Al principio pensé hacer un documental policial y de suspenso porque lo primero que escuché fueron las historias dichas en voz baja sobre las extrañas seis muertes de personas que habían empezado a hablar “en contra” del proyecto minero.
Miércoles 17 de agosto de 2016
Al principio pensé hacer un documental policial y de suspenso porque lo primero que escuché fueron las historias dichas en voz baja sobre las extrañas seis muertes de personas que habían empezado a hablar “en contra” del proyecto minero, el caso más emblemático era el del juez Federal catamarqueño Efrain Rosales que estaba tramitando un acto de no innovar que podía detener indefinidamente las obras. El juez vivía en Catamarca pero la substanciación de la resolución debía llevarse a cabo en los tribunales de Tucumán. El juez Rosales partió un día para la vecina provincia, sin su chofer ni su seguridad personal. El juez, con todo, era un experto chofer, incluso había sido participante de varios rallys provinciales y esa ruta vieja que llevaba a Tucumán la conocía y cruzaba regularmente. Pero fue que llegando a una famosa curva muy cerrada al empezar a bajar la cuesta reventó un neumático y el auto salió del asfalto dando tumbos, el juez murió en el accidente.
Pero no fue hasta que hablé con otro amigo, Enrique Traverso, quien me habló de la faz económica y política ligada al emprendimiento, lo que me permitió entender que no era solo el avasallamiento a la provincia, el perjuicio a su renta y las posibles consecuencias medioambientales los que había que tener en cuenta sino como esto pasaba a jugar en el orden económico mundial y el papel que le tocaba a la Argentina.
Pero todo esto que parecía a escala mundial tuvo rostros concretos de víctimas cuando conocí a la familia que luego fue la protagonista de la historia, Los Flores Casas, ellos fueron el motor de mi historia, la bronca por lo que les habían hecho fue el combustible. Su historia era que, con la llegada de la mina les habían ido usurpando las tierras, sus animales habían ido muriendo y finalmente la hija de la familia había contraído una rara, rarísima enfermedad, un reuma degenerativo que le había afectado mucho llevándola a la muerte. Esa rara enfermedad que se da en una persona cada tres millones tiene como origen la herencia genética o, que coincidencia, la contaminación con metales pesados. Metales pesados como los que se estaban vertiendo en unos quinientos metros de donde ellos vivían, en el dique de colas. En visitas posteriores años después supe de un caso más de otra mujer y de una niña que quedó retratada en el documental que años después hiciera Pino Solanas. En un pueblo de 60 personas se habían dado casos para una población de 9 millones. Cuando lo planteé a un médico que era Diputado provincial, el dr. Manzi, él me dijo que si era muy extraño pero que él no se animaría a acusar sin una casuística previa. Por supuesto, como levantar sospechas infundadas atacando el buen nombre y honor de Minera Alumbrera.
Tiempo después, como yo había escuchado las sospechas fui a entrevistarme con el hermano del juez, el Dr. Wadi Rosales, ex embajador en Libia quien me contó nuevos detalles, por ejemplo que entre las pertenencias encontradas estaban unos cinco mil dólares y su pistola personal, una 45 de las de la policía pero en cambio había desaparecido un attaché de piel de lagarto que su mismo hermano le había regalado tiempo antes y que era donde el juez llevaba sus papeles de trabajo, en este caso la causa contra Minera Alumbrera y la resolución de no innovar. Este mismo hermano junto a otros habían hecho hacer una pericia privada que había dado como resultado que el neumático reventado tenía un balazo. Incluso tenían la bala. No había dudas que había sido un atentado. Para el ex embajador era por demás sugestivo. Y él mismo me se sinceró diciendo que no podía imaginar otra cosa que la relación con la causa que estaba tratando.
Porque nadie hizo más por conocer la verdad? Otra vez un político cercano al poder me dio una versión. El juez tenía una póliza de vida millonaria que como la mayoría de los pólizas solo se efectivisaría si la muerte era por accidente, no por homicidio. Por otro lado, las circunstancias personales del juez, algunos insinuaban sus preferencias sexuales y sus amores podían, en caso de ser revelados ser una vergüenza la su familia con hijos pequeños. Así concretamente fue su esposa quien decidió dar por terminado el tema. Al fin de cuentas, el muerto ya se había ido.
Youtube: Asecho a la ilusión