Entre escándalos de corrupción, el pasado domingo 16 de agosto, se llevaron a cabo las elecciones para designar la dirección nacional del Partido Acción Nacional (PAN). En ellas salió victorioso Ricardo Anaya, quien es la apuesta para sacar de la crisis de representación a dicho partido y sanear la falta de legitimidad ganada en los últimos años.
Lucía Rodríguez México D.F.
Martes 18 de agosto de 2015
Según los datos preliminares, que publicó la Comisión Organizadora Nacional de la Elección del Comité Ejecutivo Nacional del PAN (Conecen), Ricardo Anaya -diputado federal- ganó la elección nacional con el 81% de los votos (173 mil 580 sufragios) a lado de su competidor Javier Corral quien obtuvo el 16% (35 mil 94 votos).
Aunque las elecciones muestran amplia ventaja para Anaya, según la estimación de la comisión electoral únicamente hubo una participación del 50% del padrón de afiliados.
Mientras el PAN busca revertir el resultado de las elecciones federales pasadas y las intermedias, del pasado 7 de junio, los conflictos internos continúan mostrándose con las declaraciones de Corral, quien declara que el triunfo de Anaya es producto de la “inequidad, la simulación y la corrupción”, esto porque lo acusa de haber usado recursos públicos para su campaña así como de haber acarreado votos durante la jornada.
La crisis de legitimidad del PAN se abrió como respuesta a los resultados de los gobiernos federales de Fox y Calderón, que trajeron consigo el incremento de la violencia y de las violaciones a los derechos humanos, consecuencia de la llamada “guerra contra el narco”, desatada con la firma de la Iniciativa Mérida.
Otro factor que influyó en la actual crisis del PAN es que este partido fue parte del Pacto por México que permitió la aprobación de todas las reformas estructurales: laboral, educativa y energética, que han profundizado la explotación y la subordinación al imperialismo estadounidense.
La intención del PAN de remontar en las próximas elecciones están marcadas por el intento de renovación de su imagen desde la dirección, colocando a su cabeza a un miembro joven de su partido -Ricardo Anaya tiene 36 años-. Con ello se busca limpiar el historial de sus últimos años. Sin embargo, el pueblo trabajador no olvida su participación y complicidad en los “daños colaterales” de esta guerra que se inició en un sexenio de signo panista y que ha dejado más de 200 mil muertos y 25 mil desaparecidos.