La ola de despidos del intendente de Quilmes, Martiniano Molina, viene acompañada por el constate maltrato laboral e institucional hacia los trabajadores. Reproducimos el testimonio de una trabajadora que denuncia este maltrato cotidiano y te invita a que vos también lo hagas.
Viernes 22 de julio de 2016
Corría el comienzo del año, se avecinaba una tormenta institucional. Cambiaba la gestión, cambiaban el presidente, el gobernador, los intendentes, una derecha sin disfraz de popular hacía su entrada triunfal en la vida de los trabajadores y las trabajadoras.
La gestión anterior me tuvo 5 años laburando sin parar. A donde me necesitaban iba, diferentes áreas, temáticas de abordaje, etc. Termine trabajando en pos de la protección y promoción de derechos de niños, niñas y adolescentes y cuando la gestión se fue me dejó con la precarización de mi vida: 6 meses de contrato prorrogado cada 6 meses durante 5 años… ¿y ahora? ¿El cocinero nos va a echar? ¿La política de niñez va a desaparecer?
Así de repente todos los que pertenecíamos a dependencias estatales fuimos "ñoquis". Asediados por el discurso de los medios hegemónicos, que hacían mella en la población (no toda, claramente), nos vimos obligados a defender nuestro laburo con uñas y dientes, tratamos de visibilizar nuestro duro trabajo: horas de nuestras vidas (muchas de ellas fuera del horario laboral) acompañando a las personas con las cuales trabajamos a la comisaria de la mujer, hospitales, hogares, etc. Las horas extras son algo que los trabajadores no conocíamos. Solo si hacías más de 4 horas extras te otorgaban un día compensatorio, increíblemente está gestión te paga las horas extras… pero ¿a cambio de qué?
No tardó mucho en llegar la respuesta tan ansiada por todos frente al nuevo panorama: contratos prorrogados cada dos meses hasta agosto. Mientras tanto en enero comenzamos el año con cuatro compañeros despedidos, que luego de salir a la calle, crearnos un facebook, salir a poner la cara, cortar la calle, empezar a codearnos con otros en la misma situación, perder el miedo, gratamente fueron reincorporados. Claro, en otras dependencias y algunos casi sin tareas.
Luego de dos meses en donde todo marchaba con un nivel de tensión extremo, en donde no contábamos con recursos para completar nuestra intervenciones profesionales (asistencia alimentaria, ayudas económicas, etc.) y ni siquiera teníamos papel higiénico, nos enteramos que 17 compañeros estábamos sin la renovación de contrato por “error administrativo”, debido a que alguien se había comido nada más ni nada menos que 17 nombres, apellidos, números de legajos y números de DNI.
Otra vez a la calle, otra vez al facebook, a los medios, al desgaste… desgaste que no es solo por ponernos al hombro la lucha por la reincorporación, por la no regresión de la política pública de niñez, etc. El desgaste y la perversión se instalaron institucionalmente como gestión cotidiana: cambios en el organigrama de los equipos técnicos, las personas fueron cambiadas como si fueran piezas de ajedrez, no teniendo en cuenta los recorridos, la formación, etc. Desde ningunear, decir que “el que quiere trabajar, trabaja, y el que no ahí tiene la puerta” hasta omitir situaciones de salud de compañeros que, debido al gran estrés provocado por las situaciones irregulares que hacen a nuestro trabajo, sumado a las situaciones nada fáciles con las cuales trabajamos, complejizan aún más las situaciones personales. Los “castigos” por defender nuestro laburo y junto con eso el derecho de los pibes, las amenazas de posibles despidos por hacer visible irregularidades institucionales, la falta de recursos, un supuesta “nueva coordinación” que lo único que hace es poner más trabas a nuestro laburo cotidiano, la desinformación, el chamuyo… todo eso configura la violencia institucional que este colectivo viene sufriendo.
La nueva renovación de contratos será de 6 meses, hoy hay dos compañeros que se encuentran sin la renovación por otro “error administrativo”, compañeras que se encuentran cursando un embarazo, compañeros papás y mamás, compañeros necesitados de tratamientos y debido a la situación irregular de contrato, acceder a Ioma dejó ser un derecho más, para pasar a ser parte de la burocracia estatal, dejando sin atención a quienes lo necesitaban. Sumado a esto en el municipio de Quilmes hay despedidos en muchas áreas y nosotros seguimos en la lucha. Te presto el título, contanos cuál es tu relato.
Marta, trabajadora municipal de Quilmes
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