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Red Internacional
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Francia. Reforma de las pensiones: ¡preparemos la lucha contra el plan de Macron!

En su discurso del 12 de julio, Macron ha planteado su intención de acabar con el sistema de pensiones de millones de trabajadores. Frente a este anuncio, solo cabe una respuesta: preparar una huelga masiva para después del verano, sin esperar a que Macron imponga su agenda neoliberal.

Viernes 16 de julio de 2021 14:55

Foto: Mitin de la huelga general organizada por la Coordinación RATP-SNCF en 2019/ O Phil des Contrastes.

¡Macron, el presidente de los ricos!

Hace tan solo algunos meses, el presidente no tenía más opción que reconocer el compromiso de millones de obreros y obreras en primera línea durante la crisis, en la sanidad, en transportes, la energía, las grandes superficies o el sector agroalimentario. Este lunes, quien se presentó en su momento como Júpiter al inicio de su quiquenio, ha vuelto a ponerse su traje de representante de la patronal.

En su discurso bonapartista, el presidente de la República ha anunciado el fin del “recreo” y la vuelta al ciclo de reformas, de la cual más importante es la de las pensiones. Preocupado por su futuro en 2022, Enmanuel Macron quiere posicionarse nuevamente como el garante de los intereses del bloque burgués hasta el final.

Quien había tratado de lanzar un discurso más conciliador durante la crisis, llegando a criticar “las derivas de un capitalismo enloquecido” o incluso la necesidad de construir “un capitalismo responsable”, se presenta otra vez como el representante de los intereses de los grandes capitalistas. La derrota en las elecciones regionales y las numerosas críticas por derecha, en especial con el surgimiento de un candidato como Xavier Bertrand tiene mucho que ver con esta vuelta a los primeros impulsos de aquel que los periódicos calificaron de “bulldozer”, golpeando rápido y fuerte por decreto contra el convenio de los trabajadores, pero también con la reforma ferroviaria o la reforma educativa.

Sin embargo, este discurso deja ver una debilidad, el miedo a poner al país patas arriba en plena crisis sanitaria y a unos meses de las elecciones presidenciales, lo que afectaría directamente sus posibilidades de ser apoyado por el bloque burgués para un segundo mandato. En este sentido, Macron se plantea la posibilidad de no volver a lanzar la reforma mientras la crisis dure.

El 70% de los franceses se oponen al aumento de la edad de jubilación

Ya se produzca la reforma en este quinquenio o en el siguiente mandato que el presidente trata de asegurarse, Macron ha decidido retomar la ofensiva, ahora que el mundo se encuentra sumergido en una profunda crisis iniciada en 2020. Numerosas encuestas muestran que la tendencia va en contra de los discursos neoliberales, con la voluntad de detener las reformas para reforzar la mejora de los servicios públicos, en especial tras la toma de conciencia de las debilidades del sistema sanitario durante la crisis.

En una encuesta de Odoxa del 8 de julio, se comprobó que una gran mayoría de la población se siente desconcertada o impactada por el enriquecimiento de las grandes fortunas durante la crisis y casi el 66% piden un aumento de impuestos a estas fortunas para pagar la deuda generada por la crisis. Otra encuesta de Odoxa a mitad de junio exponía que el 70% de los franceses se oponen al aumento de la edad de jubilación y que se trata de una línea roja para un 64% de franceses que apoyarían una huelga contra la reforma de las pensiones. Datos que señalan que la tendencia general es a rechazar que la crisis la paguen los trabajadores.

De hecho, el famoso “cueste lo que cueste”, repetido muchas veces por Macron, se ha transformado en una abultada factura para la clase obrera. Durante la crisis, sin embargo, numerosos periodistas, como Dominique Seux, explicaban que la crisis del Covid había demostrado la importancia del proletariado y el desfase entre el rol que millones de trabajadores habían jugado y la debilidad de sus salarios. Salarios más bien inferiores a los de numerosos cuadros superiores y patrones bien remunerados que se mantuvieron lejos de la crisis. La población al completo pudo ver en las imágenes de TV durante aquellos días que aquellos que tenían los medios se fueron a sus segundas casas con el anuncio de los confinamientos y otros cortafuegos, mientras que numerosos trabajadores no tenían otra opción que permanecer en su sitio para hacer funcionar la sociedad y en especial los servicios públicos.

No obstante, este último sector –el que ha realizado más sacrificios, en la sanidad, en la limpieza, el saneamiento o en los transportes– es sobre quien recaerá la reforma de las pensiones de forma más dura. El bonito discurso de Macron para los héroes de la crisis se ha transformado rápidamente en ataques para que paguen la crisis ellos en lugar de las grandes fortunas, quienes han visto crecer su patrimonio en más de 300 mil millones y poseen casi la mitad del PIB de Francia.

No hay que esperar a los ataques, debemos organizarnos ya

Está claro que nuestra salvación no vendrá de los políticos capitalistas, ni de las direcciones sindicales, cuyo silencio estrepitoso ha permitido a la patronal impulsar más de 900 planes de despidos masivos. Más bien, hay que preparar el contraataque. Pero por parte de la dirección de la CGT, se discute actualmente una jornada de movilización de 24 horas…. ¡Recién en octubre!

Una vez más hay que autoorganizarse desde la base para preparar el combate e imponer a las direcciones sindicales un plan de batalla a la altura. En 2019, la huelga contra la reforma tuvo como columna vertebral al movimiento de la SNCF (NdT: ferroviarios) y la RATP (NdT: transportes región parisina) durante 60 días, y así consiguió que el gobierno pusiera en pausa la reforma al inicio de la pandemia. Macron temía tener que gestionar la crisis sanitaria y la continuidad del movimiento al mismo tiempo que la reforma era rechazada por una gran mayoría de la población. El éxito de la huelga que se iba extendiendo en asambleas de base tuvo como principal punto de apoyo el surgimiento de una nueva generación obrera en los transportes. En concreto fue durante esta pelea, en el momento más importante de las vacaciones de Navidad, que nació la Coordinación RATP-SNCF, convirtiéndose en un punto de apoyo para las bases frente a la voluntad de las direcciones sindicales de hacer una tregua de manera más o menos explícita. El 23 de diciembre de 2019, la prensa hablaba de un “retorno de la base”, “desborde de las direcciones sindicales” o de “chaleco-amarillocización” del movimiento obrero, recordando la radicalidad del movimiento de los Chalecos Amarillos en 2018.

Conocemos el punto débil de Macron, el miedo a tener que gestionar al mismo tiempo una nueva oleada de Covid y el retorno de la lucha de clases, en un espacio de tiempo reducido con la campaña de las presidenciales de 2022. Es por esto por lo que, desde ya, hay que prepararse para pelear. Sabemos que existe una gran rabia tras los anuncios de Macron, la preparación de un movimiento amplio debe comenzar lo antes posible para reunir a la vuelta del verano a los sectores importantes del movimiento obrero para definir un plan de batalla sólido, lejos de estrategias derrotistas. Esta es la tarea central que debemos realizar desde ahora, sin esperar a que se produzca la reforma o a las jornadas de huelga de 24 horas convocadas por la burocracia, que no son capaces de frenar a Macron.

La experiencia de los últimos conflictos lo ha demostrado: tan solo con la unidad de nuestra clase y bajo la presión de la base se puede imponer una huelga masiva. En 2019, la preparación –entre la jornada de huelga de la RATP el 13 de septiembre y el inicio de la huelga del 5 de diciembre– fue la clave para hacer frente a Macron, pero no suficiente para derrotarle definitivamente. Habrá que ponerlo todo para construir la correlación de fuerzas más potente y amplia posible. En todos los lugares de trabajo, los militantes deben preparar el terreno sin esperas, para preparar a la clase obrera para un enfrentamiento que será inevitable para luchar contra estas contrarreformas.