La reunión transcurrió en un tono cordial según dicen los participantes. Se analizó la situación económica actual y de cara al fin de la cuarentena. El acuerdo de la CGT y la UIA como ejemplo a seguir. Los trabajadores, los principales perjudicados.
Jueves 4 de junio de 2020 19:54
Foto: Télam
Según dicen, los gestores del encuentro en Olivos fueron Gustavo Béliz (que en su juventud fue ministro de Menem) pero que hoy se desempeña como secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación Argentina y el jefe de la UIA, Miguel Acevedo.
Del cónclave empresario participaron un puñado de dueños del país: estuvieron los sectores automotriz, petrolero, high tech y el campo. Kaufman, de Accenture, Javier Santiago Madanes Quintanilla, de Aluar; Luis Pagani, de Arcor; Roberto Murchison, de Grupo Murchison; Luis Pérez Companc, de Molinos Río de La Plata; Marcos Bulgheroni, de Pan American Energy; Mariano Bosch, de Adecoagro, y Daniel Herrero, de Toyota.
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Para calmar los ánimos, ante la posible “estatización” de las empresas, Alberto Fernández fue contundente: “No estamos acá para hacer locuras”. Comentó su encuentro previo con Roberto Lavagna, amigo de muchos de esos empresarios, y dijo que ambos tenían acuerdo en potenciar el pacto social que se había plasmado en el acuerdo de los directivos de la automotriz Toyota y el sindicato Smata, dirigido por Pignanelli. La fábrica de Zárate abrió sus puertas para solo el turno noche y al resto de personal lo suspendió.
Por su parte el jefe de la UIA, declaró que le transmitieron al presidente el “compromiso” de no cerrar fábricas. Una falacia, pues son miles los despidos producto de los cierres de empresas, producto de la crisis económica generada por la pandemia.
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Es una verdad de perogrullo que Alberto Fernández no tiene ninguna intención en tocar las ganancias de los empresarios, mientras se cargan los costos de la crisis en los trabajadores. Ni siquiera avanzó en un mínimo proyecto de impuesto a las grandes fortunas, además de que el gobierno aplicó un conjunto de medidas que benefician a los grandes empresarios como los ATP, mientras la salida de la cuarentena para los trabajadores se presenta cada vez más compleja.