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Red Internacional
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CONTRA LOS BUROCRATAS DE LOS $150 MIL. Revolucionar los sindicatos

Como bien decía León Trotsky, los revolucionarios no podemos, no debemos, darle la espalda a los sindicatos de masas.

Raúl Godoy

Raúl Godoy Dirigente ceramista y diputado mandato cumplido del PTS-FIT | Neuquén

Miércoles 31 de diciembre de 2014

Hoy en nuestro país tenemos un 50% de sindicalización, con un movimiento obrero dividido en 5 "centrales sindicales" que responden a proyectos políticos ajenos a los trabajadores, y millones de trabajadores que se hallan por fuera de los sindicatos.

Este mapa habla de la dispersión de fuerzas del movimiento obrero. Aún así, los sindicatos en la Argentina conservan un gran peso social y político.

La pelea por la recuperación de nuestras organizaciones de masas se hace fundamental y abre numerosos debates.

Nosotros luchamos, no solamente para "sacar a la burocracia", ni solo por “nuevas direcciones” en general. Nuestra política es recuperar estas herramientas, para transformarlas y ponerlas a la altura de la pelea que tenemos que enfrentar. No se trata solo de cambiar una dirección por otra -aunque estas peleas pueden tener mucha legitimidad en determinados momentos-, sino de tener un horizonte realista de la época actual, y las tareas que tenemos por delante.

El peligro del “sindicalismo”

Lenin decía que una política sindicalista, en última instancia es una política burguesa, ya que solo se limita a negociar el precio de nuestra fuerza de trabajo con los capitalistas. Esto se ha visto confirmado en cada acontecimiento, donde luego de luchas durísimas para sostener conquistas, por ejemplo en el caso de luchas salariales, los capitalistas vuelven permanentemente a la carga para hacer recaer sus propias crisis contra los trabajadores. Esos mismos aumentos salariales se van licuando con la inflación día a día.

A eso sumamos que la burocracia sindical, trabaja activamente para llevar a los trabajadores detrás de variantes patronales: oficialistas u opositoras. Aún el planteo de un sindicalismo “independiente” resulta impotente ante los ataques del capital, al limitarse justamente a defenderse de ataques puntuales. Un amplio sector que intentó pararse desde este lugar, con los años terminó “en los brazos” del kirchnerismo.

Un programa para el pueblo trabajador

Peleamos para que los sindicatos se transformen en sindicatos militantes, activos, que no solo luchen por sus demandas propias y puntuales, sino que abarquen y generen una alternativa para el conjunto del pueblo trabajador. Por eso es tan importante el programa, los objetivos que se plantea como organización. No para agitarlo solamente en campañas electorales o “días de fiesta”, sino peleando para que sea tomado por las grandes organizaciones de masas.

Como hicimos en el Parque Indoamericano, peleando junto a los sin techo. Y levantando el reclamo de un plan de obras públicas para construir miles de viviendas populares. Como hacemos cuando levantamos la consigna de pase a planta de los tercerizados y contratados, apoyando sus luchas e incorporándolos con plenos derechos a las organizaciones obreras.

Pero también para enfrentar el saqueo y la opresión del imperialismo. Es el caso de la lucha por terminar con la entrega de nuestros recursos hidrocarburíferos, para lo que es necesario levantar la demanda de la re nacionalización bajo gestión obrera, para ponerla al servicio de las necesidades de las grandes mayorías.

Democracia sindical para vencer

Para nosotros, la conquista de delegados de base, de comisiones internas y la pelea por recuperar los sindicatos, apunta a impulsar la auto-organización de los trabajadores, de aportarle a nuestra clase un programa, y pelear por direcciones revolucionarias en los sindicatos.

Para nuestro proceso de lucha ceramista en Neuquén, la recuperación del Sindicato fue un factor fundamental, porque no solo le quitamos a la burocracia sindical el "poder de la lapicera"(que firmen y legalicen arreglos, despidos, suspensiones), sino que conquistamos una herramienta poderosa para la lucha.

Cuando comenzamos nuestra pelea contra la burocracia, nos planteamos que para cambiar algo, había que cambiarlo todo. No podemos simplemente "recuperar" un sindicato, administrarlo en mejores condiciones, luchar “un poco más” y que luego vuelva a ser lo que fue.

El poder político y sus instituciones limitan, reglamentan y controlan nuestros sindicatos, que tienen un alto grado de intervención estatal. Por eso nosotros además de denunciar que la Ley de Asociaciones Profesionales y los estatutos de la abrumadora mayoría de los sindicatos son "moldes para fabricar burócratas", planteamos la reforma del conjunto del estatuto del SOECN.

El "paso" de los revolucionarios, muchas veces en frente único con compañeros y compañeras clasistas, no puede ser inocuo respecto de esto. Por eso planteamos la independencia de nuestro sindicato del Estado, de las burocracias sindicales y de los partidos patronales. Planteamos la libertad de tendencias al interior y, que para esto no sea un chamuyo o un cuento, instauramos la representatividad de las minorías dentro de la comisión directiva en forma proporcional. Este aspecto lamentablemente no lo tiene ningún sindicato en el país, y tuvimos que dar una dura pelea para que sea reconocido por el Ministerio de Trabajo. Aún los sindicatos con mayor participación y mayor práctica democrática como los docentes, por ejemplo ATEN, le asignan a las minorías (aunque haya sacado 1 solo voto menos) un lugar relegado y ultraminoritario.

Además, el estatuto confirma una práctica que impusimos cuando ganamos el sindicato: que la asamblea es el máximo organismo de decisión. Contra los burócratas millonarios y atornillados a sus cargos, plantean que los dirigentes roten en sus cargos y vuelvan a trabajar en las fábricas, acortando el tiempo de mandato, que no se puedan reelegir y así surjan nuevos compañeros y compañeras que toman en sus manos esa responsabilidad sindical y política.

Por último, en esta época de decadencia capitalista, es fundamental luchar contra el corporativismo, ese “salvese quien pueda”, o “yo defiendo a los míos” tan propio de la burocracia sindical y de la colaboración de clases, y tener una política consciente de luchar por la unidad de las filas obreras tomando las demandas del pueblo trabajador.

Luchar desde este programa, que traducimos en conciencia y organización, nos permitió no solo defender nuestro sindicato sino ocupar cada fábrica ceramista que intentó cerrar y ponerla a producir bajo gestión obrera.

En cada pelea parcial, tenemos que ir sembrando el horizonte de forjar una fuerza social poderosa que defienda los intereses de los trabajadores y el pueblo hasta el final, para que las crisis la paguen los capitalistas. Es en este sentido que luchamos por la recuperación de los sindicatos, y cada puesto de lucha en las organizaciones obreras.

El 2014 ha visto el surgimiento de nuevos sectores anti-burocráticos, donde la izquierda, en particular el PTS, ha tenido protagonismo. Junto a los Indomables de Lear, a los obreros sin patrón de Neuquén y Donnelley, a las comisiones internas combativas de la Alimentación, tenemos el desafío de seguir construyendo una alternativa a la burocracia en todos los sindicatos.