Hace más de 100 años, la clase obrera de Finlandia tomó el poder. Esta revolución poco conocida tiene muchísimas lecciones para las y los socialistas al día de hoy.
El cimbronazo que produjo el triunfo de la Revolución Rusa en 1917 tuvo sus réplicas en diferentes procesos revolucionarios en Europa, además la ola de simpatías en todo el mundo. Ejemplo de ello fue Finlandia, donde en enero de 1918 los trabajadores finlandeses tomaron el poder en sus manos para luchar por la independencia del país y contra el dominio capitalista. La respuesta burguesa fue iniciar una brutal guerra civil que terminó en una derrota para la clase obrera.
La revolución en Finlandia es poco conocida y por esa razón publicamos la traducción del folleto Cuando la Estrella Polar fue roja de Nathaniel Flakin. Una primera versión de este trabajo fue publicada en alemán en 2009 por Klasse Gegen Klasse y luego actualizada en una versión en inglés publicada en 2019 por Left Voice, integrantes de la red internacional de La Izquierda Diario y de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional. Esta es la primera vez que se publica en español. Nathaniel, también conocido por el seudónimo de Wladek, es periodista e historiador berlinés y ha escrito la biografía Martin Monath: un trotskista judio entre soldados nazis, publicada en 2021 por Ediciones IPS (previamente editada en alemán, inglés y francés).
En los últimos años, la revolución finlandesa entró en el debate sobre las perspectivas del socialismo en el siglo XXI. Un grupo de intelectuales encabezado por Eric Blanc y referenciados en la revista Jacobin ha acudido a su desarrollo para mostrar la justeza, y por lo tanto vigencia, del punto de vista de Karl Kautsky y la socialdemocracia finlandesa, que en 1917 había logrado una mayoría parlamentaria. El caso finlandés es mostrado por Blanc y compañía como un ejemplo exitoso del “camino democrático hacia el socialismo”, en contraposición a la estrategia de Lenin y los bolcheviques, algo que es desmentido categóricamente en la investigación de Nathaniel Flakin.
Desde Armas de la Crítica hemos polemizado con Blanc respecto a la cuestión del partido y qué herramienta política necesitan los trabajadores y trabajadoras. El debate continúa y esperamos que la publicación de Cuando la Estrella Polar fue roja sea un aporte para conocer la Revolución Finlandesa y sus lecciones para nuestro tiempo. Podrán encontrar las siguientes partes al final de la nota.
Introducción y traducción: Maximiliano Olivera y Ana Florín
Cuando la Estrella Polar fue roja
¿El primer país socialista del mundo? Todos seguramente saben la respuesta. ¿Pero el segundo? Fue la "pequeña y valiente" Finlandia, según la expresión del poeta Väinö Linna, tierra de los leñadores y diseñadores de celulares, cosa que tampoco sabía hasta que empecé a escribir este artículo. El término "revolución finlandesa" hará que la mayoría de las personas piense en alguna innovación tecnológica de Nokia. ¡Pero Finlandia tuvo su propio Ejército Rojo!
Hace 100 años, en enero de 1918, los trabajadores finlandeses tomaron el poder en sus manos para luchar por la independencia de su país y la igualdad para sus habitantes. La burguesía contraatacó con fuerza –ya fueran finlandeses, suecos, rusos o alemanes, todos estaban en contra de los trabajadores finlandeses– y asesinaron al menos a 20.000 comunistas.
Incluso si la Finlandia actual parece ser un modelo de tranquilidad social, todavía se pueden encontrar rastros de este pasado. La mayoría de los finlandeses, por fuera de un puñado de comunistas, se muestran reacios a hablar de ello. Internacionalmente, la revolución finlandesa apenas se conoce entre la izquierda. Cómo revolucionarios hoy, ¿Qué podemos aprender de ella?
Recientemente, Eric Blanc ha argumentado que la revolución de Finlandia es un ejemplo exitoso del "camino democrático hacia el socialismo" y la estrategia de Karl Kautsky. Como demostraremos, aunque los socialdemócratas finlandeses deseaban fuertemente un camino parlamentario, se vieron obligados a llevar a cabo una insurrección. Sin embargo, dado que su partido se había formado solo para participar en las elecciones, su liderazgo en la insurrección fue desastroso y la misma, terminó en una derrota sangrienta..
La revolución finlandesa tenía las mejores condiciones para llevar adelante una revolución socialista exitosa en la historia del capitalismo: la clase obrera pudo tomar el poder sin mayor resistencia. Sin embargo, los dirigentes socialdemócratas pudieron forjar la derrota en el camino de la victoria. .el ejemplo de Finlandia muestra los resultados catastróficos de la estrategia de Kautsky, está lejos de la reivindicación. Pero volveremos a este asunto al final de este artículo.
Parte I - Los efectos de la Revolución Rusa en Finlandia
Finlandia antes de la Gran Guerra
Finlandia se convirtió en un Gran Ducado del Imperio Ruso en 1809, tras más de 600 años de dominio sueco. Gozaba de un alto grado de autonomía, con su propio gobierno, idioma oficial, moneda, etc. Durante el siglo de dominio ruso, permaneció en calma. Hasta que en 1899 el zar Nicolás II comenzó una política de rusificación. Como respuesta, medio millón de finlandeses, de una población total de tres millones y medio, firmaron una petición al Zar para la restauración de la autonomía.
En el siglo XIX, sectores de la burguesía finlandesa crearon un movimiento nacionalista. El lingüista e historiador Adolf Ivar Arvidsson lanzó el grito de batalla: "No somos suecos, ni queremos convertirnos en rusos, así que déjennos ser fineses". Se desarrolló una literatura finlandesa, principalmente por miembros de la élite de habla sueca que aprendieron el lenguaje de las clases bajas y tradujeron sus nombres al finlandés. Lucharon por la lengua finlandesa en la educación y la administración. Para 1900 ellos habían establecido el finlandés como idioma oficial en pie de igualdad con el sueco, pero también como el idioma de la nación emergente.
Con la Revolución rusa de 1905, los disturbios políticos llegaron, tardíamente, al Gran Ducado. El movimiento obrero de Finlandia lanzó una “Declaración Roja” (también conocida como “Declaración al pueblo finlandés”, donde se posicionan con ideas socialistas y también nacionalistas, y declaran una huelga general. . Las fuerzas burguesas constitucionalistas se unieron a la huelga porque también exigían el restablecimiento de la autonomía, a pesar de que ambos sectores tenían comités de huelga separados. Cuando el Zar proclamó su voluntad de aceptar una nueva constitución para Finlandia, los partidos burgueses y la dirección del Partido Socialdemócrata estaban listos para poner fin a la huelga. Solo un sector pequeño y radical del movimiento obrero quería continuar la lucha. Después de la huelga general, el Zar estableció una asamblea parlamentaria (eduskunta) para Finlandia, elegida por todos los ciudadanos finlandeses de más de 24 años, a la que podían acceder los propietarios que no tuviesen deudas a su nombre.. Como a algunas mujeres también se les permitió votar después de 1906, algunos consideran que Finlandia es el primer país del mundo con sufragio femenino, aunque no fuese un país soberano. El parlamento eligió un gobierno finlandés, el senado (senaatti), que estaba bajo la autoridad del Zar y su gobernador de Finlandia.
La industria finlandesa se había desarrollado a partir de la década de 1870: primero fue a través del procesamiento de madera y papel, luego la industria metalúrgica. En 1914, la clase obrera industrial finlandesa se estimaba en 110.000 personas, aunque la gran mayoría de la población finlandesa todavía vivía en áreas rurales. La Primera Guerra Mundial golpeó duramente a la economía finlandesa: ya no era posible exportar a Gran Bretaña, el principal comprador de productos de madera y papel, y la mitad de los 34.000 trabajadores en este sector fueron despedidos. En total, un tercio de la clase trabajadora quedó desempleada. Además, alrededor de 40.000 jóvenes trabajadores rurales fueron empleados en la construcción de fortificaciones militares a partir de 1916. Cuando comenzó la Revolución Rusa en marzo de 1917, salieron a las calles. Además, el suministro de granos ya no estaba garantizado y el hambre se extendió en las ciudades y en el campo.
La mayoría de la clase dominante de Finlandia estaba a favor de la autonomía bajo el dominio ruso. Pero un ala radical de la burguesía, particularmente entre los estudiantes y los militares, exigía la separación inmediata de Rusia: veían a Alemania como el futuro defensor de la independencia finlandesa. Estos activistas organizaron un batallón voluntario finlandés que se unió al ejército alemán como Jäger (infantería ligera). Fueron entrenados para una posible intervención alemana en Finlandia. Parte de esta unidad se desplegó en el Frente Oriental de Alemania, pero en 1917, estas fuerzas fueron enviadas gradualmente a Finlandia. Fueron aproximadamente 2.000 Jäger (jääkärit) que jugaron un papel importante en la guerra civil de Finlandia, con todos –menos tres de ellos– del lado de los blancos contrarrevolucionarios.
El movimiento obrero finlandés
El Partido Socialdemócrata de Finlandia (Suomen Sosialidemokraattinen Puolue, SDP) fue fundado en julio de 1899 como Partido de los Trabajadores de Finlandia, después de que los intelectuales marxistas obtuvieran la dirección del movimiento obrero. Especialmente después de las grandes luchas de clase de 1906, el partido suscribió a la doctrina de la "guerra de clases": bajo ninguna circunstancia los trabajadores debían mezclarse con la burguesía, ni en el parlamento ni en los clubes deportivos. Esta doctrina fue reconocida por todos los partidos socialdemócratas de la época, pero pocos la llevaron a cabo de manera tan rigurosa como los finlandeses: a los miembros del SDP no se les permitía ocupar cargos públicos, y el periódico El Obrero (Työmies), bajo el control de los izquierdistas desde su fundación en 1895, incluso aconsejaba a sus lectores que evitaran el cine "burgués". El principal autor nacional, Väino Linna, tenía un personaje principal, que era un granjero inquilino llamado Akseli Koskela, que decía lo siguiente: :
Siempre hablan de sus propios asuntos como los asuntos de Finlandia: (...) Nuestra prosperidad nacional no puede permitir la reducción de horas. No importa lo que quieran, siempre es en beneficio del país, en beneficio del pueblo, es nuestra sociedad. En eso tienen razón. Esta es su sociedad y su Finlandia. Cuando un representante socialista no puede hablar el lenguaje de los libros, se burlan de él en sus periódicos. A veces apenas puedo respirar del odio que les tengo. (...) A veces incluso pienso que sería más fácil matarlos.
El aislamiento del movimiento obrero de la sociedad burguesa era el resultado de las pésimas condiciones legales y de vida a las que estaban sometidos los trabajadores finlandeses. Las leyes laborales no reconocían el derecho a organizarse ni acceder a los convenios colectivos. En las elecciones locales, el peso de un voto se determinaba en función de cuánto pagaba de impuestos esa persona. El hecho de que la aristocracia (y por lo tanto también muchos capitalistas, gerentes, académicos, etc.) fuera en gran parte de habla sueca, mientras que la gran mayoría de los trabajadores hablaban finlandés, ponía de relieve la disparidad entre el proletariado y la burguesía. Muchos finlandeses emigraron a Estados Unidos, donde participaron en el movimiento obrero radical, como los Industrial Workers of the World, y algunos trajeron estas ideas de vuelta al país. Los inmigrantes finlandeses eran una parte tan importante del movimiento obrero de EE.UU. que, a principios de los años 20, representaban un tercio de los miembros del Partido Comunista norteamericano (y, además, un tercio de los finlandeses en EE.UU. eran comunistas). [1]
En 1907 se fundó la Federación de Sindicatos de Finlandia (Suomen Ammattijärjestö, SAJ). La SAJ estaba mucho más directamente involucrada en la guerra con sus enemigos de clase que el partido socialdemócrata, por lo cual eran más radicalizados.
Durante la huelga general de 1905, el SDP formó una Guardia Roja (punakaarti) para defender a los trabajadores. Pero la creación de la Guardia Roja mostró que había una tendencia a la militancia que excede a la órbita del control de la dirección del partido. En el verano de 1906, por ejemplo, la Guardia Roja quiso apoyar un motín de soldados rusos con una huelga general e intentar llevarla a una insurrección, lo cual dejó a la dirección del partido con los nervios de punta. En su congreso partidario de 1906, el SDP disolvió oficialmente la Guardia Roja y renunció a la violencia.
La Primera Guerra Mundial acercó al SDP al ala izquierda del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (es decir, los bolcheviques). Esto no fue una cuestión de afinidad programática —de hecho el SDP se enorgullece de unir a sus "bolcheviques y mencheviques" en un mismo partido, a diferencia de lo que sucedía en Rusia— sino más bien porque los bolcheviques defendían de forma acérrima el derecho a la autodeterminación de los finlandeses. Mientras que otros socialdemócratas rusos argumentaban que la relación entre Finlandia y Rusia sólo podía resolverse mediante negociaciones entre el parlamento finlandés y la asamblea constituyente rusa, Vladimir Lenin planteaba que las negociaciones no podían tener lugar en igualdad de condiciones hasta que se reconociera el derecho a la autodeterminación de Finlandia:
Finlandia fue anexada por los zares rusos como resultado de un acuerdo con el restaurador del viejo orden francés Napoleón, etc. Si realmente estamos en contra de las anexiones, deberíamos decir: ¡dale a Finlandia el derecho de secesión! Hasta que esto no se haya dicho y cumplido en un acuerdo, Finlandia no puede llegar a un acuerdo realmente libre y voluntario, es decir, un verdadero acuerdo, y no sólo una falsificación. El acuerdo sólo es posible entre iguales. Si el acuerdo ha de ser un acuerdo real, y no una pantalla verbal de sometimiento, ambas partes deben disfrutar de una igualdad real de estatus, es decir, tanto Rusia como Finlandia deben tener el derecho a discrepar. Esto es tan evidente como la luz del día. [2]
En septiembre de 1915 se había celebrado una conferencia socialista internacional en el pueblo suizo de Zimmerwald para reconstruir la Internacional Socialista, que se había disuelto al comienzo de la guerra, y la mayoría de los socialistas apoyaban a "su" burguesía. Los partidos que firmaron el Manifiesto de Zimmerwald, redactado por León Trotsky, convocaron a protestas internacionales contra la guerra y se empezaron a llamar el movimiento de Zimmerwald. Por insistencia de los bolcheviques, el SDP se unió a Zimmerwald en junio de 1917. Pero esto fue porque la dirección del SDP quería pertenecer a alguna estructura internacional —no tenían la perspectiva de movilizar a la clase obrera contra la guerra imperialista.
La retórica de la "guerra de clases" hizo que el partido pareciera más radicalizado de lo que realmente era. Otto Wille Kuusinen, miembro del partido, abogó por unirse al movimiento de Zimmerwald aunque no estaba de acuerdo con su política revolucionaria:
Yo, por mi parte, estoy en una posición bastante revisionista ahora (...) Pero no hace daño si la apariencia exterior es más radical que la realidad. Siempre hemos sido así en nuestro partido (...) Habíamos hecho tal dogma de la guerra de clases (...) Si hubiera habido alguien que se hubiera atrevido a hablar en contra, habría sido condenado por el partido. Pero, por supuesto, nos hemos aventurado en la práctica a actuar en contra.
En un país agrario como Finlandia, los campesinos jugaron un papel enorme. Los campesinos finlandeses habían disfrutado de libertad legal desde el siglo XVIII, pero muchos estaban atrapados en condiciones similares a la servidumbre por los acuerdos de los arrendatarios; por ejemplo, tenían que trabajar un cierto número de días en la granja del terrateniente. En 1912, alrededor de 150.000 granjas eran administradas por arrendatarios (toppari). El SDP apoyó varias reformas para los arrendatarios (por ejemplo, la prohibición de los desalojos) y obtuvo un número sorprendente de votos en el campo. Además de los arrendatarios, había más de 300.000 trabajadores agrícolas indigentes, el proletariado agrario, pero no fueron receptivos a la agitación política hasta el comienzo de la revolución. Con este apoyo del campo, el SDP se fue fortaleciendo cada vez más en las elecciones. En 1907, el partido obtuvo 80 de los 200 escaños, y en 1913, 90 escaños. En 1916, obtuvieron la mayoría absoluta con 103 escaños (sobre la base del 47% de los votos).
La revolución en Rusia…
La revolución que estalló en febrero de 1917 en Rusia derribó una dinastía que había estado en el poder durante cinco siglos. El Zar fue reemplazado por un gobierno provisional –primero encabezado por el príncipe liberal Lvov, y después de julio por el social revolucionario Alexander Kerensky–. El nuevo gobierno prometió algunas reformas democráticas pero también, proponían continuar la guerra imperialista a toda costa. Las reformas tuvieron un carácter muy limitado, ya que el nuevo sistema político debía esperar a la Asamblea Constituyente, que fue aplazada una y otra vez. No se reconocía el derecho a la autodeterminación de los finlandeses, ni a las otras naciones oprimidas del imperio zarista. El gobierno provisional ofreció negociaciones y pequeñas mejoras, pero quería retrasar una solución real hasta la Asamblea Constituyente, que nunca tuvo lugar. En el caso de Finlandia, el Gran Ducado que había estado en manos del Zar fue transferido directamente al nuevo gobierno.
Parte de la sociedad finlandesa —a saber, los socialdemócratas y el ala “activista” de la burguesía anti-rusa— vio el caos en Rusia como una oportunidad para obtener finalmente la independencia. El SDP estaba insatisfecho por las vacilaciones del gobierno provisional, y en su lugar, prefirieron dirigirse directamente al Primer Congreso de Consejos de Obreros y Soldados de toda Rusia celebrado en Petrogrado en el verano. Este congreso soviético aprobó una resolución reconociendo el derecho de Finlandia a la independencia. Pero el menchevique Raphael Abramovitch, encargado de formular la versión final, insertó una cláusula delegando la decisión final a la Asamblea Constituyente, lo cual era básicamente la misma posición que la del gobierno provisional.
La dirección del SDP "miró para otro lado" con esta cláusula de la resolución: a su manera de ver, los socialistas rusos acababan de declarar su apoyo a la independencia inmediata de Finlandia. Durante las "jornadas de Julio", por un período corto de tiempo pareció que el gobierno de Kerensky había sido derrocado, ahí el SDP utilizó su mayoría en la eduskunta para aprobar la Ley del Poder (valtalaki), que transfirió la plena soberanía al parlamento finlandés, excepto en cuestiones de política exterior y guerra, que quedaron en manos del gobierno ruso. El gobierno del Zar o de cualquier regente ruso fue declarado nulo y sin efecto, y dejaron para más adelante la decisión de aclarar qué tipo de relación política mantener con Rusia.. Esto era completamente inaceptable para el gobierno de Kerensky, que aún quería defender los intereses imperiales de Rusia bajo una pantalla socialista. Como regente de Finlandia, el gobierno de Kerensky disolvió el parlamento del país y convocó nuevas elecciones para octubre. El SDP no quería aceptar esta decisión, pero con la declaración de independencia de facto, el partido había ganado tanto apoyo, y no quería arriesgarse a nuevos conflictos que pudieran poner en peligro la próxima victoria electoral.
...y sus efectos en Finlandia
Cuando estalló la revolución en Rusia, la autoridad estatal en Finlandia se derrumbó. El parlamento de 1916 con sus 103 diputados socialdemócratas fue convocado por primera vez en marzo de 1917. Eligió un nuevo senado con Oskari Tokoi, un antiguo diputado socialdemócrata y presidente de la SAJ, como jefe de gobierno ("el primer primer ministro socialista elegido democráticamente en el mundo", según Fred Singleton). Pero seguía habiendo un gobernador ruso, ya no nombrado por el Zar sino por el nuevo gobierno provisional de Rusia. Esto condujo a un interminable debate constitucional: ¿Había asumido el gobierno provisional la autoridad del Zar? Si el Zar hubiera abdicado sin un sucesor, entonces la soberanía habría vuelto al parlamento finlandés. Por lo tanto, el gobierno provisional de Rusia se declaró regente del Zar.
En el transcurso de 1917, las protestas de los trabajadores independientes se extendieron por todo el país. Por ejemplo, en Turku hubo una huelga general en apoyo a una huelga de los bomberos. El antiguo municipio burgués rechazó un aumento de sueldo, por lo que los huelguistas encerraron a algunos miembros del consejo en la municipalidad hasta que cambiaron de opinión. Cuando estos concejales argumentaron que no tenían quórum para tomar una decisión, el comité de huelga envió una unidad armada por la ciudad para reunir a más concejales. Aún así, el municipio se negó a ceder, y los trabajadores querían sacarlo del poder por completo. Sólo una intervención del primer ministro socialdemócrata Tokoi fue capaz de forzar un acuerdo. Él creía que una nueva ley sobre las elecciones comunales debía ser aprobada en el parlamento antes de que los antiguos consejos de la ciudad pudieran ser eliminados.
La policía desapareció casi por completo y fue reemplazada por las milicias ciudadanas, que eran pagadas por las administraciones municipales pero actuaban de forma autónoma. Las milicias de las grandes ciudades estaban formadas en su mayoría por trabajadores, por lo que difícilmente podían ser utilizadas para reprimir huelgas y manifestaciones. Por esta razón, la burguesía comenzó a fundar su propia Guardia Nacional (suojeluskunta) compuesta por estudiantes y campesinos. La antigua Guardia Roja también fue refundada; a diferencia de las milicias, tenía un carácter explícitamente socialista y sólo respondía a la autoridad del SDP. Al principio, el partido sólo quería permitir una guardia (que sonase mucho menos militante) de defensa de los trabajadores (työväen järjestyskaarti) debido a la mala experiencia que habían hecho con la Guardia Roja once años antes. Sólo en octubre de 1917 el partido aprobó oficialmente la formación de la Guardia Roja.
A menudo se afirma que la Guardia Roja de Finlandia estaba formada por "anarquistas y vándalos", es decir, por criminales y desclasados. Pero en realidad, ocurría exactamente lo contrario: se daba gran importancia a que sólo se seleccionaran miembros políticamente fiables del partido y del sindicato que tuvieran una larga experiencia en el movimiento obrero. La mayoría de los Guardias Rojos eran trabajadores adultos con familia; sólo cuando comenzó la guerra civil se unieron en masa miles de trabajadores más jóvenes y desempleados. La Guardia Roja era una formación paramilitar pero casi no tenía armas. En Tampere podían comprar rifles a la guarnición rusa, pero esto era una excepción.
Cuando se celebraron nuevas elecciones en octubre de 1917, la socialdemocracia, para su gran sorpresa, perdió la mayoría absoluta. El SDP recibió el 45% de los votos y sólo 92 escaños. La dirección del partido no reconoció estas elecciones, ya que consideraron que la anterior disolución del parlamento por parte de Kerensky había sido una violación de la Ley del Poder. El nuevo parlamento eligió un senado bajo el conservador Peer Evind Svinhufvud (cuyo apellido significa "cabeza de cerdo" en sueco). El SDP insistió en un reconocimiento retroactivo de la Ley del Poder, es decir, pidió al gobierno que negara su propia legitimidad. Ninguno de los dos bandos podía transigir en esta cuestión, obligando al SDP a apartarse de su estrategia preferida: el parlamentarismo.
La posición de la socialdemocracia
En un periódico, los socialdemócratas criticaron a la burguesía por su obstinación: los trabajadores se verían "obligados a considerar tomar el poder en nuestras manos en todo el país". Por supuesto, puede ser legítimo para una dirección revolucionaria utilizar formulaciones defensivas y definir la toma del poder como un acto de autodefensa —esta fue una táctica empleada por Trotsky en el levantamiento de octubre para ganarse a los sectores vacilantes de la clase obrera. Pero para el SDP la toma del poder no era ni siquiera un "último recurso", no era más que una amenaza vacía para obligar a la burguesía a hacer concesiones. Oskari Tokoi, dirigente del SDP, le dijo a la mayoría burguesa del nuevo parlamento que adoptara el programa de reformas socialdemócratas para evitar "la pesadilla de la revolución". Para la dirección del partido, la revolución era de hecho una pesadilla. Aunque tuvieron que sancionar acciones cada vez más radicales (desde la huelga general de noviembre de 1917 hasta la toma del poder dos meses después), éstas nunca formaron parte de una estrategia coherente, sino que fueron medidas vacilantes adoptadas sólo porque, de lo contrario, el partido perdería su control sobre las masas de trabajadores que se estaban radicalizando.
Oficialmente, el SDP estaba a favor de la revolución social. Esto ha sido parte del programa del partido desde 1899, que se basaba fuertemente en el programa Erfurt de la socialdemocracia alemana. En la práctica, el partido se guiaba por el determinismo: en opinión de los dirigentes, un país subdesarrollado como Finlandia sólo podía esperar una revolución burguesa que eliminara los restos del feudalismo y creara una república capitalista. Una revolución socialista, según este pensamiento, sólo podía ser una "aventura anarquista". Aunque el partido se viera obligado a tomar el poder estatal, esto sería sólo un breve episodio hasta que una asamblea constituyente pudiera crear una constitución burguesa. Si hubiera habido una mayoría socialista en tal asamblea, los socialistas habrían tenido que limitarse a aprobar ciertas reformas a favor de los trabajadores. Para el SDP, el socialismo era una cuestión que sólo podía resolverse en los países capitalistas desarrollados de Europa, no en Finlandia, que era considerada universalmente como "inmadura" para el socialismo. El SDP estaba fuertemente influenciado por Karl Kautsky, el teórico del "centro" de la socialdemocracia alemana. Los líderes del SDP participaron en conferencias socialistas internacionales —Otto Wille Kuusinen, por ejemplo, estuvo en la conferencia de Berna en 1912— pero apenas intervinieron en los debates internacionales. Ni siquiera estaban bien informados sobre los conflictos dentro de la socialdemocracia rusa, aunque formalmente estuvieran dentro del mismo Estado.
Kullervo Manner, que en 1917-18 fue brevemente jefe del partido de los trabajadores y del gobierno rojo, informó que durante el verano, el partido estaba perdiendo su capacidad de frenar las acciones de los trabajadores: "Si nos estamos equivocando sobre el rápido acercamiento de la revolución, estaría encantado." Para muchos en el partido, la revolución no era una perspectiva con la que trataban de ganar a la clase obrera, era un retórica que usaban para asustar al gobierno burgués. Kuusinen advirtió a los capitalistas sobre lo que pasaría si "nosotros, que queremos calmar a los trabajadores, no obtenemos ahora algún tipo de resultado concreto del parlamento". El 1 de noviembre de 1917, la SAJ lanzó un ultimátum al gobierno para que resolviera los problemas más urgentes de la clase obrera; pero cuando el ultimátum expiró, quedó claro que la dirección no había preparado ninguna medida en absoluto. Cuando el congreso de la SAJ tuvo lugar el 12 de noviembre, la situación ya estaba caldeada. Un delegado tras otro exigieron la inmediata toma del poder por el SDP. La dirección tenía que hacer algo para mantener el control de la situación.
Parte II - Insurrección y comienzo de la guerra civil
En 1917, la Socialdemocracia finlandesa ganó la mayoría en el congreso, pero los capitalistas se niegan a aceptar los resultados electorales. El país se encuentra al borde de la guerra civil.
Parte III - Lecciones para el presente
La clase obrera tomó el poder en Finlandia, pero la burguesía ganó la guerra civil y masacró a decenas de miles de Rojos. ¿Cómo fue posible? ¿Qué lecciones podemos sacar de esta experiencia?
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