Si la peleamos desde que nacemos y sufrimos el doble por ser mujeres, aprendamos a poner punto final a la esclavitud de vivir entre cuatro paredes y salgamos a pelear por nuestros derechos y por los de nuestros compañeros, porque somos un conjunto: la clase trabajadora”.
Estas conclusiones se produjeron en un contexto muy distinto al actual, donde aún no había movimiento feminista como el que surgió posteriormente con el Ni Una Menos. Pero sí hubo procesos a nivel regional de los que buscaron ser parte. En 2007, en la ciudad de La Plata, Sandra Ayala Gamboa de 21 años fue encontrada asesinada y violada. Este hecho movilizó a toda la ciudad, y la comisión de mujeres de Mafissa se incorporó, en medio del conflicto de la fábrica, a la pelea por justicia. En el año 2008, participaron del Encuentro de Mujeres que se realizó en Neuquén para llevar su experiencia de organización, para que su ejemplo sirviera para otras. Fue así como la comisión de mujeres de Mafissa fue un hecho novedoso en la región por su importante participación en la pelea de la fábrica, tomando decisiones codo a codo con sus compañeros. Pero además, lo fue por el rol que cumplieron en la región y el cuestionamiento al capitalismo patriarcal, llevando esas conclusiones a otros sectores de mujeres.
“Aprendimos en la lucha la importancia de la unidad”
Desde el 2007 los trabajadores buscaron sacar el conflicto afuera de la fábrica, así como apoyar otros conflictos obreros en curso, principalmente a los trabajadores del Casino, a los trabajadores de Gleba, y a los docentes frente al asesinato de Fuentealba. A 3 meses de este último hecho, la Comisión Interna publicaba un repudio que decía: “Aprendimos en la lucha la importancia de la unidad, de la coordinación. Los trabajadores de Mafissa hoy compartimos una idea que es muy grande: donde hay una lucha, allí tenemos que estar. Como estuvieron tantas organizaciones junto a nosotros.”
Un punto de apoyo importante durante el conflicto fue la Multisectorial La Plata, Berisso y Ensenada, que se había creado ante la desaparición de Jorge Julio López y agrupaba a las distintas organizaciones políticas de la región. La Multisectorial se acercaba a dar apoyo a los portones de la fábrica cuando realizaban alguna acción, y en 2007 los obreros textiles votaron en asamblea sumarse a la Multisectorial, para coordinar la lucha unificando los reclamos con los trabajadores del Astillero en la demanda común de un salario básico de $2.300. Pero esta relación no fue espontánea. Los militantes de izquierda buscaron convencer a los trabajadores de la importancia de ligarse a otros sectores: “A mi lo que más me impactó de las charlas con los chicos del PTS, es que ellos insistían con que hay que rodear la lucha de solidaridad” (Marcos en producción audiovisual de La Izquierda Diario “A 15 años de la lucha de Mafissa: historia y lecciones de esta gran gesta obrera”). Al mismo tiempo buscaron acercar a los trabajadores con la Multisectorial. “Así fue cuando desapareció Jorge Julio López; convencimos a más de 100 compañeros de votar a favor de formar parte de la Multisectorial y marchar. Fue algo que nos cambió a más de uno, ser conscientes de la necesidad de hacer política, nuestra política, y meternos de lleno y luchar por los de nuestra clase.”
En la misma sintonía, los trabajadores organizaron grandes festivales en la puerta de la fábrica, como forma no solo de recaudar dinero para el fondo de lucha, sino para ligarse aún más a la comunidad. Alrededor de 3000 personas participaron en Marzo del 2008 de un gran festival con bandas locales importantes, ganándose así el apoyo de las familias de los barrios.
Otros puntos de apoyo para ligar el conflicto de Mafissa a los sectores en lucha de la región, fueron los Centros de Estudiantes de Bellas Artes y Periodismo, que dirigía la izquierda. La participación en las medidas de lucha fue muy importante, donde además se pusieron los conocimientos de los estudiantes en función de la difusión del conflicto como por ejemplo varias producciones audiovisuales recopilando testimonios de los trabajadores.
Al mismo tiempo desde la Comisión de Solidaridad en la que participaban organizaciones de derechos humanos, centros de estudiantes, la Federación Universitaria de La Plata, delegados de Astillero y la izquierda, se propuso hacer un gran fondo de huelga, llegando a juntar con recorridas en facultades, lugares de trabajo y festivales, la cantidad necesaria de plata para que no se quiebre la lucha por hambre.
De esta forma se fueron tejiendo alianzas con distintos sectores y se comenzó a identificar quienes eran los amigos y quiénes los enemigos: “El único apoyo que hoy tenemos es el de todos nuestros compañeros, el de los vecinos y comerciantes de la zona que nos acercan su solidaridad, el de las organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles, de derechos humanos y políticas que vienen apoyando nuestra lucha, colaborando con el fondo de huelga y poniéndose a nuestra disposición” (Testimonio de nota “Sigue la dura lucha de los trabajadores de Mafissa”)
Frente al lock out patronal, durante la permanencia de los 42 días de 2007, se lanzó un petitorio en solidaridad con los trabajadores que, producto de esta unidad y coordinación, logró que lo acompañaran numerosas personalidades como Osvaldo Bayer y Marta Ungaro, y organizaciones como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Ate-Indec, Centros de estudiantes y la Federación Universitaria de la UBA, Consejeros Superiores y dirigentes de la FULP, entre otros.
Esta solidaridad volvió a expresarse el día del desalojo de la fábrica el 18 de abril de 2008: “El día del desalojo el gobierno envió 700 policías para sacar a los obreros. 700 policías para que el empresario Jorge Curi pueda retomar la fábrica y explotar a los obreros a su antojo. El gobierno mostró que está al servicio de las patronales y es enemigo de la lucha de los trabajadores.” Frente a este operativo se acercaron a participar y al día siguiente a repudiar, estudiantes, organizaciones como ATE, la CTA y la FULP, en repudio a la represión. Centros de estudiantes realizaron un corte de calle en el centro platense. En CABA hubo un acto frente a la Casa de la Provincia de Buenos Aires con organizaciones de DDHH y agrupaciones estudiantiles, y en Neuquén el Sindicato Ceramista y el gremio docente (ATEN Capital) convocaron a una acción de repudio en los puentes que unen esa ciudad con Cipolleti.
“Las ideas no se matan”
Siguiendo este recorrido Mafissa nos deja enseñanzas en torno a batallas contra una dura patronal, y cómo se fue gestando y politizando en el día a día del conflicto una vanguardia obrera con voluntad de lucha. Muchos de ellos hoy continúan luchando por su clase. Otros tomaron en sus manos la tarea de construir un partido de la clase trabajadora, empezando a militar en el PTS. La patronal, junto con la burocracia y el Estado, lograron despedir a los trabajadores, y recientemente Curi quemó la fábrica para cobrar el seguro.
Sin embargo, los que apostaron a la lucha quedaron afuera con enormes conclusiones, con claridad de los enemigos a enfrentar pero también con una unidad con otros sectores de la región producto de haber llevado su conflicto más allá de las puertas de la fábrica. Mantuvieron lazos con una juventud que moldearon en esa época, que fueron parte del conflicto junto a ellos. Desde los tres centros de estudiantes que dirigía la izquierda en ese momento, se moldeó a un sector de estudiantes en la importancia de la unidad obrero-estudiantil, así como a los trabajadores que producto de esos intercambios en el desarrollo de su lucha, se sumaron también a la pelea democrática por la aparición de Jorge Julio Lopez.
El sindicalismo de base como fenómeno político empezó a ser cooptado a nivel nacional. La moral en la derrota de Mafissa (si bien el proceso de organización que se estaba dando retrocedió) dejó muchos aprendizajes, y una generación de militantes obreros que siguieron luchando por organizar otras fábricas y otros procesos, moldeando en esa época una vanguardia democrática que surgió en la región con ideas que no se mataron: enfrentar al gobierno, a la patronal y a la burocracia sindical. Y organizarse para conquistar sus demandas y las del resto de los sectores populares.
Ante un nuevo contexto de crisis es necesario retomar las banderas que levantaron estos trabajadores. En el 2008, Hernán decía en un acto realizado por el primero de Mayo, día internacional de les trabajadores: “Quieren esclavos para explotar. Quieren delegados vendidos para comprar. Quieren trabajadores dóciles para que agachen la cabeza, y no reclamen por sus derechos. Pero nosotros, hemos sembrado en la base de Mafissa nuestras ideas. Y como decimos nosotros “las ideas no se matan”. Y esas ideas están. Nuestra fuerza surge de nuestras convicciones”.
Como plantea Marcos a un año del desalojo: “De la derrota se vuelve, si se sacan las lecciones correctas de estas batallas y sobre todo si se sigue organizando, buscando el camino a construir ese ejército de esclavos revolucionarios que sea el verdugo que salga del umbral de la historia y termine con la explotación. No nos vencieron y esa es también una verdad”.
Bibliografía
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Meyer, L. (2008). “Jamás esclavos. La lucha de los trabajadores de Mafissa”. En Lucha de Clases Revista de Teoría Marxista
Torres, Luciana Celeste (2009). El papel de las Comisiones de Mujeres en los “Villazos” (1974-1975), Mafissa (2007), y las automotrices de Córdoba (2008). XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia, Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche. Universidad Nacional del Comahue, San Carlos de Bariloche.
Varela, P. (2015). ¿Hay una nueva generación obrera en la Argentina?. XI Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
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