La consulta realizada el domingo 1 de agosto con el supuesto objetivo de enjuiciar a los corruptos, autoritarios y entreguistas expresidentes neoliberales (aunque la pregunta puesta a votación no exprese dicho objetivo), sirve para extraer conclusiones políticas de este corto pero importante ensayo institucional, que supuestamente abre un margen democrático a las aspiraciones de las masas.
Lunes 2 de agosto de 2021
Imagen: Twitter / David Agren
De entrada, habría que preguntarse si la escasa votación en esta consulta muestra debilitamiento de la 4T y una horadación de su hegemonía. Y también si, por el contrario, se fortalece la derecha, y representa una exoneración de los expresidentes por todos aquellos que no votaron.
La primera contradicción que resalta en este caso es que el presidente Andrés Manuel López Obrador impulsó una consulta que no pensaba llevar a cabo, aunque había prometido que de llegar a la presidencia enjuiciaría a “la mafia del poder”. Hoy la hizo obligado por los reveses que la 4T ha recibido en los últimos meses, aunque sostuvo que votaría en contra.
Esta consulta contra la corrupción nada tiene que ver con las demandas del movimiento popular que en 2014 se movilizó contra las políticas más reaccionarias de pasados gobiernos. No es una consulta para juzgar crímenes de Estado, ni la miseria y la entrega del país provocadas con la aprobación de reformas estructurales
Incluso, en el marco de la llamada “lucha contra la corrupción”, el árbitro de la consulta es el INE, que garantizó la impunidad de los de los anteriores presidentes (y violaciones a la ley electoral por los partidos de derecha). Por eso el evidente boicot a la misma, por parte de esta autoridad, estaba cantado.
Sin embargo, esto no explica, por sí solo, como pretenden hacer creer integrantes del gobierno. la baja participación de la población.
Unos resultados inciertos que permiten algunas certezas
Ante lo ambiguo de la inocua pregunta hecha en la “consulta popular”, era evidente que el supuesto objetivo de enjuiciar a los presidentes (mostrado en miles de carteles que inundaron los barrios populares con la imagen de los odiados expresidentes bajo el título de “Se busca”), no se correspondían con lo que decía la papeleta.
De ahí que, la falta de claridad del objetivo de la consulta y la política timorata y contradictoria de AMLO sobre su posición personal ante el voto, confundió a mucha gente.
Los medios -la mayoría alineados con la derecha- y el sentido común de muchos críticos de derecha e izquierda, hicieron una lectura superficial del proceso de consulta, concluyendo que significó una gran derrota de López Obrador. Y es que la votación (7%) del padrón electoral mostró que la apuesta de AMLO no correspondió con sus cálculos políticos.
Aún así, el hecho significativo es que fue una muy baja votación, por detrás no solo del 40% necesario del padrón, sino incluso del 10 o 15% que decían distintos analistas previamente.
Eso expresa que el gobierno no logró entusiasmar ni convencer de participar en el consulta, resultando así una maniobra riesgosa que muestra que, aunque la 4T mantiene hegemonía y popularidad, no entusiasmó como en 2018. Esto es una muestra de desgaste que está sufriendo el “tsunami” surgido hace más de dos años.
Un aspecto que debieran considerar la derecha empresarial y sus partidos es que la evidente manipulación de la consulta que hizo el INE, y el rol tan protagónico y confrontativo de su consejero presidente con el jefe del Ejecutivo, confirman el alineamiento de Lorenzo Córdova con la derecha opositora, el PRI y el PAN”). Lo cual para muchos muestra la necesidad de la reforma electoral propuesta por López Obrador.
En cuanto al festejo que hacen Fox y Calderón por la “derrota” de AMLO sobre esta consulta, es incorrecto. La votación del 7% no significa exoneración de la población a los expresidentes, ni que el repudio popular quedó en el olvido. Ni mucho menos que el PRI el PAN se fortalezcan con estos resultados y cambie la relación de fuerzas entre los partidos del régimen.
Además, esa baja participación en la encuesta tampoco significa que el próximo año, en el referéndum por la revocación del mandato, la base social de la 4T no salga a respaldarlo.
La izquierda en la consulta y el fracaso de su oportunismo
Pensando que los miles de carteles pegados en las imágenes de Fox, Calderón y Peña Nieto tras los barrotes iban a llevar a millones a votar, los grupos de izquierda usaron oportunistamente la consulta para intentar posicionarse, adaptándose la “democracia participativa” (lo que implica llanamente adaptarse al régimen); fueron los perdedores.
De los miles que fueron a la consulta, no lo hicieron bajo una visión de izquierda, simplemente querían que se enjuiciara a los expresidentes que afectaron a distintos sectores de la población, entre ellos a la clase media.
Fue un voto democrático que esta izquierda que se reclama del “marxismo revolucionario” no puede atrapar fácilmente, pues no aparece delimitada de la 4T. Su adaptación a la “democracia participativa” es parte de una lógica estratégica que corresponde a la visión de que hoy –toda vez que renunciaron a luchar por la independencia de clase respecto de los partidos de la “democracia de los ricos”– hay que luchar por mejorar la democracia burguesa.
Finalmente están los que, hablando sectariamente desde el foro “Ante la farsa de la consulta popular” opinan que la 4T está en “caída libre”. Es decir que, por un fenómeno invisible a los demás, se rompió la hegemonía de un gobierno fuerte que se permite posar de nacionalista ante los Estados Unidos, cómo en el tema de Cuba y la OEA.
Pero van más allá y concluyen que “la democracia burguesa está en retirada”. ¿Con esto quieren decir que están en crisis las instituciones de la clase dominante? Es decir, ¿estamos frente a una “crisis de dirección”, donde la burguesía (el régimen político de conjunto) está perdiendo su hegemonía sobre los gobernados?
Una cosa es segura: no hay lugar para el triunfalismo en ninguna de las partes.
Mario Caballero
Nació en Veracruz, en 1949. Es fundador del Movimiento de Trabajadores Socialistas de México.