La salud de los trabajadores de la salud también golpea la vida de los residentes, quienes pasan horas sin dormir y son quienes muchas veces están al frente de los servicios por falta de personal.
Lunes 1ro de agosto de 2016 16:50
Repasando la historia del surgimiento de las residencias como modelo médico educativo, hallamos su origen por el año 1889, creadas por William Stewart Halsted en el hospital Johns Hopkins de Baltimore, Estados Unidos. Se acuñó el nombre de “residencias” por la estancia permanente del médico dentro de las instalaciones hospitalarias. En nuestro país, la primera residencia comenzó a funcionar en el año 1944 promovida del Dr. Tiburcio Padilla, en el Instituto de Semiología de la Universidad de Buenos Aires. Luego, el sistema se extendió progresivamente hacia otros hospitales públicos.
Ha pasado más de un siglo de la conformación de las residencias y la condición de los residentes no ha cambiado, pese a que vivenciamos en el día a día las falencias del sistema de formación. Muchas veces el cansancio, la alienación por estar todo el día dentro del hospital trabajando, nos impide tomarnos un momento para reflexionar acerca de la situación en la que nos encontramos y la necesidad de transformarla.
La carga horaria actual de un residente de primer año ronda las 80 hs semanales, con dos guardias de 24hs y en muchas instituciones sin descanso posguardia, derecho que se logró conquistar con la luchas de cientos en las calles, pero que no se cumple.
Una investigación con residentes de Clínica Médica del Hospital San Martín de La Plata llamada “Impacto de la privación de sueño en médicos residentes” fue publicada en la revista Salud y Ciencia, de la Sociedad Iberoamericana de Información Científica. El estudio fue efectuado por un equipo dirigido por Juan Cruz Ferré e integrado por varios médicos de esa institución y empieza por recordar que, según estudios previos, “luego de 17 horas de vigilia, la disminución en el rendimiento es equivalente a la observada en una intoxicación alcohólica en individuos sanos”. Además precisa que “las tareas de larga duración que requieren atención y las recientemente aprendidas son las más vulnerables a la falta de sueño aguda, con una precisión mantenida a expensas de la eficiencia: se tarda más para hacer lo mismo”.
La investigación también menciona que la condición de haber estado de guardia la noche anterior aumenta significativamente la probabilidad de quedarse dormido durante las clases, “los resultados de nuestro estudio demuestran una asociación directa entre la privación aguda de sueño y la capacidad para mantenerse despierto durante la actividad académica”. Los autores señalan que “siendo la residencia el sistema de formación profesional más aceptado en el ámbito de la salud, resulta contradictorio que los espacios asignados a la formación académica no puedan ser aprovechados como consecuencia de un régimen horario extenuante”.
En el mismo sentido es lógico plantear que después de tantas horas sin dormir, exista mayor riesgo de que se pinchen con una aguja o tener un accidente de tránsito a la salida del hospital, aumenta la posibilidad de cometer errores en el diagnóstico y medicación de los pacientes. En un estudio realizado por Landrigan y col demostraron que las jornadas extendidas de trabajo con turnos nocturnos, como en este sistema, se relacionan con un mayor número de accidentes laborales.
Precarizando aún más esta labor y con la excusa de que “se los está formado”, el Estado los considera becados en vez de trabajadores, por lo cual no reconoce los derechos plenos como tales, como la inserción pos residencia, los aportes previsionales y los sueldos están por debajo de la canasta básica, etc.
Sumado a lo anterior, tanto los residentes como todos los que trabajan en los hospitales públicos y centros de salud, enfrentan a diario la ausencia de medicamentos e insumos básicos, la falta de personal que lleva a la sobrecarga laboral, la carencia de aparatología imprescindible, graves problemas edilicios que ponen en riesgo la vida de los trabajadores y los pacientes. La situación de vaciamiento es tan extrema, que lleva al cierre de servicios, como por ejemplo, el reciente cierre del Servicio del Quemado del HIGA San Martín de La Plata, único centro de derivación de la provincia de Buenos Aires; que permanecerá sin funcionar hasta que se efectúen las obras correspondientes de reparación, o como es el caso del Servicio de Pediatria del Hospital Cordero de San Fernando, que actualmente no cuenta con Jefe de Servicio ni con los médicos correspondientes para garantizar las guardias externas y de piso, sobrecargando a los residentes de dicha especialidad con guardias sin garantizar las condiciones de formación de los mismos.
La salud pública viene sufriendo una profunda crisis producto de una política consciente de desfinanciamiento, los partidos tradicionales vienen votando año a año presupuestos a la baja, achicando el destinado a la Salud Publica, en beneficio del privado. El presupuesto 2016 para salud de la provincia de Buenos Aires es de 6,36%, uno de los más bajos de la historia.
Este colapso de se da en el marco de la crisis económica que atraviesa al conjunto de los trabajadores, con un plan de ajuste implementado desde el gobierno nacional de Macri y los distintos gobiernos provinciales. En las provincias donde gobierna el FPV, como Tierra del Fuego y Santa Cruz, también se está aplicando un ajuste brutal, donde la única respuesta a los reclamos de los estatales fue la represión. Por eso la salida no va a ser de la mano de los partidos patronales, sino una verdadera resistencia de los trabajadores y sectores populares en las calles.
Los residentes vienen siendo un sector joven, activo y comprometido con la salud pública. Hoy en día constituyen el motor de los hospitales y centros de salud públicos (junto a otros trabajadores precarizados).
Invitamos a todos a denunciar las condiciones laborales, expresar opiniones y difundir distintos procesos de lucha en La Izquierda Diario, para que la voz de los trabajadores llegue a cientos que a día a día viven la misma situación, dejando hasta la vida en el trabajo.