El presidente colombiano acaba de realizar una Conferencia internacional sobre Venezuela en Bogotá. Se supone que el centro sería destrabar las negociaciones entre el Gobierno de Maduro y la variopinta oposición que se venían realizando en México, en la que Petro buscaría su protagonismo. Se habla del sinuoso “enfoque paso a paso” en la que estarían de acuerdo los participantes, pero ¿qué es lo que realmente aconteció en dicha reunión internacional?
Miércoles 26 de abril de 2023 19:30
La iniciativa de Gustavo Petro fue animada por Estados Unidos y contó con el espaldarazo del propio presidente Joe Biden, lo que le dio relevancia más allá del supuesto sabor “descafeinado” que indicaron algunos analistas porque no arrojara “resultados concretos”. Esto luego de la declaración del canciller colombiano Álvaro Leyva tras la conclusión de la misma y las pocas horas que duró dicho encuentro. Aunque aún hay mucho para ver en todo este entramado de negociaciones, y sobre todo tomando en cuenta los cambios políticos en la región, donde Petro, desde que llegó al gobierno el pasado mes de agosto ha buscado un papel protagonista en la situación de Venezuela, situación que por diversas vías tiene repercusión en Colombia
En la Conferencia realizada en el Palacio de San Carlos, sede de la Cancillería, este 25 de abril, además de Josep Borrell, en cuanto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, participaron 19 países: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Estados Unidos, Honduras, México, San Vicente y las Granadinas, Alemania, España, Francia, Italia, Noruega, Portugal, Reino Unido y Turquía y Sudáfrica.
Estados Unidos envió una alta representación conformada por el Asesor Adjunto Principal de Seguridad Nacional, Jon Finer, el Asesor Presidencial Especial para las Américas, Chris Dodd, el Director Principal del Consejo de Seguridad Nacional para Asuntos del Hemisferio Occidental, Juan González, y el Subsecretario Adjunto del Departamento de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Mark Wells. Por su parte, Argentina estuvo presente con el canciller Santiago Andrés Cafiero, Chile también con su canciller Alberto Van Klaveren, Bolivia igualmente lo hizo enviando a su ministro de Exteriores, Rogelio Mayta y Brasil con Celso Amorín, Jefe de la Asesoría Especial de Lula. El resto de países estaban representados por embajadores u otros diplomáticos de las cancillerías.
Recordemos que el presidente argentino, Alberto Fernández, participó a finales del año pasado en una reunión en París con sus homólogos de Francia, Emmanuel Macron, y de Colombia, Gustavo Petro. Tras el encuentro, emitieron una declaración conjunta en la que pedían la reanudación del proceso de negociación "como la única vía" para resolver la crisis venezolana, vía la vuelta de las partes a la mesa de diálogo en México. En el caso de Brasil, otro de los países que busca protagonismo regional, abogó también por la negociación, y fue de los que de manera automática retomaron las relaciones con Caracas apenas llegara Lula al gobierno, de allí el envío de su principal asesor y estratega en política internacional.
El “enfoque paso a paso” y los nuevos vientos en la región
El encuentro internacional culminó con un documento muy corto, leído por el canciller colombiano. Si se centra todo a simple vista en las declaraciones del canciller Leyva, las conclusiones se limitan a tres puntos para encaminar las negociaciones, que en principio no suenan a novedad. La necesidad de que se establezca un cronograma electoral en Venezuela, que los acuerdos entre el chavismo y la variopinta oposición se acompañen por el levantamiento de sanciones por parte de Estados Unidos y que la reanudación del proceso de diálogo en México vaya en simultáneo a la creación de un fondo para inversión social en país, como se acordó en noviembre.
Pero en los entretelones otros serían también los movimientos políticos y ya se ha planificado una nueva reunión, pues la declaración conjunta de Bogotá publicada por la cancillería colombiana, y apoyada por los EEUU, pareciera acomodar todas las posiciones, y estaría dibujando la “hoja de ruta”. Esto se puede desprender del llamado “enfoque paso a paso” que vendría acompañado del relajamiento de sanciones por parte de Estados Unidos, tal como lo hiciera saber tras la declaración emitida por la Casa Blanca, luego de la realización de la Conferencia. Aunque el camino es sinuoso, pero para eso están las negociaciones entre bambalinas y los secretismos.
De allí que dudoso es creer que todo el camino previo haya sido para algo tan solo como un encuentro de cinco horas. Gustavo Petro se había reunido previamente con Maduro, luego el canciller Leyva había viajado a Caracas, para ultimar detalles. Posteriormente el gobierno colombiano reunió en Bogotá a diversos sectores de la oposición venezolana que vienen negociando con Maduro justo tres días antes de la Conferencia internacional. Esto tras la reunión de Petro con el presidente de Estados Unidos, donde el tema Venezuela fue parte importante de las conversaciones. Se había acordado que ninguna de las dos partes participara en la Conferencia, pero tanto el Gobierno de Maduro como la variopinta oposición le dieron su apoyo.
Biden hace tiempo que hizo lectura de los nuevos vientos políticos en la región y los escenarios abiertos en el este de Europa. En el marco de Venezuela ser su histórico país abastecedor energético, con una ubicación tan cercana, y fracasados previamente los intentos más agresivos del injerencismo imperialista para desplazar por la fuerza a Maduro, Washington necesita entenderse con este. Guaidó hace tiempo que ha quedado a la deriva, y lo saben él mismo y todos sus aliados locales, como lo demostró su propia acción de opereta en Bogotá, de lo que hablaremos más adelante.
Pero son los intereses de Estados Unidos los que se mueven en esta nueva situación, como también el asegurarse las alternativas de petróleo en clave más estratégica, habida cuenta las atmósferas militaristas en las potencias, abiertas tras la guerra en Ucrania. Por ello Washington ha venido revisando algunas de las sanciones dando carta blanca a Chevron y otras empresas, y habrá que ver el desdoblamiento de todos estos acuerdos que estarían en curso.
Por eso todos los movimientos políticos que ha venido realizando Colombia cuentan con el visto bueno de Washington. Desde los acercamientos con Venezuela, la reapertura de las relaciones políticas, de fronteras y la presente Conferencia, de todo ello han sido informados y nada ha devenido en sorpresa para Estados Unidos. El propio embajador Alberto Benedetti en Caracas se ha encargadode dejarlo bien claro.
Atrás quedaron los tiempos de las relaciones existentes con Trump y con Duque, además de todo el derechismo continental y de Europa. Del “Grupo de Lima”, cartel de gobiernos de derecha creado a instancias de EE.UU. para apuntalar el aislamiento y eventual caída de Maduro, no queda nada.
No faltó lo pintoresco de Guaidó quien quiso jugar una carta rocambolesca, terminando a las pocas horas en Miami luego de entrar irregularmente a Colombia, con pasaje previamente comprado para Estados Unidos. Negociación de por medio o no entre Washington-Bogotá-Caracas, para buscarle una salida a un personaje “incómodo” que hasta no hace poco se autodeclaraba presidente interino de Venezuela, o un manotazo de ahogado de su propio partido -Voluntad Popular de Leopoldo López- buscando protagonismo y queriendo estropearle la fiesta a Petro, la realidad es que terminó mostrando su trágica decadencia, queriendo simular que Colombia “lo deportó”, entrando en soledad por el aeropuerto de Miami, donde ni un puñado de sus allegados políticos (que los hay a montón en esa ciudad) fue a recibirlo. Patética imagen.
Los pactos por arriba toman su curso con el aval de Estados Unidos y otros países de la región
Lo que hay que leer en la Conferencia internacional en Bogotá sobre Venezuela es precisamente lo que no se dice. El incentivo articulador de Petro desde un país que ha sido históricamente aliado de Estados Unidos más allá del nuevo inquilino en la Casa de Nariño, la adhesión más directa de países como México, Brasil, Argentina y Chile, y la nueva disposición de Biden dando carta aval a todos estos movimientos, recrean el clima de los pactos de las élites en Venezuela.
Hasta el momento no ha habido acuerdo entre el Gobierno y la variopinta oposición que se haya realizado en Venezuela que no haya sido plasmado en el mayor de los secretos, incluso acuerdos con el propio Estados Unidos. Por eso es que no sería sorpresivo que, en momentos menos esperados, tal como se ha transformado habitual, se hagan nuevos anuncios políticos, devenidos justamente de los entretelones de la Conferencia internacional en Bogotá y del “enfoque paso a paso”. Esperar y ver.
Todo esto más aún el marco de la orientación política y económica de Maduro con una economía bimonetaria, y toda una arquitectura política aperturista y privatizadora, con su neoliberalismo extremo. Una situación que coincide con un avance del régimen represivo de Maduro y las FF.AA. que ha logrado sobreponerse, no tanto por su fortaleza sino por la debilidad de sus adversarios, que incluye no solo a la oposición proimperialista, sino también al movimiento de masas, profundamente debilitado. Lo que le ha permitido al gobierno avanzar en el control de todas las instancias del poder estatal, avanzando en pactos con un sector de la oposición de derecha.
Por otra parte, no hay que perder de vista que las sanciones impuestas por Estados Unidos son un arma imperialista miserable y criminal para intentar imponer sus designios sobre otros países, las cuales hay que repudiar, que no han sido más que para causar mayores penurias en el pueblo. El Gobierno de Maduro siempre utilizó el discurso de que las sanciones eran la causa de la brutal crisis económica y social, cuando en realidad ésta comenzó mucho antes y las penurias del pueblo se deben tanto a la crisis previa, como a la profundización por las sanciones, como a la brutal política antiobrera y antipopular del Gobierno.
Venezuela se ha convertido en uno de los países más desiguales del mundo, con políticas donde gobiernos y empresarios de todos los colores golpean sin piedad sobre las condiciones de vida de las grandes mayorías trabajadoras y populares. Tras la catástrofe económica y social, nos imponen un “crecimiento” que es solo prosperidad de un puñado de burgueses tradicionales y nuevos sobre la miseria y precariedad de la clase trabajadora en su conjunto. Y es lo que se prefigura en los nuevos pactos, pues como hemos visto, de todos estos acuerdos, en nada benefician al pueblo trabajador, solo marcan los pactos para arriba de las élites y de los intereses del imperialismo estadounidense.