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Red Internacional
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África. Renuncia el primer ministro de Sudán tras nuevas protestas masivas

El primer ministro de Sudán, Abdalá Hamdok, había sido repuesto en el poder por los militares hacía solo seis semanas, tras el golpe de Estado que lo había derrocado en octubre pasado. Las protestas continúan pidiendo que caiga toda la junta militar y se instaure un Gobierno civil.

Juan Andrés Gallardo

Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1

Lunes 3 de enero de 2022 11:21

El primer ministro de Sudán, Abdalá Hamdok, anunció este lunes su renuncia durante un discurso televisado a los 42 días de haber alcanzado un acuerdo con los militares para volver a ocupar el puesto del que había sido expulsado en el golpe de Estado del 25 de octubre.

"Anuncio mi dimisión del puesto del primer ministro para dejar la oportunidad a un hijo o hija de esta patria generosa para liderarla y dirigirla durante lo que queda del periodo de transición hacia un Estado civil y democrático", dijo Hamdok en su alocución.

La dimisión de Hamdok se produjo horas después de una nueva jornada de manifestaciones contra el golpe y contra su posterior pacto con el líder militar del país, Abdelfatah al Burhan, en la que murieron al menos tres manifestantes, según el opositor Comité de Médicos, con lo que ascendieron a 57 los fallecidos en protestas contra la junta militar.

Miles de personas marcharon contra un acuerdo que había hecho para compartir el poder con el Ejército. Gritando "poder para el pueblo", los manifestantes pidieron el regreso a un gobierno civil plano. Pero las fuerzas militares respondieron nuevamente con balas y gases lacrimógenos, dejando muertos y heridos.

Durante las dos últimas semanas se habían publicado en varias ocasiones rumores sobre la inminente dimisión de Hamdok, sobre todo tras las últimas manifestaciones, en las que murieron varios manifestantes, principalmente por disparos de bala, y se denunció incluso las violaciones de varias mujeres por partes de las fuerzas de seguridad en una de ellas.

Hamdok fue nombrado primer ministro en agosto de 2019 para liderar el proceso de transición acordado entre militares y fuerzas políticas y civiles tras el derrocamiento, en abril de ese año, del dictador Omar al Bashir.

Tras el golpe de Estado del pasado 25 de octubre, en el que los militares disolvieron el Gobierno y detuvieron a varios de sus miembros y otros civiles que participaban en los órganos de transición, estuvo en arresto domiciliario durante varias semanas hasta que fue repuesto en el cargo el 21 de noviembre, para intentar frenar las movilizaciones callejeras de resistencia al golpe.

Ese día firmó un acuerdo con Al Burhan para formar un gobierno de tecnócratas sin la participación de los partidos y fuerzas civiles que protagonizaron las protestas que llevaron a la caída de Al Bashir y que propusieron a Hamdok en 2019 para el puesto.

La mayoría de estas fuerzas consideró el pacto como una traición del primer ministro y siguió participando en las manifestaciones en contra de los militares, en los que han fallecido desde ese día 15 personas que participaban en las protestas.

Durante su discurso defendió que su acuerdo con los militares fue "un intento más de llevar a las partes a la mesa de diálogo y acordar una hoja de ruta para cumplir el resto del período de transición".

Además, afirmó que "el país atraviesa un peligroso punto de inflexión que puede amenazar toda su supervivencia", lo que achacó a los desacuerdos y los conflictos entre los distintos componentes de la transición.

La "transición" fue una trampa

La realidad es que tras las movilizaciones y huelgas que acabaron con la caída del régimen autoritario de Omar Al-Bashir en 2019 la oposición política y los militares llegaron a un acuerdo para evitar que estas se extiendan y profundicen, al mismo tiempo que mantuvieron lo esencial del régimen de Al-Bashir. El acuerdo que había establecido el llamado Gobierno de Transición, compuesto por el Ejército y los dirigentes de la Alianza para la Libertad y el Cambio (ALC) plantearon en ese momento la perspectiva de celebrar elecciones nacionales en 2022.

Bajo esa promesa, los trabajadores y el pueblo de Sudán depositaron sus expectativas en poder conquistar un Gobierno civil que finalmente responda a las demandas económicas y políticas levantadas durante el proceso de revueltas que derrocaron los 30 años de tiranía de al-Bashir.

Sin embargo, durante estos últimos años la situación social y económica no cambió sustancialmente, y más allá de algunas concesiones sociales los pilares estructurales heredados de la dictadura del al-Bashir se mantuvieron intactos. Por su parte la coalición del Gobierno de transición comenzó a mostrar fisuras y la convocatoria a elecciones finalmente se pasó para 2023.

Las tenciones dentro de la coalición entre los grupos que integraban la ALC y el Ejército aumentaron, lo que terminó en el golpe militar de octubre de este año que desplazó al primer ministro, Abdalá Hamdok.

Como quedó demostrado en las movilizaciones que acabaron con el gobierno de Al-Bashir y las que se realizan desde octubre pasado en resistencia al golpe, los trabajadores y el pueblo de Sudan están dispuestos a salir a las calles por sus demandas, aún enfrentando una brutal represión.

El Gobierno de transición desplazado por los militares terminó frustrando las expectativas de los miles que se manifestaron en 2019 bajo la consigna de que "caiga todo el régimen". El intento de reinsatalar a Hamdok como primer ministro para calmar a la calle, también se demostró un fracaso, al igual que la política de intentar negociar una salida junto a los militares.

Solo la movilización, la huelga y los piquetes, como los de 2019, podrán hacer retroceder al Ejército y abrir un camino para imponer sus postergadas demandas. Ningún acuerdo que incluya al Ejército o a fuerzas dispuestas a cederle o a negociar con los viejos personeros del Gobierno de Al-Bashir podrá cumplir con las expectativas populares.


Juan Andrés Gallardo

Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario

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