El PT hace muchos años se convirtió en un partido igual a los otros. Trataremos en este artículo algunos aspectos que dan cuenta de por qué ahora enfrenta una crisis señalada como la mayor en la historia del partido.
Viernes 27 de febrero de 2015
No es novedad que el PT está en crisis. No solo los periodistas de la oposición y de la derecha parten de la existencia de esta crisis como un hecho. Los líderes petistas, comenzando por Lula, también la admiten, señalada por muchos como la mayor en la historia del partido.
¿De qué se trata esta crisis? Como discutimos en artículos anteriores Lula afirma que la explicación para la crisis actual es que “el PT se transformó en un partido igual a los demás”. Sin embargo, hace muchos años que el PT se convirtió en un partido igual a los otros. Trataremos en este artículo de algunos aspectos que dan cuenta de por qué ahora el partido enfrenta una crisis de proporciones históricas.
La diferencia del PT y la crisis de representatividad
Cuando se afirma que el PT se convirtió en un partido igual a los otros, se intenta decir que antes era diferente. Mientras todos los partidos eran partidos de las clases poseedoras y de los sectores privilegiados (a excepción del viejo Partido Comunista que también era un partido de trabajadores), el PT nació como un partido de los trabajadores que buscaban una representación política propia, independiente de los partidos burgueses y de los militares. En este sentido, efectivamente, el PT fue diferente a los principales partidos – PMDB, PSDB, DEM, PSB, PTB etc. Además, a lo largo de la década del `90 consolidó su imagen como el partido de la ética, contra la corrupción política.
Por estos dos sentidos, el PT era percibido por amplios sectores de la población, especialmente en los centros urbanos, como un partido diferente del resto. En la oposición el PT cumplió el papel de legitimar el sistema de partidos surgido del pacto de transición con los militares. Las recurrentes crisis de corrupción afectaban menos la credibilidad del sistema político brasilero pues el PT se presentaba como una alternativa. Ahora, cuando la crisis afecta de lleno al PT, su crisis se convierte también en una crisis de representatividad del conjunto del régimen, sin que exista un partido capaz de cumplir el papel estabilizador (pocas veces reconocido por los tucanos – PSDB) que el PT tuvo cuando era oposición.
La primera gran crisis del PT – 2003/2005
La primera crisis del PT como partido de gobierno se dio al poco tiempo de que Lula llegara a la presidencia. En un contexto recesivo, Lula aplicó medidas neoliberales para cumplir con el mercado. Una importante huelga de los trabajadores públicos a nivel nacional contra la reforma del sistema previsional en 2003 y rupturas en el PT y en la CUT, que dieron origen al PSOL (Partido Socialismo y Libertad) y a Conlutas, (Central que reúne sindicatos y activistas antigubernamentales), fueron sus resultados inmediatos. Se desarrolló un proceso de huelgas, que tuvo su auge en 2004 con la huelga de los bancarios, quienes para salir al paro debieron enfrentar a la dirección petista de uno de los sindicatos más fuertes de la CUT.
Sin embargo, se produjo un destiempo entre el ajuste y las rupturas de 2003 y la crisis de representatividad de 2005 (que llevó a una nueva serie de rupturas en el PT y adhesiones al PSOL). Cuando la crisis del mensalão (escándalo de corrupción que involucró a importantes dirigentes nacionales del PT) alcanzó su pico en 2005, la onda de huelgas de 2003/2004 ya había sido contenida y la economía comenzaba a recuperarse.
Con la mejora de las condiciones económicas a partir de 2006 Lula logró aumentar los gastos sociales y recomponer en parte su base de apoyo tanto entre los trabajadores públicos como en amplios sectores de las clases medias tradicionales. Contando con el crecimiento económico para congelar la lucha de clases, el PT se recuperó y logró detener el movimiento de rupturas a izquierda. La posibilidad de lo que ha sido definido por los mismos intelectuales petistas como “reformismo light” estuvo siempre vinculada a la pasividad de los movimientos populares y de los trabajadores.
En 2013 un gran movimiento de masas se expandió en el país. Su sentido general era la lucha por la ampliación de los derechos sociales, por el fin del “reformismo light” que supone una alta rentabilidad para los grandes capitales y el mantenimiento de los privilegios de la casta política.
La situación de pasividad y de contención de la lucha de clases, con la cual el PT logró detener la crisis de 2003/2005, se rompió en 2013. El movimiento de trabajadores no demoró en aprovechar las brechas y en el segundo semestre de 2013 y 2014 vimos grandes procesos de lucha que quedaron marcados en las victorias de los garís (barrenderos) de Río de Janeiro y de los trabajadores de la Universidad de San Pablo, en San Pablo. Aún en un contexto de estabilidad económica, la ruptura de la pasividad social cuestionó por izquierda los tiempos del “reformismo light” y los privilegios en alza.
Entre la demagogia electoral y el ajuste neoliberal
En las elecciones el PT respondió a su crisis con un discurso popular, de defensa de los derechos sociales, denunciando ferozmente el carácter antipopular del programa tucano. Este discurso garantizó la reelección de Dilma, que venía fuertemente cuestionada por las manifestaciones de junio. Llegó a despertar entusiasmo en muchos sectores que también apoyaron pasivamente las manifestaciones. Esto no hizo más que aumentar el impacto negativo de su giro hacia medidas de ajuste neoliberal - recortes en los gastos del sector social, como educación y salud, restricciones a los derechos laborales y medidas privatizadoras como la apertura de capital de la Caixa Econômica. Todo lo que Dilma y el PT le criticaron a los tucanos una semana antes.
Los componentes de la crisis que hace diez años se desarrollaba por separado en el tiempo, se dan ahora en forma simultánea. 1. Una gran crisis de representatividad del sistema político y particularmente del PT, ligada al escándalo de Petrobras y a la mentira que el PT contó en las elecciones, que el giro actual deja en claro para todos. 2. Un proceso de lucha de clases, superior al de la huelga de los trabajadores públicos en 2003, que sigue en curso teniendo en cuenta las movilizaciones de junio de 2013 y la onda de huelgas obreras de 2014, el llamado “mayo obrero”. 3. Un proceso recesivo que obliga al PT a aplicar medidas de ajuste que enfrenta al gobierno con su base social y con los sindicatos. Lo que hace menos probable que el PT logre desviar el proceso actual contando con la ayuda de un nuevo ciclo de expansión económica.
Sin dudas, el debilitamiento del PT provocado por las manifestaciones de Junio, abrió un espacio para una mayor actuación de la oposición tucana e incluso de sectores más a la derecha. Pero abrió también un espacio para nuevos fenómenos antiburocráticos entre los trabajadores, para las luchas democráticas de todos los sectores oprimidos y nuevas perspectivas para la izquierda revolucionaria.