Carlos Romero Deschamps, quien estuviera al frente del Sindicato Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) desde 1993, renunció hoy frente a los 36 secretarios generales de todas las secciones del sindicato.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Miércoles 16 de octubre de 2019
Carlos Romero Deschamps, quien estuviera al frente del Sindicato Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) desde 1993, renunció hoy frente a los 36 secretarios generales de todas las secciones del sindicato en reunión convocada por el ahora exdirigente sindical.
Ahí se determinó que sea el diputado priísta, Miguel Limón Hernández —hasta ese momento secretario del interior del STPRM—, quien ocupe la dirección de manera interina con la tarea expresa de convocar a elección de un nuevo Secretario General en un plazo de 90 días.
Cabe mencionar que la renuncia se da cuando la disidencia petrolera realiza un plantón en el Zócalo exigiendo al gobierno la salida y castigo por corrupción del líder petrolero, quien se ha hecho notar en los últimos años por ostentar, junto con sus hijos, la riqueza obtenida por el regenteo del sindicato. Además, por los desvíos de fondos en favor de campañas presidenciales.
Sin embargo, los detonantes de su salida tienen que ver más con la caída en desgracia de la élite política alrededor del régimen priísta del que se hizo parte. En 1993 llegó a la cúpula sindical de la mano del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari como culminación del desmantelamiento del aparato charro encabezado por Joaquín Hernández Galicia,La Quina.
En los últimos años, su posición sindical le permitió establecer lazos con Emilio Lozoya, fugitivo ante la investigación del soborno de 10.5 millones de dólares por ejecutivos de la constructora brasileña Odebretch y el abogado Juan Collado"especializado" en defender casos de corruptos del poder y establecer negocios turbios en paraísos fiscales cuyos capitales han salido a la luz pública por investigación del gobierno de Andorra, el cual le ha confiscado hace unos días 83.1 millones de dólares.
Así, Romero Deschamps resultaba impresentable para un gobierno de la Cuarta Transformación que se jacta de combatir a la corrupción, aunque hasta ahora con pocos resultados. Por eso es que el presidente López Obrador ha evitado aparecer públicamente o reunirse con él, como en el acto-ritual del 18 de marzo pasado en el que Romero Deschamps brilló por su ausencia en la conmemoración de la Expropiación Petrolera.
Pero su renuncia ya se estaba cocinando desde hace un par de meses, de acuerdo con el relato del columnista Salvador García Soto, quien relata cómo la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, lo citó para trasmitirle un mensaje del presidente: “que considere su renuncia anticipada a la dirigencia del sindicato para dar paso a la elección de una dirigencia por voto abierto, directo y secreto de los trabajadores petroleros” .
Desde entonces, la tarea encomendada desde la presidencia era planificar una transición pacífica del poder en el sindicato petrolero. Y, por lo visto, era necesario un empujoncito para dar el paso encomendado, y sería el mismo López Obrador quien lo daría al anunciar en su conferencia mañanera que el cacique sindical estaba siendo investigado por la Fiscalía General de la República y que
“si él quiere renunciar como está en su derecho, como lo hizo también el ministro de la Corte, Eduardo Medina Mora, pero eso no evitará que se sigan las investigaciones sobre su dirigencia sindical”.
“si él quiere renunciar como está en su derecho, como lo hizo también el ministro de la Corte, Eduardo Medina Mora, pero eso no evitará que se sigan las investigaciones sobre su dirigencia sindical”.
Este descabezamiento desde arriba no significa en modo alguno una solución a la falta de democracia sindical que permea al sindicato petrolero. Al igual que los demás sindicatos charros, la mejora de las condiciones de trabajo, la lucha contra la precarización y los recortes presupuestales, que sólo significan desempleo para los trabajadores más desvalidos aún en el mundo de la Cuarta Transformación, implica la inmediata reorganización de las masas trabajadoras para recuperar los sindicatos y ponerlos a disposición de la base sindical.