La iglesia se encuentra en una crisis que a todas luces pareciera no tener retorno. Y es que con casos como el de Renato Poblete Barth, el sacerdote jesuita reconocido por el mundo empresarial chileno como uno de los suyos, culpable de abuso sexual y además de ser informante del imperialismo yanqui en plena dictadura, podemos dar cuenta de cuán corroída se encuentra dicha institución.
Domingo 4 de agosto de 2019
Se trata de una de las figuras eclesiásticas más ensalzadas del último tiempo, tanto desde el sector empresarial, la derecha -incluyendo a la familia Piñera-, hasta la Concertación, en donde incluso en el primer mandato de Michelle Bachelet recibió el premio Bicentenario, máximo reconocimiento entregado por el gobierno.
Luego de salir a la luz y de corroborarse las denuncias hacia el sacerdote jesuita que lo inculpan de abuso a al menos 22 mujeres en un periodo de 48 años, entre 1960 y 2008, el cuestionamiento hacia su figura -y hacia la iglesia de conjunto- se ha intensificado. A esto se suman los documentos que demuestran que Poblete era además un informante del gobierno de Estados Unidos en plena dictadura, informando a la Casa Blanca a través de la embajada sobre las reuniones realizadas entre Pinochet y la iglesia católica, con mensajes dirigidos a Henry Kissinger, Secretario de Estado de Richard Nixon, quien fue uno de los autores intelectuales del golpe de Estado en 1973 para instaurar una dictadura cívico-militar en Chile.
Un mensaje desclasificado de la embajada da fe de esta situación, vinculando además al cardenal de ese entonces, Raúl Silva Henríquez (el mismo que encubrió los abusos de Karadima), afirmando que: “El reverendo Renato Poblete ha dicho a nuestro agregado de prensa que el cardenal Silva ha sostenido una cena de tres horas con el presidente de la Junta, general Augusto Pinochet, el 28 de marzo. Pinochet lo invitó después que a último minuto cancelara una cena a la que estaban convocados Poblete, el ministro de Economía, Fernando Léniz, y el asesor económico Carlos Massad. Poblete había organizado la cena (…)”.
El documento también apunta que, en dichos de Poblete, la iglesia sabía de que se estaban realizando torturas, violaciones y asesinatos, manteniendo silencio: “Según Poblete (…) cardenal le dijo a Pinochet que los arrestos y torturas continuaban, pese a que Pinochet sostuvo categóricamente que ha ordenado que cesen las torturas. El cardenal enfatizó que la Iglesia Católica no se mantendría en silencio mucho tiempo más si tal situación continúa”.
Pero esto no termina aquí. El mismo Poblete defiende a Pinochet siendo consultado en entrevista con revista Caras en 1999, afirmando que: “en las reuniones con Pinochet uno podía darse cuenta de las muchas cosas que el general no sabía, porque aunque él decía que no se movía una hoja sin que él lo supiera, se movían algunas hojas, y la misión de la Iglesia era mostrarle cuáles hojas se estaban cayendo”.
Sin embargo, sus vínculos con la derecha e incluso con empresarios no termina allí, y es que él mismo fue sugerido como negociador por un ex agente del servicio de inteligencia británico MI6 para rescatar al empresario y defensor de la dictadura, Cristián Edwards.
Sin duda alguna el caso de Poblete es parte de una larga serie de hechos sumamente crudos que la iglesia católica ha mantenido ocultos y perpetuando el silencio para su propio beneficio. Y es que con cientos de abusos sexuales a menores de edad y mujeres, casos de corrupción, enriquecimiento, e incluso ser cómplices de un genocidio como lo fue la dictadura cívico-militar de 1973, sale día a día más a la luz el verdadero rostro de la iglesia: una institución que no sólo se ha opuesto a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y la diversidad sexual, sino que también ha sido una aliada histórica de los empresarios y la derecha.