Desde su natal Tabasco, el presidente López Obrador encabezó la conferencia de prensa acompañado del gobernador por Morena, Carlos Manuel Merino, y el exembajador Pablo Monroy, recientemente expulsado de Perú por el gobierno golpista de Dina Boluarte.
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La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Viernes 23 de diciembre de 2022
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La conferencia de prensa matutina de este viernes se llevó a cabo en Tabasco, estado natal del presidente de la república, en donde fue acompañado del gobernador de la entidad, el también miembro del Morena, Carlos Manuel Merino, y el exembajador de México en Perú, Pablo Monroy, recientemente expulsado del país andino por el gobierno golpista de la ahora presidente Dina Boluarte, quien lo declaró persona non grata. López Obrador inició felicitando la labor de Monroy como embajador.
“Se dejó en alto el nombre de México y su prestigio en política exterior”, afirmó el presidente.
El embajador Monroy tomó la palabra y declaró que "cumplimos el objetivo de asistir a los mexicanos en Perú" y que "se honró la tradición" de México de otorgar el derecho de asilo a perseguidos y refugiados políticos, refiriéndose al recibimiento de la familia Castillo en nuestro país. Asimismo, planteó que existen preocupaciones legítimas debido a la crisis política en Perú y que "confiamos en que se respeten los derechos humanos internacionales", ya que se pretende promover el diálogo; "lo que no queremos es que haya violaciones a los derechos humanos".
Tristemente el gobierno peruano ha dado gala de su postura sobre este tema. Hasta ahora las cifras oficiales confirman la muerte de 26 personas en medio de las protestas contra el golpe parlamentario orquestado por la derecha en el congreso. El jefe de inteligencia peruano llegó al punto de calificar a los manifestantes de terroristas.
Dichas afirmaciones pretenden criminalizar la protesta social en el país andino haciendo una falsa equivalencia entre los manifestantes, que tienen una multiplicidad de posiciones, los simpatizantes de Pedro Castillo, quienes no son necesariamente la mayoría en las protestas —en especial luego de que el propio Castillo diera continuidad al "piloto automático" neoliberal para quedar bien con la derecha peruana— y la cuasi-extinta organización Sendero Luminoso, una secta de carácter maoísta encabezada hasta hace poco por el famoso líder mesiánico Abimael Guzmán, conocido como el "dirigente Gonzalo" y fallecido el año pasado.
Sendero Luminoso ha tenido una estrategia guerrillera que derivó en atentados terroristas y masacres a campesinos y pobladores que la agrupación veía como "traidores". Hoy el grupo se encuentra dividido, unos asimilados a bandas del narcotráfico y otros intentando la legalización y exigiendo la excarcelación de sus dirigentes y de políticos de la derecha, incluyendo al también preso expresidente Fujimori.
Por si hacía falta aclararlo, desde este diario no apoyamos ni simpatizamos con las posiciones políticas ni la estrategia de Sendero Luminoso ni de Pedro Castillo, pero ambos son usados como chivos expiatorios por el régimen peruano para justificar la represión a los sectores en lucha. La cuestión es que la situación va más allá de Pedro Castillo; Perú se encuentra en una profunda crisis orgánica y las grandes mayorías no se sienten identificadas con sus partidos políticos. Las protestas, más allá de exigir la libertad de Castillo, también exigen el llamado a elecciones y la conformación de una Asamblea Constituyente.
El problema es que Pedro Castillo no llevó adelante sus promesas. Por el contrario, mantuvo la institucionalidad peruana, la cual se basa en la Constitución golpista de 1993, enarbolada por el ya mencionado Fujimori. Por ello, desde La Izquierda Diario, si bien nos hemos posicionado, junto con nuestros compañeros de Perú, contra la claudicación de Castillo hacia la derecha peruana, apoyamos las protestas por tratarse de un anhelo legítimo de democracia en contra de un régimen corrupto que ya lleva seis presidentes encarcelados. Consideramos que es necesaria la convocación de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana impuesta por la movilización de sectores en lucha y no por los políticos que sostienen la constitución ilegítima del 93.
Por su parte, el gobierno de López Obrador afirma que apuesta por el diálogo y la institucionalidad, levantando la consigna de dar derecho de asilo porque es "la tradición" en México. "Es un timbre de orgullo que se le declare a nuestro embajador persona non grata por estar cumpliendo la misión de salvar vidas y hacer valer nuestra política exterior, el derecho de asilo", dijo. Eso es técnicamente correcto, pero lo que no menciona es que este derecho de asilo lo otorga a conveniencia. Sólo porque el presidente peruano y su familia se posicionan en el espectro de centroizquierda es que México les da el salvoconducto, no así a los miles de migrantes que cruzan la frontera y que por orden de Estados Unidos (primero Donald Trump y hoy Joe Biden en la presidencia) se les reprime con la Guardia Nacional y se les expulsa.
Monroy agregó que "los retos que ha tenido que enfrentar la embajada de México en Perú no han sido fáciles, pero con la instrucciones del Presidente hemos logrado cumplir con los objetivos principales, velar por la seguridad de todas las personas mexicanas en Perú". Por esos motivos es que nuestro país no romperá relaciones diplomáticas con el país andino. Los hechos en Perú demuestran que los gobiernos progresistas, neorreformistas y de centroizquierda de todo tipo, pasando por PODEMOS en el Estado Español, SYRIZA en Grecia, el Frente Amplio en Chile, el Frente de Todos en Argentina y el mismo Morena en México, no pretenden ir más allá de la institucionalidad capitalista. Por ello consideramos que es necesaria la organización de la clase trabajadora, las mujeres, jóvenes y comunidades originarias en un partido con un programa socialista, antiimperialista, internacionalista y anticapitalista para hacer frente a los ataques de la derecha y solucionar las demandas más profundas de los sectores oprimidos y explotados de la sociedad.