El pasado primero de junio, a propósito del Día de la Marina, pobladores del puerto comercial de Topolobampo (municipio de Ahome, en el norte de Sinaloa) y comunidades aledañas, así como integrantes de la nación Yoreme-Mayo, llevaron a cabo una manifestación en contra de un proyecto petroquímico impulsado por la empresa transnacional Gas y Petroquímica de Occidente (GPO).
Martes 6 de junio de 2023
La historia de el proyecto petroquímico de GPO se remonta a 2013, año en que dicha transnacional que concentra capital mexicano, así como de las empresas suiza “Holding” y alemana “Proman”, inician la construcción de una planta productora de amoníaco en el puerto y poblado de Topolobampo. Dicha planta es apenas la primera etapa de un megaproyecto que contempla, además, la producción industrial de metanol.
No obstante, la planta de amoníaco, a la fecha, no ha podido iniciar su producción; desde el momento mismo del inicio de su construcción, hace una década, ecologistas, pobladores de la región e indígenas Yoreme-Mayo han opuesto resistencia al proyecto. ¿La razón? Por un lado, la contaminación que dejará la materia residual de la producción de los químicos y, por otro, el riesgo de algún accidente.
Si la planta de amoníaco inicia su producción se prevé que genere 2 mil 200 toneladas métricas de amoniaco a diario; lo que equivale a alrededor de 770 mil toneladas anuales. Un accidente como una fuga provocaría efectos mortales en un radio de 15 kilómetros; el impacto contaminante golpearía inmediatamente las poblaciones de Topolobampo, Lázaro Cárdenas, Paredones, Ohuira y El Maviri.
Ahora bien, la materia residual de la producción de petroquímicos afectará el ecosistema del sistema lagunar Topolobampo – Ohuira – Santa María, el cual es un humedal de importancia internacional reconocido por la convención Ramsar.
La convención en comento es un tratado intergubernamental que surge en la ciudad iraní de Ramsar en 1971. En ella quedó establecido un marco legal internacional que tiene como objetivo la conservación y el uso racional de humedales y sus recursos. El sistema lagunar Topolobampo ─ Ohuira ─ Santa María fue reconocido como humedal de importancia internacional por la convención Ramsar el 2 de febrero del año 2009.
Este sistema lagunar es clave para el equilibrio ecológico del Golfo de California ─también llamado Mar de Cortés, Mar Bermejo o Mar del Yaqui; el oceanógrafo Jacques Cousteau se refirió a este mar como “el Acuario del Mundo”-; en dicho sistema no es extraño el avistamiento de ballenas grises, las cuales pasan ocasionalmente por Topolobampo en sus rutas de apareamiento.
La resistencia indígena-popular contra el megaproyecto de la transnacional GPO es en defensa no solo de la vida humana, sino de la preservación ecológica de uno de los ecosistemas más importantes del mundo: el Mar de Cortés fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad en 2005 por la UNESCO.
Un poco de historia
Topolobampo fue fundado el 17 de noviembre de 1886 como una colonia socialista utópica bajo los idearios de Robert Owen y Charles Fourier- por Albert Kimsey Owen ─el cual no tenía ningún parentesco con Robert Owen— y otros colonos de origen estadounidense, francés, alemán e incluso ruso. Se ubica en el territorio que desde hace miles de años ocupan poblaciones indígenas, antepasados de la hoy nación Yoreme-Mayo; es la frontera que divide Mesoamérica de Aridoamérica, categorías propuestas por Paul Kirchhoff en 1943-.
Dicha colonia socialista utópica estaba pensada para ser la Nueva York del pacífico —despojada de la voracidad capitalista que caracteriza a esta última— la cual sería llamada Pacific City —Ciudad de la Paz. Además de ella, fue fundada otra colonia utópica llamada La Logia, también ubicada en el hoy municipio de Ahome.
Ambos proyectos utópicos, Topo y La Logia, han sido señalados por algunos historiadores como un intento imperialista norteamericano por apoderarse de la región; nada más alejado de la realidad. Ambos proyectos fueron intentos ingenuos, pero genuinos, por construir una sociedad más justa.
El posterior apoderamiento de la región por norteamericanos vino de la mano de Benjamín Jhonston, quien tardíamente llegó a formar parte de la colonia de Topolobampo, pero que, en medio de la desorganización del proyecto, terminó despojando a sus colegas de sus propiedades y de los proyectos hidrológicos que con tanto sacrificio habían construido comunitariamente.
El historiador regional Mario Gill se refirió de manera muy exacta a su figura: (Jhonston) fue "el liquidador y beneficiario de la utopía" (La Conquista del Valle del Fuerte. P. 65).
El primero de junio se celebran 120 años de la cabecera municipal de Ahome, Los Mochis. Dicha ciudad es la más grande del norte de Sinaloa, y su fundación está íntimamente ligada a Topolobampo, pues Benjamin Jhonston, una vez apoderado de la estructura hidrológica que había sido construida por los colonos socialistas de Topo para beneficio comunitario, construyó ahí un ingenio azucarero que potencializó el desarrollo económico capitalista de la región y lo volvió a él obscenamente rico, edificando en la naciente ciudad una pequeña colonia exclusivamente norteamericana, donde él y sus socios vivieron en una especie de isla imperialista de privilegios, mientras el resto de la población mexicana e indígena vivían en la carencia.
A propósito del 120 aniversario, uno de los herederos del espíritu voraz de Johnston, Gerardo Vargas Landeros (empresario y actual alcalde Morenista de Ahome), lanzó una advertencia: dijo que Los Mochis solo podrá tener un "renacimiento económico" gracias a la industria petroquímica, en franca alusión al impulso que le da y le seguirá dando al proyecto de la planta de amoníaco que la transnacional GPO quiere poner a operar en las costas de la región (Topolobampo), en detrimento de la vida del sitio de importancia ecológica internacional Ramsar "lagunas Santa María-Topolobampo-Ohuira”. Los gobiernos estatales y federales —ambos Morenistas— no han dejado de apoyar el proyecto ecocida de la planta de amoníaco.
Vargas Landeros no ha escatimado en adjetivos como “retrógrados” y “enemigos del progreso” para referirse a las comunidades indígenas, pobladores y ecologistas que resisten al proyecto de GPO. Sin embargo, hay que decirlo claro, esta resistencia indígena popular es una resistencia en contra de la voracidad capitalista encarnada en los herederos espirituales de Jhonston; lo que está en juego en esa lucha no es una batalla entre el progreso y el atraso, sino entre la vida y la muerte.
En el marco de la crisis ambiental y el avance de los megaproyectos y el despojo, es fundamental que las luchas en defensa del territorio y de los recursos naturales sean abrazadas por la clase trabajadora que tiene el poder de fuego de poner en jaque a los políticos del régimen y a los empresarios para dar un freno a la voracidad capitalista, en perspectiva de construir una sociedad donde los humanos coexistan de manera armónica con la naturaleza.