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Red Internacional
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Guerra en Ucrania. Reprimen protestas en Rusia contra la guerra y la movilización de reservistas

El anuncio de Putin de utilizar parcialmente las reservas militares para movilizarlas hacia Ucrania dio lugar a manifestaciones de rechazo que fueron brutalmente reprimidas. Hay al menos 1300 detenidos. Se trata de un amplio sector de la población que hasta ahora permanecía ajeno al conflicto. Este giro anuncia un cambio en la relación de la población con la clase política del país.

Viernes 23 de septiembre de 2022 09:49

Vladimir Putin habló este miércoles por primera vez desde la contraofensiva ucraniana de la semana previa para anunciar una movilización parcial de los reservistas y agitar, al mismo tiempo, el fantasma de una conflagración nuclear.

El anuncio implica un cambio brusco para parte de la población rusa que hasta ahora venía siendo agena al conflicto y una guerra que le resultaba lejana.

La movilización parcial de recursos militares que prevé como mínimo el envío de 300.000 reservistas al frente ucraniano, ya ha comenzado. Esto marca un punto de inflexión en la guerra, aunque no sobre el terreno en el futuro inmediato, ya que los reservistas no se incorporarían a la zona de conflicto antes del invierno, pero si en en la relación de la población con la "operación especial" que el Kremlin había anunciado en febrero hacia Ucrania.

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Hemos leído y oído mucho sobre un supuesto contrato tácito entre la población rusa y sus líderes, según el cual estos últimos dejarían vía libre a los políticos y al ejército para ejercer una política exterior a su antojo siempre y cuando los ciudadanos no tuvieran que estar involucrados. Si queremos dar crédito a este contrato, tenemos que decir que, en cualquier caso, se ha roto.

Tras los anuncios de Putin, las protestas contra esta nueva escalada de la guerra han tomado muchas formas. Se realizaron manifestaciones espontáneas en varias grandes ciudades del país para expresar el rechazo a la movilización parcial, pero también para reiterar su rechazo a esta guerra que no les concierne. Las manifestaciones reunieron a un total de varios miles de personas, principalmente en Moscú y San Petersburgo, pero también en Ekaterimburgo, la cuarta ciudad más grande del país. Estas movilizaciones contra la guerra constituyen la movilización más grande desde el comienzo de la reaccionaria invasión rusa, cuando decenas de miles de personas se reunieron para expresar su desaprobación y fueron ferozmente reprimidos.

Según la ONG rusa OVD-Info, al menos 1.300 personas han sido detenidas, incluidas 1.000 solo en las ciudades de Moscú y San Petersburgo. Las protestas no declaradas son ilegales en Rusia, y las protestas contra la guerra han sido duramente reprimidas, y los arrestados enfrentan hasta 10 años de prisión. Sin embargo, varios miles de rusos desafiaron la prohibición, a veces gritando consignas que expresaban un rechazo total a la guerra de Putin.

Según algunos medios, la policía entregó actas de reclutamiento a los manifestantes a los que detuvo. En Ulan-Ude, la capital de Buriatia en el este de Siberia, un manifestante dijo: “Nuestros esposos, padres y hermanos no quieren ir y matar a otros esposos y padres. Allí denunciaron que la policía llegó a buscar estudiantes incluso dentro de los campus universitarios para reclutarlos en forma directa. La escena se habría reproducido en varios establecimientos del país como Khabarovsk, Iakoutsk, Tomsk, Novossibirsk y Ekaterinbourg.

En otras zonas del país reportaron ataques de los manifestantes contra las oficinas de reclutamiento, como en Nizhny Novgorod, donde se arrojaron cócteles molotov, o como en San Petersburgo, donde se desató un incendio que las autoridades locales creen que fue voluntario. En Tolyatti, se incendió un edificio administrativo, aparentemente para borrar los archivos que permitirían a las autoridades elaborar una lista de reservistas varones con edad suficiente para ser enviados al frente. La resistencia también se organiza en las redes sociales, como un canal de Telegram donde se enumeran las oficinas de inscripción que se han identificado. El hijo del portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, fue víctima de una llamada de broma para anunciar su llamada al frente y él contestó que lograría evitar ser enviado al frente haciendo funcionar la red de influencia de su padre. Un colectivo contra la guerra, Vesna, convocó el miércoles a movilizaciones en todo el país, en un comunicado ampliamente difundido en las redes sociales occidentales.

También se ha pronunciado la oposición liberal rusa, o lo que queda de ella, incluido su lider encarcelado Alexei Navalny.

Del lado de los países de la UE, la respuesta al anuncio de la movilización no fue menos abyecta. Varios estados, incluidos los países bálticos y Finlandia, ya han anunciado que se negarán a recibir a los refugiados rusos que huyen al frente por "razones de seguridad". En un correo electrónico cínico a la agencia de noticias británica Reuters, el ministro de Relaciones Exteriores de Estonia dijo "que una persona se niegue a cumplir con el deber cívico en Rusia no es razón suficiente para que se le conceda asilo en otro país". Estas declaraciones, llegan después de que la Unión Europea y los países miembros de la OTAN multiplicaron sus presupuestos militares para envíar dinero y armas a Ucrania, involucrándose en el conflicto y acelerando la carnicería de esta guerra reaccionaria tanto de parte de la OTAN/Zelensky como de Putin y el Kremlin.

Al interior de Rusia, el anuncio de la movilización masiva de reservistas cambia drásticamente la relación de los rusos con la guerra; la estrategia de aislarlos lo más posible del conflicto parece haber llegado a su fin; en adelante, es probable que una parte de la población, aunque sea pequeña, tome parte activa en la guerra. Esta transformación de la relación de la población con la política corre el riesgo de despertar un nuevo radicalismo que el Kremlin ha sofocado durante décadas. Como bien lo resume el diario frances Le Monde: "Para el Kremlin, se trata pues de movilizarse… después de haber hecho todo, durante veinte años, para desmovilizar a la sociedad, para convencerla de que no se entrometa en los asuntos del país". Una apuesta arriesgada.

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